LA EXPRESIÓN DE LO COLECTIVO / 238
Tlahuitoltepec, Oaxaca.
Mi nombre como me pusieron en el acta es Juan Clímaco Gutiérrez Díaz, pero generalmente me conocen como Xewään, mixizando es un insecto que nace de las gallinas ciegas. Soy profesor de educación primaria, y ahorita tengo la otra función de ser asesor técnico pedagógico.
Cuando nacemos, dicen los abuelos que los ombligos o las placentas se entierran en la casa para que uno no se vaya. Si uno sale es para volver otra vez, porque tu placenta está enterrada aquí. Aún así muchas personas han viajado a otros estados, incluso otros países, pero regresan una vez que terminan de trabajar allá o agotan su recurso. Aquí nacen y aquí mueren.
El maíz tiene un renombre muy grande. El maíz es el que nos rostra, el que nos da la cara, los ojos, el cuerpo completo. Es así como se concibe al maíz. Los mixe somos la gente del maíz, eso quiere decir. Cuando nosotros hacemos ceremonias, las ofrendas se preparan a base del maíz. El maíz es el alimento que le damos a los seres sobrenaturales.
Antes se hablaba de los duendes, ahora ya no los vemos. Duende es una persona que vivía en el monte, con una estatura pequeña y con una habilidad e inteligencia superior. Eran personas, dialogaban como tal, pero ya no los vemos por lo mismo que hemos modificado la naturaleza. Supongo que se van porque huyen.
La asamblea en la comunidad se convoca cuando hay algo qué analizar. Se disfruta más cuando hay elecciones de las autoridades. Generalmente se hace por citatorio y luego se discute quienes serán nuestros representantes. Últimamente se ha manipulado un poco, no tanto por el partido, pero sí hay intereses personales.
Los casos que se analizan son, por ejemplo, los de colindancia, la gente de otra comunidad que de pronto invade terreno, lo discutimos cómo se ha de resolver. Otro es de las sectas religiosas cuando se metieron aquí. Algunas otras veces las autoridades no asumen sus funciones e igual vamos a asamblea, también con las obras públicas grandes, pues las chicas las decide el cabildo.
Las fiestas las hacemos en el cerro. Le hablamos al viento, le hablamos al agua, al relámpago. No le hablamos al dios que dicen que está allá en el cielo, sino al que está presente. Cada año subimos al cerro más alto y hacemos la ofrenda en honor a nuestro líder que defendió al pueblo mixe. Condoy, le llaman. También es el cambio de autoridades, entonces ellas también tienen que subir, y si no lo hacen, la gente empieza a desconfiar y a cuestionar. Después del cerro bajamos a una cena y es la convivencia. Para completar y no despreciar tanto la religión católica, al día siguiente nos vamos al rezo en la iglesia. Lo esencial ese día es la comida, se sirven platillos típicos y la bebida típica que es el tepache champurrado.
La música es lo más propio de las expresiones artísticas mixes. Antes era sólo una flauta y un tamborcito, después fue evolucionando a un tipo de guitarra que tenía su propia afinación, luego entraron los típicos con guitarras más sofisticadas y ya últimamente es la banda.
Hay una composición que a mí me gusta mucho, le llaman “Tempestad”. Dijo el compositor que se inspiró una vez que fue a su rancho y vio a su maizal que estaba todo tendido por culpa de los jabalís. Y así suena la música, como un ¡pum! Hay otra que hicieron recientemente sobre tomar pulque, y últimamente muchos compañeros empiezan a componer sobre la vida de aquí.
Cuando aquí se siembra algo, se invita entre varias familias a participar en el trabajo sin ningún pago, sólo con una comida y una bebida. En cuanto a la colindancia, todo el mundo va a limpiar los alrededores del territorio. Los caminos igual, cada fin de año, que para nosotros es en octubre porque el inicio del año es el primero de noviembre. Y cuando se empezaron a construir las casas comunales, también lo hicimos en colectivo.
