DONDE LA TIERRA QUE ARDE (*) / 268
–Si tan sólo hubiese agua entre la roca, pensó… Pues ahora, de repente, se halló nuevamente solo en ese lugar donde se levantaba esa montaña muerta con fauces de dientes puntiagudos, de colmillos que asoman por sus cuevas y socavones, esa montaña rodeada de piedras y que no cesa de bramar. Aquí no puede uno acostarse, ni sentarse, ni estar de pie: todo está rodeado de piedras amenazantes que rumoran y se desplazan, de cardos y de ramas secas, de pastizales quemados…
–Creo que mis mayores me han abandonado, .Y ahora como enderezare las torceduras del alma?, .Como recuperare la mision a la que estoy destinado? Ni siquiera hay silencio en las montañas, sino un trueno continuo que no deja de crecer, en un paraje sin lluvia, estéril y seco. Ni siquiera hay soledad en estas montañas, sino hostiles rostros rojos de los seres del bosque que observan desde lejos al peregrino con muecas de desprecio…
Un manantial aparece poco más allá, para beber un poco de agua. Es más bien un charco entre la roca que no emite ningún sonido y cuyos líquidos apenas logran mojar los labios, pues son como vapores. Y aunque parece un paisaje antes de la lluvia, ninguna cigarra la convoca. Ni el canto de la yerba seca se oye al caminar, sino solamente el oscuro sonido del agua que corre sobre la roca.
Es el Lugar de la tierra que arde, donde el tordo solitario canta entre los pinos, llamando al agua, pero aquí no parece haber agua…
(*) Donde la tierra que fue azul clara, donde la tierra ardiente. Texohtālpan / Taxōtālpan (Cān Taxōtālpan) entre los nahuas del sur de Veracruz es un tiempo/ lugar mítico, “caliente” y en extremo seco, asociado al Viejo Viento del Sur (Tōnalehēgat Tzitzimihuēhueh), el que, desde el Pacífico y a través del Istmo de Tehuantepec, lleva los vientos cálidos y arenosos al sur de Veracruz, provocando las “suradas”. El viejo, que es compañero de la diabólica Vieja Viento Norte (Cecēquehēgat Tzitzimilamah) —Chichiman la llaman los popolucas—, porta una espada que tiene grabada en la punta un alacrán negro. Coloquialmente, en esa región, xōtālpan es un “lugar iluminado en un medio oscuro”.
Un lugar ancestral muy parecido, llamado Tlaxotlan, “donde arde la tierra”, es mencionado en el Canto Uno al dios de la guerra mexica, Huitzilopochtli, “colibrí zurdo”, en el siglo XVI (Garibay, Veinte himnos sacros de los nahuas, 1958, pág. 37) y parece referirse a lo mismo.