¿QUIEN PIENSA? / 233 — ojarasca Ojarasca
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¿QUIEN PIENSA? / 233


Las acciones y las omisiones, las versiones y las filtraciones,
los noticieros y las columnas a modo, los discursos y los tratados que firman, sus vidas privadas y sus desfiguros públicos, los negocios sangrientos que permiten y los que no pueden impedir. ¿En qué estarán pensando? piensa uno, pasándose de piadoso: en México estas gente nomás no piensan. Ellos no. ¿Quién entonces?

El Estado dejó de pensarse como tal. Despanzurró las leyes de vocación popular. Se fragmentó y subastó en pequeños grandes negocios y complicidades a la altura de la moda, fiel al deteriorado pero aún irremplazable credo del neoliberalismo salvaje, que sigue ganando batallas aquí y arrebata plazas en países hermanos.

¿Será que los opositores profesionales? Pero si sólo piensan en permanecer dentro de la burbuja, condescender con los Pactos del jefe y acechar alguna oportunidad, algunita. Reparten tinacos y promesas los políticos y las políticas, éstas muy de chal y toda la cosa. Viendo el paisaje, queda concluir que el acceso al poder no está regido por la justicia ni la inteligencia sino por la apariencia.

¿Piensan las grandes corporaciones financieras sin rostro mientras deciden el destino del planeta? ¿La incontrolable ramificación empresarial del sistema que desde gigantes industriales, tecnológicos, comerciales, agrobestiales y extractivos bien destructivos nos encaminan al colapso del medio ambiente, el social ambiente, el mental ambiente de mundo y pobladores? Nada indica que estén pensando en serio.

¿Piensan en otra cosa que el marketing y el escalamiento al poder real y virtual los dueños de las televisoras y los consorcios de la comunicación y el entretenimiento? Cuando los empresarios se preocupan por la educación popular hay que llevarse la mano a la cartera, es obvio que no quieren a la gente con conciencia de clase sino con disposición al consumo y la trivialidad permanente.

Ha de ser que los intelectuales sí piensan. Los escritores. Los investigadores sociales. Los científicos de las trasnacionales (aunque despachen desde universidades públicas, como sucede). Han de ser ellos, aunque alcanzan pronto su límite y claudican dóciles tratando de hacer funcional la aplicación de su ciencia, sus ideas cuando las tienen, o su creación, para un poder que no piensa pero los aprovecha. Habrá que dudar de ellos, y más cuando dejan claro que se entienden con los arriba mencionados y autocelebran sus propias libertades democráticas que caben todas en un jarrito sabiéndose acomodar.

En la densa nata de intereses que cubre a la Nación, donde se descree de la lucha de clases pues allí creen que ya la ganaron. En esa nata que nada sobre las espaldas mayoritarias de la gente de en medio y de abajo se impone la creencia de que tan ocupado está el peladaje en migrar, trabajar, huir y sobrevivir que no encuentra tiempo para hacer conciencia, y descarta que aquí se piense. Temen que se piense, más bien. Nos niegan, patean, ningunean, ridiculizan, contrainsurgentean. Sus antídotos contra la vida inteligente son la mediocridad y la violencia.

En septiembre Ojarasca da lugar a quienes buscan su pensamiento en la tierra, lo siembran con extrema sencillez y realismo; lo cosechan firme, fresco, verdadero. En colectividad desmienten los presupuestos egoístas del individualismo capitalista, con una libertad y una dignidad que no se les reconocen, con esta sabiduría que los ilustrados y los patrones desdeñan.

Ante la insensatez que domina los rumbos de México, es un alivio y un privilegio abrir esta ventana a lo que en los pueblos originarios se piensa.

 

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