Todo esto se empezó a romper con los recursos federales, que porque su trabajo está pagado y si queremos participar, nosotros también tenemos que pagar. Así se rompió la cuestión colectiva, lo que nosotros llamamos la comunalidad. En las mismas convivencias se expresa, cuando hacemos la pachanga ponemos algo que se llama comida machacada, y la gente se sienta alrededor porque no hay platos individuales. Esa es la última expresión que veo de colectivo.
Todavía tenemos al 99.9 por ciento la expresión de la lengua. Nombramos todas las cosas, menos las que acaban de llegar, como los refrescos, las sabritas, gamesa y esas cosas. No es que no les podamos poner nombre, pero necesitamos reflexionar para nombrarlas. Hay bases que usaron nuestros ancestros para nombrar las cosas nuevas. Uno de los ejemplos fue con las cuestiones de la iglesia o la religión: a las gallinas o a los panes les pusieron un sufijo que hacía referencia a que venían del cielo. “Pollo del cielo”, “la casa del cielo”, “tortilla del cielo”. Así les ponían, pero parte de una reflexión, de qué se debe tomar en cuenta para ponerle ese nombre. Al tractor le pusieron como un animal que se mete en la tierra y la derrumba, al cable de luz le pusieron como si fuera bejuco de luz.
Aquí se toma en cuenta la jerarquía para la organización del pueblo. Empezamos por el cargo más bajo hasta llegar al más alto. Generalmente se inicia con topiles, con vocales, con secretarios, y después hay una puerta de entrada.
Algunas cosas que nos amenazan son las referentes a la educación. Aquí, en Tlahui, se han generado muchas propuestas, desde una secundaria comunal en los años 80, donde participaban los compañeros que atendían primaria y por las tardes daban tequio para atender la secundaria comunal. El gobierno se enteró del proyecto y mandó poner una secundaria federal. En seguida se estableció el Centro de Capacitación Musical y Desarrollo de la Cultura Mixe (CECAM) que aunque se sigue manteniendo como una institución independiente, lo van jalando y jalando siempre.
De las mujeres, dicen que está muy chingón que estén ocupando un cargo, pero de pronto veo que la mujer tiene hijos que atender, y quién lo va a hacer mientras está en el cargo. Generalmente en Tlahui ponen a mujeres que no tienen esposo, viudas, abandonadas.
Oí por ahí que el gobierno está instruyendo 50 por ciento de mujeres en el cargo municipal. Yo no me quejaría si estuviera pagado. Necesitamos empleo. Pero si es un servicio gratuito, es castigar a las mujeres. Además de que terminan su servicio, llegan a la casa y a hacer la comida para sus hijos. Ninguna mujer tiene marido si está en el cargo.
Aquí las mujeres también van al campo, trabajan igual que el varón, incluso más, porque la mujer se levanta primero, prepara el almuerzo, come y se va al campo otra vez. Termina la jornada del rancho igual que el hombre, y regresa para preparar la comida. El hombre nada más está esperando.
En la concepción de la muerte, la mujer carga un número 7, porque se velan siete días y tienen siete niveles de vida, y el hombre un 9. Es difícil de explicarlo. Hay diferencia, no hay equidad. Una vez una maestra juntó una banda de puras mujeres, era la primera vez que veíamos una banda femenil. Hay la creencia de que si una mujer toca una flauta o un instrumento, no va a poder parir bien. Pero aquí todo está normal, no pasa nada. Las compañeras tocan los instrumentos normal, como los varones.
Para nuestros ancestros tenemos otro mundo al que nos vamos cuando morimos. Dicen que nosotros circulamos por la derecha cuando estamos vivos. Cuando nos alcanza la muerte, nos detenemos y giramos por la izquierda. Cuántos de nosotros no hemos recibido mensajes a través del tecolote, a través de la comadreja, de unas víboras. Cuando uno encuentra esos anuncios, vemos que vino un ser o un familiar transformado, te viene a visitar y a avisar algo. Aquí lo creemos mucho.