¡SEAMOS CLAROS! LA CUESTIÓN MAPUCHE — ojarasca Ojarasca
Usted está aquí: Inicio / Veredas / ¡SEAMOS CLAROS! LA CUESTIÓN MAPUCHE

¡SEAMOS CLAROS! LA CUESTIÓN MAPUCHE

Diego Ancalao
  • Carta al diputado chileno José Antonio Karst

 

He leído algunas niñerías sobre el pueblo nación mapuche expuestas por Germán Becker, Diego Paulsen y Carlos Larraín, que dijo: “aquí se está fomentando la impunidad”, refiriéndose a la machi Linconao. Claro ejemplo de doble moral, ya que su hijo atropelló a una persona quien murió, se dio a la fuga y salió impune. Sin embargo, la miopía de usted superó todo lo imaginado.

Sus comentarios son infundados, aunque usted no es culpable de su ignorancia, ya que ha sido criado en un ambiente racista, clasista y arribista, que lo formó despegado de la realidad del país, y como el medio crea el biotipo, es una especie de víctima de un sector de Chile muy distinto al mundo mapuche. “Todo lo que se ignora, se desprecia”, decía Antonio Machado. Es un deber vencer la ignorancia sobre el pueblo mapuche, no al ignorante.

En su carta pública asegura: “He ido, una y otra vez, a La Araucanía y he visto en primera persona la destrucción del Estado de derecho y el miedo que infunden día a día los terroristas”. Para su conocimiento, en Chile no hay terrorismo, lo hubo del 11 de septiembre de 1973 a 1990, ahí se destruyó el Estado de derecho y la gente no podía vivir tranquila por miedo a que la mataran. Es la herencia política de la dictadura.

No hay terrorismo mapuche. El propio Relator Especial de la ONU sobre Protección de los Derechos Humanos en la lucha contra el terrorismo y contraterrorismo, Ben Emmerson, recomendó a Chile la suspensión inmediata de la Ley Antiterrorista contra activistas de reivindicaciones mapuche. Sugirió la revisión de condenas y procesos que afectan a personas juzgadas con ese cuerpo legal y la creación de un órgano independiente para “investigar y sancionar hechos de violencia innecesaria” por parte de las policías, a fin de poner término a la impunidad.

Ningún gobierno ha solucionado la demanda mapuche desde antes de los noventa, y estamos hablando del Tratado de Yumbel que reconoció el pueblo mapuche señalando taxativamente: “Habrá una Paz y alianza perpetua e inalterable entre ambos Estados. Su línea divisoria será el Biobío” (diciembre 13 de 1823, Pedro Barnechea). Posteriormente, el Estado de Chile reconoció la nación mapuche en el Tratado de Trapihue de 1825.

No se busca dividir Chile territorialmente, como podrá comprobar en los tratados mencionados, sino que se reconozca esa deuda que dejó al pueblo mapuche con 500 mil hectáreas en las llamadas reducciones, luego de contar con 10 millones de hectáreas. Sólo para tomar conciencia, hoy el pueblo mapuche, en su conjunto, tiene alrededor de 900 mil. Por otra parte es imposible dividir culturalmente un país que ya es multicultural. Viven dentro de un mismo Estado culturas ítalo-chilena, suizo-chilena y otras, sólo manifestarlo es ya un contrasentido. Estas subculturas se integraron y aceptaron las reglas del Estado cuando los invitó a colonizar.

El pueblo mapuche no busca integrarse a una cultura impuesta y por la fuerza que creó por decreto una nación. Buscamos reconocimiento de la nación originaria que estaba aquí antes del Estado de Chile, no somos una subcultura.

Para evitar confusiones, hay una diferencia entre ser chileno y mapuche. No es física, es de identidad, nacida de la experiencia histórica que comparte el pueblo mapuche y, por ello, comparte un futuro o destino común. Lo que nos diferencia son las características de etnicidad, identidad y origen que marcan la diferencia con el chileno criollo. Y la etnicidad es el aspecto de una relación social entre agentes de una cultura que se consideran culturalmente distintos a otros.

La violación permanente a estos tratados y al Estado de Derecho no es de parte del pueblo mapuche, sino de la oligarquía que ha capturado al Estado para sus beneficios. En cuanto al grupo de terroristas que menciona, de existir, y en virtud de los hechos, los terroristas serían esa propia oligarquía que, con violencia, se tomó los terrenos que no le pertenecen desde la Ley de Colonización de Manuel Bulnes y la ocupación de La Araucanía por el Ejército chileno (1881) en el genocidio mal llamado “pacificación”.

