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LAS PULQUERÍAS

B. TRAVEN

Una pulquería es el expendio de una bebida embriagante barata, el pul­que, que se obtiene de la planta del maguey. Lo beben sólo las capas más bajas del pueblo. Ante las pulquerías yacen a me­nudo, por docenas, los borrachos, hombres y mujeres en un estado de completo aturdi­miento y desamparo. En México, el pulque es más perjudicial que cualquier aguardiente, por sus graves consecuencias.

Tanto por fuera como por dentro, las pul­querías son maravillosas muestras del fol­clor mexicano. Por fuera, las paredes están pintadas fantásticamente, así como también lo están por dentro, donde cuelgan las más bellas piezas de objetos de barro, tapices y otros objetos de artesanía indígena. Se en­cuentran aquí piezas que el mismo Museo Nacional no puede mostrar. El valor total de estos objetos artísticos con frecuencia es tan alto que alcanza hasta veinte mil dólares. En medio de esta belleza, el indio se embriaga a costa de su energía, de su entendimiento y de su alma.

La razón de que el gobierno y los sindicatos obreros sean impotentes ante las pulquerías, sus distribuidores y los grandes terratenientes, no puede examinarse en este espa­cio, puesto que sería necesario un largo ensayo de política y economía, pero debe mencionarse aquí que la pulquería, tan trágica como pueda ser su destino, como pueda revelar su aspecto externo, pertenece a las más fuertes formas de expresión del arte popular mexicano.

Cada pulquería tiene un nombre propio. Los nombres en su mayoría son muy originales y con un dejo de humor. Muchas veces las paredes presentan, también por dentro y por fuera, pensamientos de los que nadie conoce su pro­cedencia, poemas de carácter popular y de un ingenio que produce tanto risa como llanto, llenos de una fuerza inaudita en la concepción y en la ex­presión No se pueden traducir estos poemas, así como tampoco los nombres de las pul­querías; no se puede traducir su sentido vigo­roso a ninguna lengua extranjera. Ni siquiera todos los hablantes del español comprenden cabalmente sus significados: sólo un mexi­cano percibe el sentido cabal y completo de estas composiciones.

Éste es el nombre de una: “Los sabios sin estudios”. Una posible traducción que quizá se acercara al sentido oculto de ese nombre sería “entra aquí y, sin estudiar, llegarás a ser sabio”. Otros nombres de pulquerías: “Yo via­jo al más allá”; “Me siento campeón de box”; “La eterna vieja guerra”; “La postura correcta ante lo previsto”; “Las groserías de San Cris­tóbal”; “Regreso”; “Las batallas de la noche corrían en el mundo”; “Los misterios del co­mercio”; “El mercado de carne”; “La dama de la noche”; “La muchacha de los muchos besos”; “Mi único amor”; “El vaso del olvido”; “Mí güero”; “Queremos saber qué pasa”; “¿Me quieres aún, pequeña?”; “Reír, nada más que reír”; “El paraíso de mis sueños”.

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Texto escrito en los años veinte del siglo pasado, rescatado en 2004 por la Revista de la Universidad Autónoma de Chiapas y reeditado en la serie Cuadernos de la Universidad en 2017.

Traducción del alemán: Ingar Diener de Rico Galán

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