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EL 68 EN TRES TIEMPOS LA VIOLENCIA DEL ESTADO MEXICANO ES “ALGO MUY BIEN PLANEADO”

Ramón Vera-Herrera

Capítulo México / Tribunal Permanente de los Pueblos
Memoria de las resistencias del pueblo de México.
Editorial Itaca y Centro de Análisis Social, Información y Formación Popular (Casifop), 2017.

 

UNO

Para quienes presenciaron la toma de la preparatoria número 1 en San Ildefonso, tras el bazukazo que destruyó la puerta del plantel de la UNAM en pleno centro de la ciudad de México el 29 de julio de 1968 hace un poco más de 50 años, el recuerdo indeleble es la sangre. La calle entera batida de sangre. “La enfermería del plantel estaba también tinta en sangre. Paredes, pisos techos, mobiliario, puertas y ventanas fueron mudos testigos”, detalla El Universal.

Ese mismo día toman la prepas 2, 3 y 5 de la UNAM y la Vocacional 5 del Poli. Al día siguiente el ejército toma la Vocacional 7 en Tlatelolco.

Se trataba de sacar al demonio, como dicen. Un mes después, hacia el 29 de agosto, se diseñan operativos en provocación para implicar a los estudiantes en enfrentamientos. La consigna es erradicar el levantamiento, el boteo masivo en toda la ciudad, las asambleas, las tomas de secundarias, preparatorias y vocacionales, la universidad al sur de la ciudad, Zacatenco y el Casco de Santo Tomás.

El 29 de agosto sesenta individuos enmascarados ametrallan Voca 7. La saña y brutalidad es mayor contra la población más popular y sus planteles, sobre todo del politécnico. El 2 de septiembre el MURO (Movimiento Universitario de Renovadora Orientación), la ultraderecha estudiantil armada hasta los dientes, avienta camiones de pasajeros contra las rejas de la prepa 8 (que quedan desfiguradas) y ametralla paredes, persigue estudiantes, maestros y padres de familia, balea; golpea y hiere a quienes resisten con improvisadas molotov, piedras y palos ante las metralletas y lanzagranadas de los paramilitares. Igual ocurre en la prepa 9 al norte de la ciudad.

El 18 de septiembre el ejército toma ciudad universitaria, y aprehende a una cantidad importante de dirigentes.

Dice Jaime García Reyes, para el Nexos de 1988: “Se iba creando un clima de violencia muy agudo. Al llegar el sábado 21 de septiembre supimos que otra vez venían los granaderos. Nos preparamos desde la mañana para enfrentarlos. Considerábamos que la represión no tenía posibilidades si era a través del enfrentamiento”. Se supo que en Zacatenco estaban desalojando estudiantes y la gente del Casco se preparó. “En Zacatenco nos están golpeando”, decían “...que vengan por nosotros que sí estamos preparados para enfrentarlos”.

En el Casco, Zacatenco y Voca 7 la violencia militar y policiaca culmina en sangrientas batallas con los estudiantes respaldados por todos los descastados jóvenes de colonias como la Peralvillo, la Ex-Hipódromo de Peralvillo, los barrios de Tepito, Tlatelolco y Tlatilco, herederos de las luchas ferrocarrileras y sobrevivientes del aventadero de colonias del norte y norponiente de la ciudad, que resisten con palos, varillas, cohetones, latas de aceite y gasolina, bombas improvisadas, contra armas de alto poder.

Hoy revive la memoria del levantamiento popular de 68, donde estudiantes y chavos de la barriada defendieron sus territorios contra una maquinaria que no pararía sino hasta perpetrar la masacre de Tlatelolco el 2 de octubre, cuando ejército, policía, paramilitares y agentes con premeditación, alevosía y ventaja asesinan a personas desarmadas en la placita entre los altos edificios de la unidad habitacional. Raúl Álvarez Garín le dijo a David Bacon en 2002 que para el 23 de septiembre en la mera batalla del Casco ya no se trataba sólo de estudiantes. Se iban sumando obreros ferrocarrileros, electricistas, petroleros. Comenzaban huelgas en varios hospitales y paros ferroviarios. “Los periódicos declaraban su desacuerdo con las acciones gubernamentales. Mantas enormes colgaban de edificios por toda la ciudad expresando su rabia contra la policía”.

