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MUJERES Y JÓVENES EN LA COSTA DE ECUADOR RECREAN COMUNIDAD EN ESMERALDAS

Ramón Vera-Herrera

Garita, Esmeraldas, Ecuador, febrero de 2018

Entramos al piso del centro de formación de la Unión de Organizaciones Campesinas de Esmeraldas (UOCE), en Abdón Calderón, y de inmediato nos atrapa la atención la cantidad de dibujos y murales alusivos a la espiritualidad y la lucha que son el centro de una educación pertinente. “¿Cuál es el motivo de su lucha?”, reza un mural a dos colores, negro y rojo, que muestra a una muchacha entrevistando con micrófono en mano a un joven con una pancarta. En otro mural una enorme mujer sobresale de unas aguas marinas plenas de seres y frutas y flores y ofrendas. En otro más donde se ilustra una hortaliza al pie de dos frondosos árboles y un grupo de jóvenes que discuten de pie, se puede leer: “Si puedes soñarlo, puedes hacerlo”.

Sorprende un trazado en el piso, borroso ya, que fue el croquis para imaginar el territorio más cercano. Y sobre todo maravillan varios dibujos a color, también en el piso, donde quienes van cumpliendo su formación, se imaginan a sí mismos con coloridas pinturas simbólicas dentro de círculos blancos: un serrucho y una brocha, una golondrina, un jaguar atravesando la rama gruesa de un árbol, un tenis rojo y una mochila azul, una fogata con mucha madera y fuego intenso, un río con islotes cruzados por la corriente con peces blancos, una caracola, un machete con un sombrero y las siglas UOCE, un vaso con una malteada de chocolate y dos popotes, un machete y una rama cortada.

Así se miran las y los estudiantes del centro de formación integral que mantiene cocina y biblioteca, salones de clase, parcelas y almacenes, y las oficinas de la organización en la segunda planta. Todo está en obra. Hay faena de las comunidades que colectivamente arreglan y mantienen las instalaciones, pero también expanden las áreas. Las cuadrillas vienen y van mientras conversamos con Nancy Bedón (presidenta de la comunidad de Galerita y técnica del consejo de gobierno de la UOCE) cuyo entusiasmo es responsable de todo ese tráfago comunitario y alegre, donde suben y bajan grupitos que sirven agua, sirven refrigerios e intercambian informaciones y directrices, mientras otros palean, ciernen arena, apisonan un firme o cavan unas zanjas.

Es la autogestión realmente existente en una región donde conviven montubios y afrodescendientes, población afromestiza, campesina y pescadora, que hoy también incursiona en algunos pequeños enclaves turísticos para aprovechar las playas y el maravilloso mar de la costa esmeraldeña. Su proyecto tiene muy presentes a las y los jóvenes y se preocupa mucho y bien por abrirle un espacio real de reflexión y formación a las mujeres, para que con plenitud asuman un papel digno e igualitario sin dejarse del machismo y la cultura patriarcal que durante siglos ha predado las relaciones en la zona (y en el mundo).

 

Escasas semanas antes, a tres cantones (municipios) más al norte, en la misma provincia de Esmeraldas colindante con Colombia, un coche bomba destruyó un cuartel policial con un saldo de 21 heridos. El bombazo ocurrió en el poblado de San Lorenzo alrededor de la 1:30 de la mañana y causó averías en viviendas y vehículos particulares cercanos al cuartel policial.

Según las versiones oficiales, incluido el twit del presidente de Ecuador, Lenin Moreno, se especula si el atentado fue perpetrado por un “grupo disidente de las FARC, con ligas con el narcotráfico y la delincuencia organizada”. Las autoridades señalan culpables pero en realidad nada es tangible, y las evidencias son difusas.

Hasta el propio fiscal de Colombia, Néstor Martínez, se aventuró a dar por hecho la autoría del atentado, y la mayoría de los medios ecuatorianos se han sumado a esa versión.

