HACIA UNA POÉTICA EN LENGUAS ORIGINARIAS
Kalu Tatyisavi:
Tzin tzun tzan.
Dirección General de Culturas Populares, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 2013.
Históricamente, la literatura mexicana ha considerado sólo a las letras escritas en castellano; sin embargo, en las últimas cuatro décadas se ha iniciado un fuerte movimiento de escritura en lenguas originarias, sobre todo en el sur del país. Por ello, no es extraño encontrar en distintas librerías y bibliotecas, libros de poesía, narrativa y otros géneros literarios escritos en alguna lengua mexicana como tu´un savi, diidxazá, ayuuk o náhuatl. Tenemos 68 lenguas y 364 variantes lingüísticas.
Tal es el caso de Tzin tzun tzan de Kalu Tatyisavi, poeta ñuu savi de la variante de la Mixteca Alta de Oaxaca. Tatyisavi ha ganado en dos ocasiones el Premio Nezahualcóyotl en Lenguas Mexicanas, el más reciente en 2012 por Tzin tzun tzan, libro nombrado desde el p’urhépecha. ¿Por qué nombrar al poemario desde una lengua distinta a la del poeta? Existen varias respuestas, la primera es porque toda lengua en el mundo se enriquece tomando de otras; sin embargo, para tomar palabras prestadas de otras lenguas es necesario entender la propia y él lo hace. Por ejemplo, en el último poema nombra a la lluvia en diferentes lenguas como náhuatl, maya, mapuche o guaraní; él reconoce que no estamos solos en el mundo, somos parte de un cosmos, por tanto lo nombra: “Los nombres de la lluvia son los nombres del mismo viento y luz:/Savi Janikua Quiahuitl Chac/Para Jallu Ama”.
La segunda razón se debe a que Tzin tzun tzan alude al “lugar del colibrí”, por su rapidez semejante a una flecha. Tzin tzun tzan representa “tres flechas, tres colibríes, tres tiempos, tres veces trece”, ésto es 39, número de poemas en el libro, divididos en tres tiempos, tres espacios, tres flechas.
El primer tiempo, “Bajo el ala del murciélago”, presenta el origen, el despertar, la relación directa con la naturaleza. Ello se debe a que los mitos de creación del mundo ñuu savi se enfocan al paso de la oscuridad a la luz, en ellos se relata que la tierra, cubierta de agua, se encontraba en tinieblas, y un dios llamado 1 Venado “Culebra Pluma” y una diosa llamada 1 Venado “Culebra Jaguar” fundaron una gran peña sobre la cual edificaron sus palacios. Piedra y palacios se encontraban en un cerro muy alto cerca del pueblo de Apoala, que en tu´un savi se llama Yutsa Tohon, “río de los linajes”, considerado la cuna de las dinastías reales e inicio del mundo.
Según ilustra el Códice Vindobonensis, a un lado del río creció un árbol trenzado de donde nacieron los ancestros fundadores del ñuu savi; el poeta también retoma el relato de construcción del mundo y alianzas de poder donde el gran Señor 9 Viento, que por medio de sus atributos se identifica como “el divino remolino”, está sentado frente a la noble y respetable familia representada por el Señor 1 Flor y la Señora 13 Flor, padres ancianos de la princesa 9 Lagarto con quien casará al gran Señor 5 Viento en el lugar Río con Manojo de Plumas, es decir, Apoala. La cultura del Pueblo de la Lluvia es el centro del poemario y Tatyisavi nos lo deja ver desde su primer verso y continuará con ello en su poemario: “La máscara ensancha sus ojos para que brote la cascada/y crezca el árbol del origen”.
Hacia el final de esta primera sección, comienza a dibujarse el inicio del asentamiento en comunidad, consolidada en la segunda sección del poemario con elementos como el bastón de mando, el cual representa para la cultura ñuu savi el emblema en el cual el pueblo ha depositado el poder. Es el símbolo que se pone en las manos de la autoridad, los nuevos dirigentes de los ñuu savi: “La lluvia se reconoce en la melena de sus antepasados/…/es el tiempo en que medita el bastón de mando”.
“Trece cuentas en alto relieve”, la segunda sección, nos adentra en la vida comunitaria, la formación de los centros ceremoniales con sus trece días, pero también el inicio colonial, la interrupción, la violencia del despojo; “¿Oyes los cascos?/Dame la mano/¿Tocamos una canción para nosotros?”
“Razones del temblor” es el último tiempo. Vemos al hombre actual, el conflicto entre pasado y presente con miras al futuro. Abre con un poema fundamental que nos deja ver a la recuperación de la lengua como recuperación del simbolismo cultural y la memoria: “Hace poco encontré una lengua extraviada”.
En este momento del libro se muestra el contacto de poéticas de la tradición occidental con la indígena, la incorporación de elementos occidentales que muchos poetas hacen en su creación literaria desde su lengua de origen: “De occidente me llega un verso bien pulido, desatado/déjenme empujar el obús y abrir los oídos para comprender su final final…”
Tzin tzun tzan es un continuum temporal y simbólico. Hasta aquí hemos hablado sobre algunos momentos del libro en su traducción al castellano. Sin embargo, no hay que olvidar que fue escrito en tu´un savi y posteriormente traducido por el propio poeta al castellano.
