CONTROVERSIAS SOBRE LA EXISTENCIA ENTRE LOS SHOSHONE / 231
Morir o no morir
Tiempo atrás la gente no acostumbraba morirse. Lobo, hermano de Coyote, dijo, “Cuando la gente muera, despertará a los dos días”. A Coyote eso no le pareció. Coyote dijo, “Cuando la gente muera, deberíamos hacerlo para siempre”. A Lobo no le gustó eso. Coyote le insistió a su hermano que explicara por qué los muertos debían levantarse. A él le parecía que la gente debía morirse para siempre. Después Lobo deseó que se muriera el hijo de Coyote, que era Urraca. Cuando murió su hijo, Coyote fue a casa se su hermano y le dijo, “Levanta a mi hijo en dos días”. Lobo no contestó por un buen rato. Entonces dijo, “Tú, Coyote, decías que la gente debe morir para siempre”. Lobo le aconsejó quemar todas sus ropas, cortarse el pelo y quemarlo, y le dijo que, para empezar, morir para siempre fue lo que Coyote quiso. Si no fuera por Coyote habría demasiada gente.
Luego de quemar sus ropas, Coyote se acostó en el suelo y miró al cielo. Pronto vio muchísimos pájaros negros allá arriba. Cuervos. Eran de Lobo, su hermano. Coyote deseó que se desplomaran. Coyote los oyó graznar. Vio bajar uno, que se sentó en sus pies y le saltó a la cara. Coyote lo cogió. Lo destrozó y dispersó los pedazos por el suelo porque estaba enojado con Lobo. Coyote hizo un funeral para su hijo. Cantó toda la noche.
Narrado por Commodore
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De las condiciones de la vida
Lobo y Coyote discutieron. Lobo dijo que las mujeres deberían tener a los bebés en sus brazos. De sólo darle la mano el bebé debía venir, y el bebé se pondría de pie cuando la mujer agitara el brazo. A Coyote no le gustó eso. Dijo que las mujeres deberían tener a los bebés adentro y sufrir. Lobo dijo que las mujeres no deberían amamantar a los bebitos, sino que deberían estar ya crecidos al momento de nacer.
Lobo quería que todo estuviera listo para que la gente pudiera comer. No debían pasar tiempos difíciles. A Coyote no le pareció. Quería que la gente trabajara.
Lobo dijo que no habría inviernos, ni nieve. Las bayas y las semillas estarían disponibles todo el año para que la gente pudiera comer. Todo sería abundante. Coyote objetó la idea. Quería inviernos y nieve. Coyote le dijo a Lobo que eso le había sido dicho por su padre.
Narrado por Commodore
(Cuando le preguntaron a Commodore quién erael padre de Coyote, respondió, “Nadie lo sabe”)
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El nombre mata al pájaro
Coyote acampaba en la Montaña de Charleston. Había muchísima gente allí. Por la mañana comenzaron a caminar hacia el sur. Coyote fue a un lugar entre Shoshoni y Tacoloa donde el agua corría en la planicie. Allí vivía Lechuza. Azulejo estaba por ahí. Lechuza estaba sentado en un risco. Lechuza voló en círculo llamando por su nombre a Azulejo allá abajo. Lechuza dijo, “Azulejo”, y Azulejo murió. Otro pájaro pasó al día siguiente. Lechuza voló del risco, lo llamó por su nombre y se murió igual que Azulejo. La mañana siguiente pasó Halcón Bala y se sentó en la roca pequeña. Lechuza descendió volando y llamó, “Halcón Bala”, y Halcón Bala murió. Lechuza lo hacía diario y mataba algún pájaro de nada más pronunciar su nombre.
Al final sólo quedaban dos personas en el campamento además de Coyote. Discutieron qué hacer. Coyote dijo, “Voy para allá y tú volarás encima cuidándome”. Así que Coyote fue a sentarse a la roca pequeña y Gran Halcón voló bien alto para observar qué pasaba. Coyote dijo, “Mira Lechuza, aquí estoy sentado, llámame”. Lechuza lo miró y no dijo nada un buen rato. Lechuza se acercó volando a la roca pequeña y comenzó a balbucear. Gran Halcón voló justo por encima y le cortó la cabeza.
Entonces Halcón y Coyote volvieron a casa.
Tom Stzeward, de Beatty, Nevada
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| En 1939, Anna C. Smith recogió una vasta serie de relatos del pueblo shoshone occidental en los estados de Nevada y Utah en Estados Unidos. Los shoshone sólo tenían entonces una reservación grande, Valle de Patos, establecida en 1877. Otras dos eran más pequeñas. En esos años aún no se imponían los modos de vida europeos y las tribus vivían en relativa tranquilidad, desplazándose por su territorio a lo largo del año para aprovechar los cambios de las estaciones. Los mitos que aquí aparecen estuvieron fuera del alcance del público durante décadas, hasta que en 1993 se reeditó Shoshone Tales (University of Utah Press, Salt Lake City).