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30 AÑOS DE LA UCZ-CDC EN LA SIERRA NORTE DE VERACRUZ

Diego Saydel García

Diego Saydel García, Radio Huayacocotla. El 10 de abril pasado (a 97 años del asesinato de Emiliano Zapata) se conmemoraron los 30 años de lucha y resistencia de los pueblos campesinos y ñühüs de Texcatepec, Veracruz, con una marcha que salió de Las Canoas, rumbo a la cabecera municipal de Texcatepec.

Desde 1986, cuando nació el Comité de Defensa Campesina en el municipio de Texcatepec, Veracruz, los campesinos indígenas y mestizos pobres se organizaron para luchar por las injusticias de los caciques de la Sierra Norte de Veracruz y defender sus tierras del despojo, la violencia y la invasión que sufrían. La lucha comenzó a articularse al surgir, un año después, la Unión Campesina Zapatista en el mismo municipio, que hasta entonces estaba coptado por caciques priístas.

Por la defensa de la tierra y de la democracia, ambas organizaciones se unieron en una sola fuerza en 1992: la Unión Campesina Zapatista-Comité de Defensa Campesina que ha ejercido gobierno propio en Texcatepec durante más de cinco periodos (aunque a veces se los han arrancado). La UCZ-CDC es una fuerza real a 30 años de existencia.

En la conmemoración, la gente presentó sus exigencias: desde una educación digna para los jóvenes, más escuelas para que la juventud no tenga que irse fuera ni a trabajar lejos “maltratados y mal pagados” para mantenerse mientras estudian, hasta denuncias como “las malas condiciones de los caminos” o las mentiras de la culminación de obras carreteras sin terminar.

Una denuncia reiterada se relaciona con los servicios de salud: “falta de atención en las clínicas, no hay medicinas suficientes, el personal médico se ausenta, y se les obliga a los usuarios a hacer faenas y escuchar charlas para atenderles sin que esté garantizado el derecho a la atención”. Muchas mujeres se quejan de ser engañadas para someterlas a un control de la natalidad; hay regaños y la negativa a entender las lenguas originarias de los usuarios y usuarias.

Es muy sentido el agravio de la discriminación a las parteras y a las mujeres que deciden tener sus hijos con ellas.

La comunidades ubican que “las prioridades de los gobiernos y las empresas están puestas en quitarnos nuestras tierras y nuestra cultura”. Hay la intención de privatizar, mientras el gobierno “pone sus intereses en la inversión extranjera y se olvida de los campesinos”. El foro culminó insistiendo: “No queremos que nuestros hombres y mujeres tengan que salir a trabajar en condiciones peligrosas. Ya no queremos proyectos productivos que son migajas para las necesidades tan grandes que tenemos. No queremos que privaticen lo más sagrado que tenemos que es nuestra tierra”.

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