BOLIVIA, 137 AÑOS SIN MAR LAS PROMESAS INCUMPLIDAS
Como cuando un vecino al que le prestaste tu patio para vivir te dice un día que es suyo, y te amenaza no sólo con quedarse con ese espacio sino que avanzará hasta la sala y el comedor, si lo quieres recuperar. Más joven y fuerte, te golpea y te obliga a defenderte; ya en el suelo te hace firmar un pacto por el que renuncias al patio, que para colmo te daba acceso a la calle. Así actuó Chile contra Bolivia en 1879, quitándole 400 kilómetros de litoral en la orilla andina del Océano Pacífico.
Bolivia se independizó de España en 1825 y al igual que el resto de las nuevas repúblicas, nació con el reconocimiento jurídico de toda la extensión de sus tierras y fronteras. Dividió su territorio en provincias, que se convirtieron después en departamentos y uno de ellos se llamó El Litoral, con una superficie de 120 mil kilómetros cuadrados y cuatro puertos: Antofagasta, Cobija, Tocopilla y Mejillones.
Rico en guano, de importante valor comercial como fertilizante natural, así como en salitre, muy requerido durante la revolución industrial. Con inmensas vetas de plata, cobre y litio, además de riqueza marina, este territorio costero fue invadido poco a poco por ciudadanos chilenos que desde 1840 empezaron a explotar los recursos sin permiso de las autoridades bolivianas.
El gobierno de entonces, pacífico y solidario con su vecino, arregló las cosas amistosamente con pequeños impuestos y cesiones de su frontera a través de tratados que duraron hasta 1877, cuando ocurrieron un terremoto y un posterior maremoto que arrasaron la costa boliviana.
Sin dinero suficiente para enfrentar la catástrofe (sismo de 8.8 grados Richter, según mediciones actuales, además de una grave sequía que en 1878 había devastado gran parte de su territorio) el gobierno boliviano solicitó al de Chile un impuesto adicional de 10 centavos por cada quintal de salitre, cosa que enojó no sólo a los chilenos sino a la compañía inglesa con la que se habían asociado para la explotación de este producto. Y ahí comenzó todo: no sólo no pagaron el nuevo gravamen, sino que encontraron el pretexto idóneo para terminar de arrebatar ese territorio.
El 14 de febrero de 1879, el ejército chileno invadió el puerto de Antofagasta y sin previa declaratoria de guerra, obligó a los bolivianos a entrar en una conflagración que también afectó a Perú debido a una alianza que peruanos y bolivianos habían firmado para defenderse juntos. Hasta la ciudad de Lima entró el ejército chileno armado y asesorado por el entonces imperio inglés. Bolivia perdió su litoral y Perú sus provincias Tarapacá, Tacna y Arica, aunque 10 años después Tacna fue devuelta a Perú.
La llamada Guerra del Pacífico terminó con la firma de una tregua que Chile y Bolivia firmaron en 1884, mediante el cual Bolivia aceptaba el dominio chileno sobre su territorio costero a cambio de un acceso soberano al mar que Chile se comprometió a otorgar. Diez años después (1904) firmaron un “Tratado de Paz y Amistad” por el cual Bolivia cedía definitivamente la propiedad de su litoral a cambio, además, de la construcción de un ferrocarril que iría de Arica a La Paz; alguna compensación económica y el derecho de libre tránsito boliviano por los puertos que antes fueron suyos.
Han pasado 137 años de aquellos sucesos y Bolivia sigue esperando que Chile cumpla su compromiso de otorgarle un acceso soberano al mar, tal y como prometió el presidente chileno Aníbal Pinto en 1880 a través de una carta donde ofrecía los territorios de Tacna y Moquegua si Bolivia renunciaba a su litoral: “…las bases para la paz serían por parte de Bolivia: renuncia de sus derechos en Antofagasta y Litoral hasta (el río) Loa y en compensación cederíamos los derechos que las armas nos han dado sobre los departamentos de Tacna y Moquegua”.
Además de esta carta, existen documentos fehacientes que hablan del compromiso que 13 presidentes de la república, ocho ministros de relaciones exteriores y varios embajadores chilenos no niegan, pero tampoco cumplen. De 1880 a la fecha han dado largas, inventado pretextos y recurriendo a maniobras legaloides para incumplir la promesa histórica. El expresidente Sebastián Piñera manifestó primero la voluntad de su gobierno “de buscar soluciones concretas, útiles y factibles que vayan en beneficio de ambos países y de ambos pueblos”, y después que “entre Bolivia y Chile no existe ningún tema pendiente”. La actual presidenta Michelle Bachelet firmó con su par boliviano Evo Morales una agenda de 13 puntos de relación bilateral, en la que se incluyó el tema marítimo, pero hasta el momento se ha negado a retomar el tema.
Por todo esto, el 24 de abril de 2013 el gobierno boliviano presentó una demanda contra Chile ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya en la que pide no que le sea devuelto el litoral arrebatado; tampoco se le restituya los miles de millones de pesos que perdió y pierde por no usufrutuar lar riquezas naturales del mar perdido; sólo quiere que Chile se siente a la mesa a negociar esa salida soberana al mar que le prometieron.
Una promesa que para el investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, Manuel Becerra Acosta, constituye lo que se conoce como Acto Unilateral de Estado. Entrevistado para el diario boliviano La Razón en enero de 2015, dijo:
“Lo que está solicitando Bolivia es que se reconozca una manifestación unilateral de parte de Chile y eso también constituye una fuente del derecho internacional, es decir, a quien haga manifestaciones de carácter unilateral, cuando eso beneficia a otra parte, se entiende que es obligatorio para el estado que las hizo. En el transcurso de la historia de este conflicto, ha habido una serie de manifestaciones por parte de Chile en el sentido de comprometerse a negociar con Bolivia una salida al mar. Eso me parece claro, es parte del derecho internacional, es un acto unilateral que trae obligaciones para Chile”.
En este caso, según el derecho internacional, quien promete debe cumplir “porque lo que está mencionando Bolivia en su demanda es: tú lo dijiste, eso te obliga, es un acto unilateral. Yo estaría pendiente de la resolución de la Corte porque se está judicializando actos jurídicos unilaterales como fuente de obligaciones del derecho internacional, de obligaciones para los estados. Ya se ha hecho anteriormente, hay varios casos, el más conocido el de Australia y Nueva Zelanda contra Francia, ocurrido en 1973 cuando Francia realizó sus ensayos nucleares en una zona cercana a territorios australianos y neozelandeses. Estos países demandaron a Francia ante la Corte Internacional por los efectos radiactivos en sus respectivas zonas. Luego de una breve resistencia, Francia se comprometió a suspender sus pruebas –el acto unilateral– que luego debió cumplir por el carácter vinculatorio que tuvo ese su compromiso”.
El gobierno chileno impugnó la demanda con el argumento de que la Corte de la Haya no tenía competencia en el asunto; la Corte le respondió que sí. Hoy, los 10 millones y pico de bolivianos de los cuales 64 por ciento somos indígenas, esperamos la resolución final del tribunal internacional. El 6 de agosto cumplimos 191 años de Independencia, 137 de ellos sin mar. Y como ayer, seguimos diciendo: lo que un día fue nuestro, nuestro otra vez será.