DONDE LA ARTESANÍA SE ZAFA DE LA “SANÍA” / 236 — ojarasca Ojarasca
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DONDE LA ARTESANÍA SE ZAFA DE LA “SANÍA” / 236

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El artista plástico Nicolás de Jesús, (1960, Ameyaltepec, Guerrero), procede de una región donde, en comunidades nahuas como Xalitla, San Juan Tetelcingo, San Agustín Oapan, Ahuehuepan, Maxela y el mismo Ameyaltepec, cualquiera y a cualquier edad puede resultar un artista del dibujo y el color sobre papel amate y otros materiales. De Jesús cofundó el Taller Mexicano de Grabado en Chicago, donde radica desde 1989, pero ya de antes pertenecía al grupo Pintores Nahuas del Alto Balsas, corriente de creación que se dio a conocer hace ya medio siglo, heredera deliberada de la tradición prehispánica. Como discípulo de Felipe Ehrenberg, De Jesús devino pintor en toda la extensión de la paleta. En 1995 Jonathan D. Amith publicó La tradición del amate, innovación y protesta en el arte mexicano, presentando la pintura narrativa de los creadores del Alto Balsas, cuyo arte desarrolla una técnica de identidad única. Otros artistas relevantes de la región son Hermelindo Salvador Morales, Francisco Cirenio, Inocencio Jiménez Chino, Angel Domínguez, Pablo Nicolás Parra, Eusebio Díaz, Luisa Cabrera, María García y Margarita de Jesús.  En 2014 se publicó en Alemania Nicolás de Jesús (editado por Hartmut Santke).

Se dice que la primera vez que Nicolás cruzó de ilegal la frontera norte, una banda de racistas californianos lo apaleó hasta darlo por muerto. “Su obra refleja ese traumatismo, pero también su voluntad por superarlo; salvó la vida y se volvió pintor, sin negar sus orígenes, poniendo su identidad étnica al frente y confrontando su talento con el medio artístico de México, EU, Europa y Asia” (enciclopediagro.com, Guerrero). El papel que emplea proviene de San Pablito (Pahuatlán, Puebla). Junto con Gabriel Trinidad y Víctor Juárez creó un mural acerca de La Parota, que resume la preocupación por la lucha social del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a la Presa La Parota (CECOP); a la vez, la resistencia contra la presa expresa “el amor a la madre tierra y al alimento que nos produce, y la defensa de la misma”, como él mismo ha declarado.

En Ocumicho, Michoacán, se lucha mucho. Desde hace décadas también se crea. Son célebres sus diablitos de barro, maloras, irreverentes y delirantes, reflejo del alma juguetona del pueblo pure’pecha. Con motivo de la celebración del Quinto Centenario del entonces llamado eufemísticamente “Encuentro”, en 1992 la Casa de América en Madrid presentó un conjunto de figuras creadas por las artífices alfareras de Ocumicho con temas relacionados con la conquista española. La promotora cultural, fotógrafa y curadora Mercedes Iturbe coordinó a una decenas de mujeres puré’pechas que, a partir de códices prehispánicos y algunos murales clásicos, crearon figuras onomásticas del asunto. las piezas de Carmen Martínez, María Luisa Basilio, Adelina Ramírez y María Jesús Basilio ilustran el número 236 de nuestro suplemento.

Han pasado 25 años, los mismo de la sacudida continental que despertó a los pueblos originarios del continente, y como apreciarán los lectores de Ojarasca en diciembre, son obras logradas, terribles, sangrientas y sin embargo simpáticas, pues quien crea diablitos a carcajadas bien puede reírse de la muerte y de las derrotas antiguas.

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