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PELOTA MIXTECA: DON TERESO GÓMEZ GUARDIÁN DEL JUEGO

Lamberto Roque Hernández

Tereso Gómez arrea una yunta enorme. Se ve diminuto al lado de sus dos enormes bueyes quienes le obedecen ciegamente. Aun teniendo dificultades para caminar debido a problemas con sus rodillas, domina la yunta con la ayuda de su garrocha. Los púa con ella si desobedecen o los toca solamente para demostrarles aprecio. El señor Gómez es de los poquísimos campesinos del pueblo que conservan la tradición de trabajar sus tierras con yunta. Usa el arado hecho de algún tronco de mezquite. Ajusta el tiro del arado con su clavija hecha con sus propias manos. El barzón torcido hecho de cueros crudos de toro ajusta el timón al yugo para que los toros jalen parejo. El barredor ensartado en el ángulo que forma la cabeza del arado con el timón barre los surcos y sepulta los acahuales o arrima la tierra a los piecitos de las milpas  y las matas de frijol, cuando es tiempo de la deshierbada o la orejera. El señor Tereso posee todo un racimo de conocimiento fundamentales, matemáticos, precisos, que sin darles un nombre científico él usa, de por sí, para trabajar la tierra.

Este personaje es muy especial en la comunidad de San Martin Tilcajete, no solamente por sus prácticas agrícolas sino porque en sus tiempos fue uno de los más grandes jugadores de la pelota mixteca en la región zapoteca del valle de Oaxaca.
De acuerdo a don Tereso, “el juego de pelota mixteca es muy viejo. Es un deporte que en sus tiempos fue practicado por gente del pueblo y visto por la realeza. En aquellos años, los apostadores derrochaban sus bienes en apuestas.  Lo que llevaban puesto inclusive, porque los guaraches de los reyes eran de oro. Para los jugadores ganadores, la gloria y parte de las apuestas. Para los perdedores nada. Y en ocasiones eran sacrificados”.

Y agrega, “Este juego siempre ha sido de apuestas. Hasta la fecha. El que gana se lo lleva todo como en cualquier otro deporte. La fama que da el triunfo. El reconocimiento del pueblo. El dinero. La gloria. Yo lo gané todo. Les gané a todos. Derroté en duelos de uno contra uno al que me pusieran. Y con mi quinta le ganábamos a todas las quintas de la región. Fui campeón por muchos años hasta por ahí en el año de 1994. El juego de pelota mixteca es mi vida”.
Don Tereso Gómez nació el 19 de mayo de 1951. Creció y se desarrolló en el pueblo como la mayoría de  los niños de su época.

Trabajando en el campo. Yendo a la escuela. Cuidando animales en las colina aledañas. Aunque su infancia fue difícil ya que su padre se marchó cuando él era un niño, don Tereso veía como modelos a seguir a sus tíos, jugadores férreos de la pelota mixteca. “Mis tíos me pusieron por primera vez el guante a los quince años, así fue como empecé a jugar”.

Según su testimonio, de ahí en adelante nada lo detendría para llegar a ser el mejor.  Combinaba el trabajo del campo con su deporte favorito, debutando en la primera fuerza en el año de 1969. Con el paso del tiempo, su nombre se hizo conocido y él se convirtió en el jugador a destronar. Recuerda cómo esperaba con ansiedad los domingos para enfrentarse a los grandes de la época. Esos tiempos cuando este deporte era popular. Se jugaba como parte de las celebraciones en las fiestas patronales del pueblo. El pasajuego se llenaba de espectadores. Venían equipos de otros pueblos a quienes se les invitaba con anticipación. Había partidos que se alargaban por horas, grandes apuestas, espectadores golpeados accidentalmente por la pelota, pero era parte de estar ahí. Los perdedores pagaban  sin protestar. No había reclamos al chazero (arbitro). Todo era limpio, nadie se peleaba ni se quejaba con nadie como hacen en otros deportes. El juego de pelota mixteca era y es un deporte pacífico.