Entonces surgen las preguntas: ¿Cómo leer este poemario sin ser ñuu savi? Más que pensar cómo podemos leer estas obras, valdría plantearnos por qué nos cuestionamos cómo leerlas, pareciera que tenemos que hacer un esfuerzo para acercarnos a escritos provenientes de una tradición más nuestra que el propio castellano. Pongo el cuestionamiento sobre la mesa porque no veo que al leer textos escritos originalmente en sueco o rumano estemos pensando que necesitamos ser suecos o rumanos para comprenderlos, así como no he escuchado a ningún lector de Rimbaud o Szymborska que se complique demasiado por no ser francés o polaco para comprender su poesía; claro, siempre a lado de una buena traducción.
Tzin tzun tzan está traducido por el propio autor, lo cual puede ser de doble filo. El primero y “positivo” es que la palabra nos llega de la misma mente y boca, por lo cual la variación de significado en la traducción puede ser menor; el segundo y “negativo” es que, según Carlos Montemayor –quien reunió Words of the true peoples/Palabras de los seres verdaderos, primera antología multilingüe de las letras indígenas mexicanas–, al autotraducirse, la poesía puede caer en una simplificación de los conceptos. En Tzin tzun tzan esto no ocurre, pues en su traducción podemos reconocer el trabajo del lenguaje del poeta.
El tu´un savi tiene más de 81 variantes, muchas ininteligibles entre sí. Es una de las lenguas indígenas menos traducidas en México. Generalmente comprende 16 sonidos consonánticos, 5 vocales y 3 tonos. Es una lengua tonal, nasal y glotal; la primera característica únicamente se puede conocer de manera auditiva y se distinguen los tonos medio, bajo y alto; la característica nasal se marca con una “n” al final de cada palabra —todas las palabras terminan en vocal— y la tercera característica se marca con un apóstrofo entre palabras.
Lo menciono porque la formalidad de escribir tiene que ver con la lengua. La poesía occidental tiene que ver con características de las lenguas occidentales; la poesía en tu´un savi tiene que ver con las características de dicha lengua. Al ser tonal, la rima no es posible el texto original ni en su traducción; asímismo el ritmo es intraducible, pues el tu´un savi es tonal, glotal y nasal, a diferencia del castellano que no es glotal ni nasal y aun así el poeta logra mantener cierto ritmo en su traducción.
Cada lengua tiene sus posibilidades y realidades. Aquí predominan las imágenes construidas desde el simbolismo propio de la cultura. En varias ocasiones se prescinde del “yo lírico”, lo cual hace que el poema parezca hermético. Sin embargo, si leemos con mayor atención, veremos imágenes cargadas de simbolismo, giros idiomáticos de la lengua original traducidos al castellano, y una interesante estructuración del verso libre.
Avanzando, tenemos la segunda pregunta: ¿cuál es la poética del libro y de las obras escritas en lenguas originarias? No existe una forma única de ejercer la función poética en las lenguas mexicanas; hay tantas formas de ejercer la función poética como lenguas tenemos en nuestro país, de ahí que exista diversidad de recursos y mecanismos poéticos en las lenguas. La mayoría de nosotros no tenemos en cuenta lo anterior al acercarnos a textos en alguna lengua originaria. Pedimos que tengan los mismos elementos que los textos en castellano. Llegamos a leer poesía con una prenoción, aprendida desde la tradición occidental; acostumbramos nuestro oído a cierta métrica, ritmo, imágenes, y cuando no los encontramos, pensamos que ahí no hay poesía.
Quiero agregar una pregunta más: ¿Para qué leer la poesía escrita desde una lengua originaria? Responderé con palabras de Carlos Montemayor, quien sostenía que el náhuatl es un sistema lingüístico tan completo como el alemán; el maya es un sistema tan completo como el francés; el zapoteco como el italiano, el purépecha como el griego, el español y el inglés como el otomí y el mazateco: “Si acercáramos nuestro oído a toda esta diversidad lingüística y escucháramos todo lo que saben, sienten y dicen sus poetas, tendríamos una imagen del mundo más cabal, completa, aprenderíamos más del ser humano, porque nos acercaríamos a la memoria que todos esos pueblos conservan, defienden y de la cual se enorgullecen” (citado en Luis Hernández Navarro: “Carlos Montemayor, ciudadano de la República de las Letras”, La Jornada Semanal, 7 de marzo de 2010, Num. 783). No podría añadir más.
Como nota para aquellos que escribimos en nuestra lengua original, lo más importante es sacarla de su estatus comunitario para que se sepa que existe una lengua llamada tu´un savi (como hay hñahñu, mè'phàà u otras) que también es nuestra, tan válida como el español, comenta Kalu Tatyisavi. La importancia de escribir en las muchas y variadas lenguas mexicanas es que constituye un acto de resistencia; comparte mediante la palabra nuestro ser y estar en el mundo.