 

Lo cierto es que la reflexión de la UOCE se centra ahora, tras muchos años de bregar (pues son de los fundadores de la legendaria organización indígena Ecuarunari) en la defensa de la vida cotidiana, el trabajo comunitario, los proyectos productivos y de formación, pero muy centralmente en proponer maneras de que exista una igualdad, una equidad y un respeto en las relaciones entre mujeres y hombres, niños y niñas. Y en abrirle un “espacio a los jóvenes para que se relacionen con el afuera, que no estén encerrados”, como dice Nancy.

Pero todo está cambiando. La delincuencia organizada va estrechando cercos que son como escurrimientos de una agua lodosa que se filtra por doquier. La sombra comienza a aparecerse en la ruralidad latinoamericana conforme el experimento de horror colombiano-mexicano cunde como modo de vida en Centroamérica y el Cono Sur.

Por eso mismo comienza la UOCE a reflexionar en varios ejes dialécticos que son preguntas:

Cuál es la relación del afuera con el adentro en un momento en que ese afuera no puede dejarse realmente fuera nunca, colado por las redes electrónicas y los productos de consumo, los programas de gobierno coludido con las corporaciones que lo inundan todo.

Qué tanto podemos realmente hacer sin dinero, cuando éste grita desde tantos ámbitos para resolver necesidades que antes no teníamos. Cómo podemos distinguir qué debe permanecer y qué debemos cambiar cuando seguro hay cosas que mantener pero mucho debemos transformar para no anquilosarnos. Cuando hay cuestiones inamovibles que ya no podemos soportar, mientras hay disrupciones vertiginosas que debemos resistir con larga duración y firmeza.

• Cómo distinguir la condición sistemática en que los quehaceres dejan de liberarnos y se vuelven una esclavitud, por la relación desigual y de sojuzgamiento, menosprecio y franca violencia en que muchos hombres tienen sumidas a las mujeres con quienes se relacionan, empezando por la pareja y las hijas.

 

Para Gonzalo Guzmán, presidente del Consejo de la UOCE y uno de los fundadores de Ecuarunari, el momento es muy difícil, porque hay intentos de cooptación permanentes, si no de los gobiernos, de las corporaciones o la delincuencia que se asoma. Y surge otro eje entre negociar y dejarse consentir, o mantener la dignidad y la independencia para no perder la vida aunque se viva. Las correas de transmisión se tornan más y más profundas, llegando hasta lo local, haciendo que se toma en cuenta a los pueblos, pero en realidad buscan “un buen mayordomo, que legitime al gobierno y le sirva de gala, de adorno; por eso el camino sigue siendo la autogestión, los cuidados, la autonomía”. Un camino consecuente que han mantenido desde la fundación de Ecuarunari en 1972.

Ya en noviembre de 2008, como encargado de territorios en Ecuarunari, Guzmán hacía un discurso siempre pertinente y lúcido:

Para los pueblos y nacionalidades del Ecuador, el territorio es un cuerpo integral, donde el espacio físico, geográfico y humano, se interrelacionan, para hacer posible la regulación de las actividades económicas, sociales, culturales y políticas de las comunidades; es el espacio natural y social donde ejercemos los gobiernos territoriales. Este concepto no responde a la mirada de occidente capitalista. En éste, toda la biodiversidad, el páramo, toda la riqueza que existe en los territorios, se los mira por partes, partes que son posibles de vender, es decir, convertirles en dólares.

En el pensamiento de quienes conforman una comunidad, no existe el concepto de riqueza natural que pueda dimensionarse automáticamente en dólares; el valor de los territorios está determinado por la necesidad de la vida, no sólo de la supervivencia de esta generación, de la existencia plena de las generaciones venideras. Para ello los abuelos, nuestros antepasados, nos han dejado como un préstamo los territorios, legado que tenemos la responsabilidad de cuidar para nuestra vida, que debe ser sana, es decir libre de contaminación. Sólo así aseguraremos la vida de los que vendrán después de nosotros.

Por ello, el territorio como tal es la expresión más profunda de nuestros pueblos, de allí la lucha permanente con los gobiernos de turno, para conseguir el respeto a los territorios y a la población que vive allí.

(Boletín ICCI-ARY Rimay, año 10, número 116, noviembre de 2008)

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