Al preguntarle qué sabe del origen de este juego, responde: “Mira, en estos días por aquí anda un gringo que es historiador, y nos invitó a ver lo que está descubriendo aquí en los campos en las afueras del pueblo. Nos mostró en las ruinas la parte donde dice que estuvo el pasajuego, o sea el patio donde se jugaba pelota. Ahí se pueden ver las gradas donde iba el pueblo a divertirse, digamos. Mi hijo, otros del pueblo y yo peloteamos ahí, y nos tomaron fotografías. El historiador nos contó que la pelota mixteca es un juego viejísimo, autóctono, ancestral. Y según en esos tiempos (hace más de dos mil años) muy remotos, se jugaba ya, pueblo contra pueblo. Igual como ahora. También nos dijo que en el pasado el rival a vencer era lo que hoy se conoce como San José Mogote en el distrito de Etla”.

La mirada le brilla de emoción al platicar cómo en sus tiempos inspiró a jóvenes del lugar a practicar el juego de pelota. Con cualidades y nombres describe a jugadores de su época. No solamente locales sino también de los pueblos aledaños. Con nostalgia habla de los que ya se han ido de este mundo y de los viejos que aún quedan. Se acuerda de la posición de cada uno de ellos. De los que fueron buenos saques. De los que eran resto. Los hermanos Sosa, Jorge Ortega, el difunto Abel (Melchor), Felipe El Pingo, Jovito Hernández, Carmelo, su hermano ya fallecido, entre muchos. Se ríe al mencionar a los que físicamente se veían muy fuertes, con unos brazotes como el mono, y aun así, no eran tan buenos. “Porque este juego es de inteligencia”, dice.

Actualmente en la población se practica el juego de pelota mixteca, aunque según el señor Tereso de manera decadente. Agrega que se está perdiendo debido a las influencias de otros deportes. A la falta de apoyo oficial, aunque según él nunca lo hubo. A que no es un deporte popular entre los jóvenes de la comunidad, posiblemente porque los medios de comunicación masiva como lo es la televisión no lo promueven como un deporte en el que hay “modelos” a seguir. Además, aparentemente es peligroso debido al peso del guante y de la pelota con que se juega. “Y hay mamás que no quieren que sus hijos se lastimen”, agrega entre risas.

Sin embargo, don Tereso Gómez, a sus sesenta y cinco años, mantiene la esperanza viva de que el juego de pelota reviva en Tilcajete. Y como muestra de su fe, lo ha heredado a sus tres hijos. Los entrenó desde muy pequeños. Evelio, quien aún vive en el pueblo, se ha colocado entre uno de los mejores jugadores en el estado de Oaxaca. Forma parte de una de las mejores quintas en el valle. Constantemente viaja a jugar fuera del estado así como a California, en donde hace equipo con sus hermanos Rufino y Antonio ,quienes también destacan, aunque fuera del país.

En la mirada se le nota la nostalgia a don Tereso al enfatizar que fue perdiendo fuerza y dejó de ser el mejor a mediados de los años noventa. De ahí en adelante se dedicó a entrenar a sus hijos, quienes están siguiendo su buen ejemplo, la práctica de un deporte ancestral. Único. Limpio. Es feliz al ver los trofeos que Rufino ya colecciona. Y más cuando su nieto de cinco años Bryan Gómez Ramos aparece portando ya su guantecito. Y se consuela más al decir que no se retiró porque haya querido, sino porque sus rodillas le traicionaron. Ellas lo vencieron.

Por lo pronto, se dedica a su otra pasión, el trabajo del campo. A arrear su yunta para abrir las venas de la tierra en donde planta el maíz, el frijol y la semilla de calabaza. A pastorear sus animales como cuando era niño y desde esas colinas que enmarcan el valle recuerda sus buenos tiempos. Y de vez en cuando escucha los estruendos causados por su guante al chocar con esa bola de hule como si fueran tronidos, anunciando la lluvia.


Sobre el origen y la historia de este juego: https://www.youtube.com/watch?v=WkKy7S45SWk

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