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ARTE DE FRONTERAS

AMAL EQEIQ

ENTRE CHIAPAS Y PALESTINA

Belén ocupado, Palestina

Dos murales. Al centro de ambos, un rebelde zapatista enmascarado con el icónico kuffiyeh palestino, cada uno ubicado en un sitio geográ­fico distinto: uno en un centro comunitario en el Caracol de Oventic, importante municipio autónomo zapatista en Los Altos de Chiapas; el otro en el Muro del Apartheid en Belén Ocupado. Gustavo Chávez Pavón, un artista de la Ciudad de México que es simpatizante del movimiento zapatista y también promotor cultural en el movimiento muralista zapatista, pintó las dos obras en 2004. En la parte inferior de ambos murales, las pala­bras To Exist is to Resist (Existir es Resistir) están es­critas en gruesas letras rojas como una afirmación del smūd (firmeza) indígena y la solidaridad en una lucha compartida por la liberación. En las últimas dos déca­das, esta solidaridad ganó mayor visibilidad en la cultura visual, la organización política y la investigación acadé­mica que examinó narrativas paralelas de las fronteras, muros e indigeneidad, revelando así la distancia cada vez menor entre México y Palestina.

Uno de los primeros ejemplos de este movimiento es evidente en la obra del artista plástico sirio, Burhan Karkutly (1932-2003), uno de los primeros en documen­tar la afinidad entre México y Palestina en su conocido cartel “Viva Zapata, Viva Abed Al-Qadir al-Husayni” de 1984 (ver página 11). Karkutly, quien había participado en la misión cultural de la OLP a finales de la década de los 60 que galvanizó la solidaridad internacional con Palestina a través de la difusión del arte y la producción cultural palestina, viajó a México en 1980. Inspirado por el arte revolucionario mexicano, particularmente los murales de David Alfaro Siqueiros, diseñó varios carte­les que centran el paisaje y los campesinos palestinos como íconos indígenas, una tendencia que refleja el indigenismo visual de la tradición muralista mexicana posrevolucionaria. En este póster en blanco y negro, las imágenes de dos héroes revolucionarios armados de México y Palestina se colocan uno al lado del otro. Su yuxtaposición está alineada por el sombrero y el kuffi­yeh, así como por las líneas especiales que acentúan los rasgos faciales similares de dos hombres de bigotes: Emiliano Zapata (1879-1919) y Abed Al-Qadir al-Husayni (1907-1948). Zapata, que luchó por «Tierra y libertad», promulgó en 1911 el Plan de Ayala, que exigía reformas sustanciales y la repartición de tierras para los campesi­nos. Su llamado a los derechos sobre la tierra y la figura rebelde fueron retomados por los zapatistas en 1994.

Al-Husayni lideró a los campesinos palestinos en su lucha armada contra los británicos durante la Revolución Árabe en Palestina en 1936-39 y luego con­tra los paramilitares sionistas, incluidos Hagana y Pal­mach, hasta su muerte en la batalla contra la ocupación sionista de Al-Qastal cerca de Jerusalén en 1948. Hasta hoy en día es recordado como una de las principales figuras que se movilizaron por el nacionalismo indígena palestino. Además de su digitalización en el Palestinian Poster Project Archive (Archivo de Proyectos de Carte­les Palestinos), el cartel de Karkutly se ha reproducido y distribuido en diferentes formatos visuales y está dispo­nible para su compra en línea en varias tiendas de arte vintage. También está enmarcado y montado en la pa­red en el vestíbulo de la embajada palestina en México como un emblema de los lazos históricos y las relacio­nes cercanas entre los pueblos de México y Palestina.

En 2004, Chávez Pavón reintrodujo la fusión de la ico­nografía revolucionaria mexicana y palestina al camuflar el kuffiyeh con el pasamontañas zapatista en los murales que pintó en México y Palestina. Desde entonces, ha pin­tado una serie de los murales de To Exist is to Resist en Venezuela, Argentina y Chile. Estos murales, que pintó al­gunas veces de forma independiente y otras veces como miembro de una brigada internacional de artistas llamada Murals Against Walls (Murales contra los Muros), contienen símbolos de la lucha indígena en Chiapas, especialmente el maíz y las siglas del EZLN. Este inequívoco mensaje de solidaridad zapatista con Palestina se hizo aún más explí­cito en 2017 cuando Chávez Pavón pintó el mural de un Zapata palestino en la Ciudad de México para un evento especial en conmemoración del sexagésimo noveno ani­versario de al-Nakba. En este mural, Zapata se transforma de alguien solidario con Palestina, a alguien que lucha por Palestina. Esta erguido con un kuffiyeh que envuelve su cuerpo, un rifle en una mano, un machete de campesino en la otra, y una honda de la Intifada en el bolsillo trasero. En la parte delantera de su sombrero está escrito “¡Viva Palestina en lucha!”.

Mientras el mural itinerante de Chávez Pavón empleó la iconografía indígena para resistir el Muro del Apartheid y visualizar la solidaridad zapatista con Palestina en todo México y América Latina, el artista palestino Khaled Ja­rrar llegó a las tierras fronterizas de Estados Unidos y México con un mensaje similar de la solidaridad: resistir el muro de Trump. Khaled's Ladder, una instalación que Jarrar creó en El Paso/Juárez, en la frontera entre ambos países, es un ejemplo pionero de la organización de la re­sistencia palestina al Muro en México. En esta exhibición pública de una escalera esculpida de una barandilla de 18 pies desmantelada del muro fronterizo en Tijuana, Jarrar evoca una herramienta común que los palestinos usan para saltar el Muro del Apartheid; así expresa solidaridad con México al galvanizar la resistencia al Muro de Trump. También incita a transgredir el bloqueo de la imaginación al volver a imaginar las tierras fronterizas de los Estados Unidos y México como un espacio abierto. Esta escale­ra como “un monumento en algún lugar donde la gente puede ver hacia el otro lado” (Jarrar, 2016) para cruzar el muro, establece un puente mental que desafía el pro­pósito mismo del muro: la separación. Además, en esta instalación la escalera incita a saltar el muro para acceder a las tierras robadas, invocando una historia paralela de los cruces continuos en las tierras fronterizas de México y Palestina desde 1848 y 1948, respectivamente.

A medida que la afinidad indígena entre México y Palestina se intensifica por los crecientes parale­los entre la lógica racista y colonial subyacente en el Muro que planea Trump y el Muro del Apartheid, la mo­vilización política en contra de los muros y las políticas antimigratorias en todo el mundo, y en las Américas en particular, ha adoptado la solidaridad entre México y Palestina como un eslogan popular de resistencia glo­bal al racismo y el capitalismo. Por ejemplo, el cartel de la World Peoples’ Conference que tuvo lugar en Bolivia en junio de 2017, mostraba un esténcil de una anciana palestina con un vestido tradicional que lideraba una marcha contra el Muro, con una mujer más joven frente a ella que tiene un cartel de rechazo a los muros y exige igualdad y dignidad para todas las personas, represen­tando así visualmente el tema de la conferencia: “Por un mundo sin muros: Hacia la ciudadanía universal”.

En estas expresiones artísticas de afinidad indíge­na entre México y Palestina observamos ejemplos de solidaridad transnacional, arraigada en una visión de liberación indígena mutua y de lucha anticolonial y anti­capitalista a nivel global.

| Amal Eqeiq es profesora asistente de Estudios Árabes y Literatura Comparada en Williams College. Traducción del inglés: Heather Anne Harper. (Para el ensayo completo, ver desinformemonos.org).

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