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SINCRETISMO ARMÓNICO EN EL MASTRANTO

Eduardo Guzmán Chávez

UNA CEREMONIA WIXÁRIKA-CATÓLICA PARA LA DEFENSA DEL AGUA
Y DE LA VIDA EN EL ALTIPLANO WIRIKUTA EN TRECE GAJOS

 

Singularidades de una comunidad en SLP:

  1. Se encuentra al pie de la sierra de Catorce justo en el camino por donde los peregrinos wixaritari ascienden a los cerros El Quemado y El Lucero. Es una puerta natural hacia la cúspide donde tienen sus asientos las deidades del amanecer que iluminan la vida.
  2. A contracorriente de casi todos los ejidos del municipio de Catorce que sufren la imparable emigración de sus jóvenes, El Mastranto ha experimentado en los últimos veinte años un crecimiento poblacional. ¿Su habilidad multiplicativa será porque el agua corriente que beben proviene del manantial que los huicholes llaman maxaujata, manantial del venado trascendido? Cuando el oficio del tallado de lechuguilla ya sólo lo practicaban uno que otro viejo en varias comunidades, en El Mastranto aún era un oficio vivo del que se alimentaban familias jóvenes.
  3. También de la minería se han sostenido en los últimos años. No de la local. Viajan a Zacatecas en periodos intensivos de trabajo para tener cinco o diez días de descanso en su tierra natal, donde invierten mejorando sus casas, comprando una troca y creciendo las familias.
  4. La minería en la que se emplean lejos de casa aporta no sólo sostén económico, también les ayuda la experiencia para formar un criterio a la hora de elegir si aceptan o no los proyectos mineros que intentan establecerse en su territorio.
  5. La comunidad de El Mastranto no quiere mina en la sierra de Catorce. La rechazan porque son testigos directos de los estragos que la minería moderna comete dondequiera que estalla su dinamita. Ya vieron en Zacatecas los inmensos boquetes que desaparecen paisajes y siglos de agua corriente en la entraña profunda. Por eso no dudan y le dicen al gobierno insistentemente que cancele las concesiones mineras en la sierra de Catorce y en el Bajío, y que juntos hallemos vocaciones naturales que nos den de comer en abundancia sin lastimarlas hasta su destrucción.
  6. ¿Escucha el gobierno en sus distintos pisos lo que le grita su intestino pueblo corazón? La comunidad creativa no se cansa de comunicarse de las mejores maneras para que atiendan su derecho.
  7. La noche del 4 y la mañana del 5 de febrero ocurrió algo histórico. La comunidad de El Mastranto donó un terreno al pueblo wixárika. Es mínima la extensión, quizá no llega a una hectárea, pero posee un alto contenido simbólico. Se reconoce a los huicholes o wixaritari como dignos descendientes de una tradición milenaria que han sabido honrar una relación profunda con la naturaleza del semidesierto en el Altiplano Wirikuta, de la que se saben hijos, a la que respetan como tatarabuela y con la que establecen fino diálogo.
  8. Y junto con ellos entienden que la naturaleza tiene espíritu, y en Wirikuta su palabra nació para sanar y sostener la vida, no para que extraigamos de sus entrañas los fundamentos energéticos minerales.
  9. La entrega del terreno se llevó a cabo mediante una ceremonia. Comenzó con una misa católica del párroco de Estación Catorce. Luego el viaje al fin de la noche con los cantos wixas. Al amanecer, el sacrificio de un becerro, y antes de ir a entregar las ofrendas, el cierre con la misa católica. Pudo ser un montaje forzado de dos lenguajes que se repelen. Sorprendentemente se tejió una doble espiral sincrética con resonancia armónica, por decir lo menos.
  10. Ya se habían transmitido a los asistentes los mensajes recibidos en el canto y los compromisos derivados para continuar la renovación de la vida. Los sacrificios y el levantamiento de un pequeño templo estilo wixárica. Derramando amor, el cantador paseó su bendición terapéutica con paciencia entre casi los 300 asistentes huicholes y mestizos.
  11. El párroco agradeció la noche en vela al lado de tales maestros y dio una palabra, flexibilizando sin romper sus protocolos, de manera que entre todos nos dimos la bendición y pasamos a tomar cada uno la hostia y el vino como sangre de Jesús de la mesa al aire libre.
  12. El pueblo anfitrión ofreció tamaliza, atoles y frijoles benditos. Comunidades de las faldas de la sierra organizadas para la defensa de sus manantiales de agua cooperaron para la ceremonia y refrendaron su compromiso de caminar juntos esta palabra de amor, naturaleza y digna resisitencia.
  13. El contingente wixárika provino mayoritariamente de Nayarit y una representación pequeña de San Sebastián Teponahuaxtlán, Jalisco. Todos hicieron un trabajo formidable. Se notó la ausencia de importantes centros ceremoniales y autoridades tradicionales de Jalisco y Durango, las cuales manifestaron su molestia por no haber sido convocadas con suficiente tiempo. La donación del terreno en El Mastranto, sello de la alianza de los pueblos mestizos del Altiplano Wirikuta con los huicholes, involucra a toda la nación wixárika, de los tres estados y sus centros ceremoniales en la defensa del agua y la vida, tal como dicta el corazón vivo de los ancestros-naturaleza.

 

 

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| El autor es escritor y ejidatario en Las Margaritas, San Luis Potosí.

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