A cuántas personas asesinaron el 2 de octubre. Álvarez Garín calcula que actuaban unos 4 mil 500 soldados, tres batallones, tan sólo en lo que él llama la segunda barricada, tendida en torno a la plaza completa, más la tercera con otros 4 mil efectivos que circundaba toda la unidad habitacional. “El primer tiroteo comenzó a las 6:10 PM y terminó a las 8:30. Dos horas y media de disparos continuos de cientos de armas de fuego. El operativo duró mucho tiempo, No fue algo que ocurrió una sola vez y rápido, la explosión de unos cuantos disparos. Fueron dos horas y media de extenso operativo militar, con el suficiente tiempo para tomar decisiones de un modo o de otro. No fue algo que se les salió de las manos. Fue algo muy bien planeado”.

 

DOS

En noviembre de 2013 se celebró una audiencia del Tribunal Permanente de los Pueblos Capítulo México (TPP), que fue un recuento sistemático de “más de medio siglo de represión en el país”. En tres días (22-24) presentaron más de 200 casos 43 organizaciones sociales y políticas, del movimiento estudiantil del 68, de las luchas armadas de los setentas, las movilizaciones contra el fraude electoral, la violencia de género, la represión contra comunicadores y contra las comunidades asesinadas, encarceladas, desaparecidas por defender su vida, sus territorios, sus derechos y las posibilidades de convivencia social en México.

Tras la presentación de casos, algunos de extremo dramatismo y riesgos a su vida por declarar, se elaboró una muy sistemática y concreta acusación contra el Estado mexicano. “Por la justicia y contra la impunidad presentamos esta acusación para que se haga visible toda la infamia, toda la brutalidad y toda la violencia que ha ejercido el Estado mexicano en contra de quienes se atreven a manifestarse, a exigir mejores condiciones de vida y a exigir todos los derechos para todos.”

El libro Memoria de las resistencias del pueblo de México, publicado como parte de los tres años de trabajo del TPP en México, es más pertinente ahora por conmemorarse los 50 años del genocidio ocurrido en 1968 y porque a resultas de todo el trabajo de investigación, sistematización, archivo y configuración de agravios jurídicos por parte del Comité 68, hoy éste retoma el caso de genocidio iniciado al fincársele responsabilidades a Luis Echeverría y a otros turbios personajes implicados en las matanzas del 68 y en todo el periodo de la guerra sucia contra los movimientos sociales en los setentas y ochentas.

 

TRES

El 19 y 20 de octubre, la Red contra el Genocidio y la Impunidad: México realizará unas jornadas en el antiguo Senado de la República a los 50 años del 68, actualizando casos vigentes que suman un enormísimo expediente de víctimas. Se pondrán en común diversos actos represivos que podrían configurar delitos de genocidio o crímenes de lesa humanidad. Son las matanzas del 68 (no sólo el 2 de octubre), la guerra sucia que le siguió. Es Nochixtlán, la masacre de San Fernando, el más de un millón de muertes por la inhumana y valemadrista contaminación del río Atoyac, la tragedia de Ayotzinapa, la brutalidad contra Atenco, la devastación de la cuenca del Valle de México. Desapariciones, ajusticiamientos, las luchas de diversos colectivos en ese Texas mexicano llamado Puebla, y la violencia contra mujeres, estudiantes, campesinos, indígenas, migrantes. La puesta en común intenta un cotejo mutuo de la eficacia de nuestros métodos y de la impudicia del poder, incluido el judicial. Intenta también desatar una andanada de procesos jurídicos que logren “alfabetizarnos jurídicamente y devolverle al derecho su papel de espejo y herramienta para ponerle límites al poder”.

Al visibilizar y tejer voces sin imponer agendas y tiempos, salta de nuevo la acusación contra el Estado mexicano y sus políticas represivas, contra su violencia sistémica y pertinaz, contra los agravios cometidos para doblegar al pueblo de México mediante el horror contra luchadoras y luchadores sociales, pero también contra la población civil, inerme, indefensa, pacífica o alebrestada. La Red busca terminar con este horror.

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