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El maíz del invierno

Xun Betan

 

Chiapas 74: Regreso al futuro

Ta yuhil octubre, shachel a’tel sijomal; ta sbahbeyal ya yich’ pasel selab sok sk’altayel. Ta shahchel noviembre ay te stsajel sok sk’utel awal ixim yu’un ya yich’ ts’unel. Ay to mach’a ya sts’un ta shahchibal yuhil diciembre. Ta enero sok febrero yuhil yak’entayel. Ta yutil k’altik ay bayel ta chahp itaj ya yich’ ts’unel sok te stukel nax ya xch’iy mohel. Así, inicia el relato de un trensipal de Bachajón cuando hablaba de la segunda temporada de siembra que en lengua tseltal le llamamos sijomal. Esta siembra inicia en el mes de octubre con la preparación del terreno. Durante el mes de noviembre se seleccionan las semillas y a finales de este mismo mes y hasta principios de diciembre se hacen las primeras siembras. Los meses de enero y febrero se hacen las limpias, y es el momento para cuidar el crecimiento de otras plantas al interior de la milpa que servirán para alimento.

El sijomal es el maíz que se siembra a finales de noviembre y principios de diciembre para aprovechar la temporada de lluvia del invierno que suele caer en algunas partes de la selva de Chiapas. Como cada año, los campesinos de la zona preparan sus terrenos esperando el primer aguacero. El trensipal comentaba que este año, la época de siembra cambió mucho y la lluvia llegó tarde y la siembra de año o el habil k’altik como le llamamos en tseltal, dio poco maíz y en algunas partes se secaron las milpas. Ahora, para el sijomal, muchos sembraron hasta el mes de diciembre por la falta de lluvia. Los cambios drásticos del clima han afectado en gran medida la producción del maíz. Pero para eso se hacen las oraciones o rituales para pedir la salud y la buena producción de las plantas, como la milpa, tal cual hacían nuestros ancestros.

Los rituales son las formas en que las comunidades mantienen el vínculo con la Madre Tierra para la producción de sus alimentos y para la armonización de la vida comunitaria. En contraposición de esto están los proyectos que día a día invaden las comunidades y traen consigo la destrucción de la naturaleza y la vida comunitaria, tal cual sucede con los proyectos ganaderos dentro de la Selva y la siembra de la palma africana, el pago por servicios ambientales y otras más que su interés es el de aprovecharse de los recursos naturales y la devastación de la Selva y culpar a los campesinos, para posteriormente dar acceso a lo que la reforma energética regaló de Chiapas, los pozos petroleros. Parte de esta realidad nos ha mencionado claramente el comunicado del EZLN (http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2016/02/21/y-mientras-tanto-en-las-comunidades-partidistas/) donde nos hace referencia a este grave problema que sale en la misma voz de los indígenas partidistas.

Así, los rituales son las formas que todavía unen y convocan a los pueblos indígenas para mantener la relación comunitaria. Lejos de pensar que la espiritualidad es un factor de adormecimiento, como sucede en algunos casos con las religiones, la espiritualidad guarda consigo el conocimiento, la armonía y la comunalidad. De esta manera, la espiritualidad es la forma con la cuál los pueblos sistematizaron el conocimiento y crearon estructuras de organización interna formando los calpules y dentro de ellos una organización de cargos tradicionales como son sus capitanes, mardomas, y los trensipaletik (estos últimos, personas reconocidas en sus comunidades por el gran conocimiento que tienen y su autoridad moral). Además, actualmente están los diáconos o j’abatineletik, que son los servidores de la palabra desde una espiritualidad conocida localmente como maya católica.

Por otra parte, tenemos la propagación de otras iglesias cristianas (llamadas “sectas”) y las nuevas líneas del catolicismo, que inducen a los pueblos a desvincularse de su identidad y sus tierras, fomentan su dependencia y los impulsan a ser los principales consumidores de los proyectos de asistencia y proyectos financiados por el Estado. Como ejemplos tenemos los proyectos de producción de la palma africana en la selva y otros tantos. Esta misma situación se expresa en el nuevo modelo educativo, en el que es más que evidente la discriminación que se genera con el uso de los uniformes verdes en comunidades indígenas y mediante los nuevos programas como el de escuela de tiempo completo, que día con día desvincula a los niños no sólo de la tierra sino también de sus familias. Tenemos también el programa de alimentos: los mismos niños no saben los polvos que consumen y menos sabrán de campos y siembras.

Con lo anterior, la vasta extensión de tierra ejidal de San Sebastián y San Jerónimo en Bachajón, desde hace años, al igual que las tierras comunales de la Casa del Pueblo de Venustiano Carranza, han estado en la mira de los empresarios y gobiernos para apoderarse de ellas. Estos casos, junto con los despojos de tierras a campesinos en Yucatán y Quintana Roo, entre otros, nos muestran cómo la existencia de los pueblos indígenas ha sido un estorbo para el sistema que busca en todas sus formas desterrarlos de sus tierras. El asesinato de Berta Cáceres es un ejemplo de la situación de eliminación de los pueblos que se resisten a los grandes proyectos de muerte. Los constantes asesinatos de mujeres, la homofobia, el secuestro y desaparición de personas es y forma parte de este modelo que genera el terror.

A pesar de la situación de guerra emprendida por el Estado contra la población indígena y los más pobres, en los campos todavía se siembra el maíz, la calabaza, el chile y varios tipos de verduras y frutas que han mantenido con vida no sólo las comunidades, si no también las grandes ciudades. Aunque el mismo Estado ha tratado de legalizar la siembra del maíz transgénico, muchos no se quedaron callados y alzaron la voz para detenerla. Igual contra el artículo 230 de la ley de telecomunicaciones, que prohibía el uso de lenguas indígenas en los medios nacionales de comunicación, y que gracias a la acción emprendida por Mardonio Carballo, se logró detener. Esperamos que suceda lo mismo con las tantas luchas de los pueblos indios que buscan defender sus territorios contra los grandes proyectos eólicos, mineros, presas, autopistas, gasoductos, y contra otros tantos. A pesar de todo esto seguimos y seguiremos resistiendo para mantener la conexión de nuestro ombligo con la madre tierra.

El trensipal finalizó la conversación añadiendo que sus plantas de maíz ya empiezan a florear, y que en algunos lugares ya hay elotes. Pero cuando sus plantas tengan elotes realizará su ceremonia, como le enseñaron sus padres, para agradecer a la madre tierra porque ya pronto tendrá maíz para alimentar a su familia. Además es notorio que en el campo empiezan a dar flores varios árboles y plantas que servirán en la fiesta de Semana Santa y después para dar inicio nuevamente el habil k’altik, el año agrícola, que inicia en el mes de mayo con la fiesta de la Santa Cruz. Mientras tanto los árboles del colorín, duraznos, mangos, aguacates, jocotes, el cuchunuk y otros tantos ya empiezan a regalarnos snichimal ko’tantik.

 

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Xun Betan, escritor tsotsil radicado en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Colaborador de Ojarasca.

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