LA NACIÓN HECHA JIRONES /231 — ojarasca Ojarasca
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LA NACIÓN HECHA JIRONES /231

Obvio pero no, los nacionalismos en el mundo actual significan cosas muy distintas según la región del planeta y de la específica Nación que se trate. Cuando vemos los preocupantes espectáculos de la Europa xenófoba y mezquina que pretende blindar fronteras díscolas, en ocasiones al borde del fascismo, podemos temer que se salgan con la suya, cierren fronteras, persigan pieles oscuras o religiones “no occidentales” y contaminen de odio sus relaciones exteriores e interiores. El nacionalismo yanqui en tiempos de Trump puede volverse similarmente tóxico, pues Estados Unidos no es inmune a la radicalización taruga del hombre blanco.

Otros nacionalismos en cambio respiran en el pozo de la negación, la injusticia y el exterminio, y sus luchas han de verse como justas y liberadoras: Palestina, Kurdistán, la República Saharahui. Naciones que no son y necesitan resistir para no desaparecer.

En América Latina, Nación y nacionalismo adquieren un significado distinto. Compuesta por Estados nacionales de fronteras en su origen arbitrarias, éstas han terminado por delinear consistentes identidades propias, marcadas como es natural por sus vecinos y, sin excepción, por el imperialismo estadunidense. Merced a la contigüidad y la Historia, en México este ha sido un factor clave para determinar la Nación y el ánimo popular. Todas las naciones del hemisferio americano comparten las realidades pretéritas de la invasión europea y las hegemonías criollas, ambas a fuerza de saquear y dispersar a los pueblos originarios, de los inuit árticos a los mapuche australes.

A la vuelta del milenio estos pueblos despertaron. Con inusual sabiduría eludieron los reclamos separatistas. Aceptando en lo general al Estado nacional que los contiene, incluso lo fortalecen, en Bolivia y Ecuador con bastante éxito, y en México a contracorriente y con una implícita guerra en su contra. Han concebido un horizonte de autodeterminación arraigado en su experiencia histórica y novedoso a la vez, ejemplar para el resto de los connacionales, pues en América Latina las naciones (y en ello México resulta patético paradigma) son dominadas por castas criollas desvergonzadas que buscan enriquecerse mediante el despojo y la cesión territorial de las Naciones que gobiernan lamentablemente. Se someten económica, cultural, política y militarmente a los capitales sin patria, los designios de Estados Unidos y el idioma inglés. Así es que desgarran a México, soñándose un Puerto Rico de fantasía.

De lo poco que tenemos en firme para frenarlos y reparar la convivencia y las identidades entre nosotros es la lucha, variada, local, generosa y pacífica de las comunidades primeras, que aquí siguen y a diferencia de los de arriba, piensan en colectivo para todos. Son guardianes de la Nación aunque no lo digan. Por eso el gobierno neoliberal lo combate y criminaliza. Son los guardianes de la vida.

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