La demanda de territorio es política, no agrícola, y solicita no sólo el reconocimiento de la violación de estos tratados por parte del Estado, sino la compensación, con derechos colectivos de un pueblo nación originaria, con su reconocimiento legal en la Constitución, con derechos políticos y civiles.

En cuanto a la violencia campesina, no viene del pueblo mapuche. Un ejemplo: “Se dejaron caer algunos agricultores civilizados a casa de un cacique a hacer justicia por sí mismo y después de violar bárbaramente a las mujeres de aquél, las asesinaron con todo salvajismo junto a sus hijos. Pero no satisfechos con tanta impunidad dejaron ensartados en estacas a los cadáveres de las mujeres, introduciéndoles un madero por la parte posterior” (citado por Jara, 1956).

Por esto mismo, la Fiscalía debe explicar qué pasó con la pelea entre las familias Luchsinger y Mackay por la disputa de terreno en Vilcún, documentada antes del incendio, donde al enterarse de que Donald Mackay daría una entrevista a un diario, siete integrantes de la otra familia fueron a golpearlo a él y al equipo periodístico. Consta esto en fotografías de la golpiza. Estos son sospechosos de verdad. Y si no los han investigado es por su apellido y porque tienen dinero.

Le recuerdo diputado que hay gobiernos que desde 1990 han intentado resolver el asunto mapuche fracasadamente, ya que hicieron lo que usted recomienda: judicializar la causa mapuche y reprimir policialmente. Por ejemplo, los casos “Poluco Pidenco” y “Lonkos”, con extremas condenas. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ordenó al Estado dejar sin efecto esas sentencias, ya que “fueron emitidas fundándose en una Ley Antiterrorista violatoria del principio de legalidad, del derecho a la presunción de inocencia, del principio de igualdad y no discriminación”. Esas condenas fueron “arbitrarias e incompatibles con la Convención Americana”.

Para aclarar sus dudas, la machi Francisca Linconao no es culpable y demostró su inocencia en 2013, cuando fue detenida; incluso ganó un juicio contra el Estado chileno. Tanto es así que el Primer Juzgado Civil de Temuco condenó al Estado a pagar 30 millones a la machi.

Por si no lo sabe, el 5 de enero de 2017, mediante un recurso de amparo, se le aplicó a la machi el arresto domiciliario, ya no cárcel, dejando en evidencia que el voto de minoría del ministro Luis Troncoso era arbitrario e ilegal.

Por otra parte, usted ha invocado los derechos humanos en favor de los presos de Punta Peuco. Parece a lo menos penoso, porque a esas personas se les comprobó sus delitos y fueron declarados culpables de asesinato y violaciones a los derechos humanos. Entonces, resulta tan ridículo como invocar derechos humanos a los declarados culpables en el juicio de Nuremberg.

¡Seamos claros!: La Araucanía y el Bio-Bío no son de todos los chilenos, pertenecen territorialmente a un pequeño grupo, los dueños de las forestales. Nadie quiere arrebatar La Araucanía. O tal vez quiso decir, arrebatarle La Araucanía a Angelini y Matte. A quienes, usted como parlamentario, parece defender en el fondo, y no a todos los chilenos, como quisiera hacer creer.

El pueblo mapuche tiene alrededor de 900 mil hectáreas. Si las suma, podría concluir que el millón de mapuche en Chile tiene menos tierras que las familias Angelini y Matte, que cuentan, en conjunto, con alrededor de 3 millones de hectáreas. Si La Araucanía tiene unos 3 millones de hectáreas, no somos los mapuche ni los chilenos criollos quienes se podrían apoderar de la región, sino esas dos familias.

Así el escenario, se hace imposible apropiarse territorialmente de una región por parte del pueblo mapuche, ya que en promedio tocamos infinitamente menos hectáreas que esas dos familias, por lo que el discurso de que “La Araucanía es de todos los chilenos y la defenderemos con todo el peso de la Ley de quienes quieran arrebatárnosla” no pasa de ser una penosa declaración sin fundamento y, además, nacionalista al mejor estilo nazi.

Es brutal, incoherente y falaz decir que los mapuche se van a independizar de Chile por demandas de autonomía territorial separatista, tomándose un fundo de una forestal o de un empresario agrícola. Me extraña esta idea, viniendo de un parlamentario que está bien pagado para que lea y reflexione con altura intelectual, no al revés.

comentarios de blog provistos por Disqus