TIEMPO DE MUROS / 237 — ojarasca Ojarasca
Usted está aquí: Inicio / Umbral / TIEMPO DE MUROS / 237

TIEMPO DE MUROS / 237

Nunca antes se habían levantado en el mundo tantos muros como los que siguieron a la caída del de Berlín. La ignominia tolerada por el resto de naciones contra Palestina y la República Árabe Saharahui no se compara a la que separó por más de dos décadas la capital alemana, castigada así por el “mundo libre”. Saharahuis y palestinos habitan un no-país que sus usurpadores anhelan desaparecer. Muros separan las dos Corea, los dos Chipre, India y Bangladesh, Georgia y Osetia. Además han proliferado los muros intranacionales que separan, sin eufemismo, a ricos y pobres en ciudades como México, Guatemala y Río de Janeiro. Suelen tener garitas y guardias que prohíben el paso según la pinta del sujeto. A los mexicanos nos tocará afrontar un muro larguísimo, titánico, con cargo a nuestras remesas y a la economía toda: primero nos gangrenaron Pemex y ahora se van a clavar nuestras remesas como en atroz tienda de raya: lo que ganaste trabajando para mí te lo quito a la salida y te pateo para fuera. Los anuncios de Trump cuentan con la complicidad práctica de un Estado mexicano aquiescente, impotente, torpe pero arrogante para con los mexicanos: el que nos gobierna no nos representa, pero bien que gesticula.

Será, anuncia el orate, un muro bellísimo (dando una idea de su pésimo gusto: estos muros son espantosos), inmenso, técnicamente avanzado. Ya cotizan para alzarlo empresas especializadas; la primera que se entrevistó con el magnate es, oh sorpresa, israelí. Su impacto en la naturaleza será devastador. Y para nuestras comunidades implica un cambio drástico de referentes geográficos, laborales y culturales; un miedo por quedar atrapado allá o atorado acá; una incertidumbre para la economía familiar y comunitaria. ¿Volverán los pueblos a trabajar su tierra, o terminarán de emigrar a las ciudades para mal emplearse en decadentes industrias colonizadas (les decían —globalizadas— en tiempos mejores), pronto descobijadas de los tratados comerciales que las apuntalaban?

De nuestra reacción depende el futuro de México. Porque si lo dejamos a Peña-Videgaray-Meade-Beltrones y demás, estamos fritos. Se comportan cual conejos lampareados, gatos que son del imperio. Qué TLCAN/NAFTA ni qué nada. Estados Unidos es campeón mundial absoluto en tratados firmados e incumplidos o traicionados. ¿Qué tanto es uno más, ante gobiernos domesticados como el mexicano? Enfrentamos ya una Border Patrol cuyo 30 por ciento es de veteranos de Irak y Afganistán. Es una zona de guerra.

La investigadora canadiense Élizabeth Vallet ha documentado la relación de los muros con la violencia: son violencia en sí mismos (https://borderwalls.hypotheses.org/). Hoy el mundo se cierra. De 2014 a la fecha los muros han aumentado un 50 por ciento. La gráfica que lo mide es aterradora, y no considera el de Estados Unidos con México, ni el de Dominicana con Haití.

Debe organizarse la vida de otra manera antes de que se haga demasiado tarde y el muro se nos venga encima. Hay que empezar por demoler nuestros propios muros, no por interiorizados menos perniciosos.

Cada año se edifican más muros y cercas. Bulgaria, Marruecos, Turquía, Túnez, Grecia, República Dominicana y México son los anuncios más recientes. Hace 25 años se pensó que la caída del muro de Berlín marcaba el fin de una era, que en un mundo más abierto los muros serían obsoletos. Del 11/9 en adelante, la utopía del libre mercado se esfumó. Luego siguieron los muros post-primavera árabe. Vallet ha documentado en diversos trabajos cómo en el reforzamiento de las fronteras antes semipermeables los muros son símbolos de reafirmación identitaria y xenofóbica, dejan una marca sobre la soberanía de los Estados vecinos, son instrumento de disociación, lugares de violencia garantizada.

comentarios de blog provistos por Disqus