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EL AGUA O LA VIDA. RESISTENCIA INDISPENSABLE EN EL SUR DE SONORA / 249

Gloria Muñoz Ramírez

Pótam, Sonora

A la ramada de Vícam llega Agustín Molina Meza,
comandante de la autoridad tradicional de Pótam, uno de los ocho pueblos yaquis que, como el resto, padecen la escaséz y contaminación del agua. “El agua, según potable, que se toma en el pueblo está altamente contaminada con un nivel de arsénico hasta del 93.53 por ciento”, asegura el representante de la comunidad. “Y así se consume”, dice, “porque no hay los medios para comprar agua purificada”.
El comandante de la autoridad tradicional luce enojado, “harto”, se describe él. Y a nombre de Pótam exige la construcción de un drenaje efectivo y, de manera urgente, la instalación de una planta purificadora. La exigen desde el 2010, pero “el gobierno promete y promete, y jamás cumple”. Por eso , a la fecha, “estamos en pie de lucha”. A la carencia del vital líquido, explica, se añade el problema de las fosas sépticas que conlleva filtraciones de excremento, y de ahí la grave contaminación”.
Herederos originales del Río Yaqui, los ocho pueblos de la tribu padecen la escaséz del vital líquido desde que se construyó el acueducto Río Yaqui-Guaymas, entre 1980 y 1995. Luego, para rematarlos, vino el Acueducto Independencia, que representa el desvío de 75 millones de metros cúbicos de agua del río al año, hasta Hermosillo. La lucha contra este megaproyecto los llevó a una victoria jurídica, con el dictamen de la suspensión de la obra, “pero nunca se hizo caso y continuaron los trabajos día y noche, hasta terminarlo”.
El río Yaqui, lamenta el comandante tradicional, “ahorita está muerto, ya no existe, está seco”, por lo que, como consecuencia, la vegetación se está acabando. El río, relata, “se empezó a tapar desde la década de los cincuentas. “Empresas como las maquiladoras y gente de dinero son las que hicieron esto, también gente que viene a vacacionar. Es un negocio. Esa agua viene de la presa de Álvaro Obregón y de ahí se la llevaron para Guaymas. Son pozos que anteriormente los habían puesto para bombear el agua, y esos mantos acuíferos son los que nos afectaron a toda la tribu yaqui, se empezaron a secar los álamos y por el río ya no corría agua”. A una tierras con sed, le quitaron el agua, dice Agustín Molina. “Qué se supone que hagamos”, se pregunta.
El comandante explica que los yaquis viven de la ganadería, agricultura y pesca, “pero la falta de agua nos está afectando”. Ya no hay segundos cultivos, como en los pasados años setenta y ochenta. Se acabaron los cultivos de verano y nada más quedan los de trigo y cártamo. Pero los que tienen esas tierras ya no las siembran ellos, sino inversionistas de otras partes. “Sólo los que pueden pagar el agua”, comenta el entrevistado.
Sembradores de trigo, los pobladores de los ocho pueblos yaquis han visto disminuir su producción hasta en un 80 por ciento por la falta de agua. “En los tiempos pasados las producciones de trigo eran de cinco toneladas por hectárea, y actualmente los inversionistas levantan siete u ocho toneladas por hectárea. Actualmente la superficie está perdiendo fuerza, le meten tanto químico para hacerla producir a fuerza, que se la están acabando”, explica.
En 2010 se construyó una red de drenajes en Pótam, “pero ahorita no tienen rebombeo, no tienen agua y la gente utiliza ese drenaje que está estancado. Estamos en una bomba de tiempo. Hay un cochinero”.

Las enfermedades están la orden del día y se temen epidemias
. “Los niños son los que más se enferman. Hay diarrea y enfermedadeds de la piel. La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) realizó un estudio sobre el agua que consumen los yaquis y arrojó que tiene más del 90 por ciento de arsénico. “Es alarmante”, confirma Molina.
En Pótam hay entre 4 y 5 mil habitantes “que sobreviven tomando agua contaminada, cuando hay”. Explica la autoridad de este pueblo que del acueducto les envían agua tres o cuatro días, “y para engañar a la gente le echan agua del pozo, supuestamente potable, pero el agua más contaminada es la que consume la gente”.
“Nadie nos ha atendido, estamos olvidados. Se han llevado las demandas, pero no hemos visto nada. En años pasados, cuando la actual gobernadora Claudia Pavlovich llegó a la guardia tradicional a promover su candidatura, miles de cosas prometió, pero cuando ya estuvo en el puesto no hizo nada, olvidó, se aprovechó del problema de 2010 (el Acueducto Independencia) y el pueblo le dio su voto confiando en que era mujer y prometía honestidad y transparencia. Pero no hemos visto nada”, acusa el entrevistado a la sombra de la ramada tradicional de Vícam.
La compra de autoridades tradicionales, lamenta, “ha estado a la orden del día”. Hay “hermanos yaquis que buscan ser gobernadores, autoridades, pero no para la defensa del pueblo, sino para beneficio personal”, advierte, pues ellos, en el gobierno, saben que “los yaquis unidos jamás seremos vencidos, pero divididos somos inofensivos. Y eso es lo que quieren”.

Cohuirimpo, Sonora
A finales del mes de mayo del 2017, los pobladores de esta comunidad del pueblo mayo advirtieron grandes excavaciones en el camino que une a las comunidades de Nachuquis y Punta de la Laguna. No hubo anuncios, ni información previa hasta que miembros del gobierno tradicional acompañados de un grupo de pobladores, interrogaron a los encargados. Así se enteraron que se trataba de la introducción del drenaje. En ese momento la obra se detuvo, solo para continuarla tres meses después, en septiembre, ésta vez trazando la construcción de una laguna de oxidación en un predio de uso común de pastoreo perteneciente al territorio de Cohuirimpo, en las cercanías de la comunidad de Rancho Camargo, congregación integrante del citado pueblo ancestral.
Ya antes los yoreme detuvieron la construcción de la laguna. Ellos y ellas pusieron el cuerpo frente a la maquinaria, acamparon en el lugar e impidieron el paso de la excavadoras. Y hasta allí, ahora sí, llegaron las autoridades para “dialogar”. Funcionarios de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) y de otras dependencias se presentaron en Rancho Camargo, previo paso por la comunidad, a la que llegaron ofreciendo, a cambio de la autorización, proyectos productivos, becas a estudiantes y atención a la educación para adultos.
Los sistemas de lagunas de oxidación se utilizan generalmente en las zonas rurales, para el tratamiento de las aguas residuales. Terminan siendo un peligro para la salud, más que un remedio para la descarga de desechos, pues se convierten en focos bacterianos y generan un olor nauseabundo en los alrededores.

Las excavaciones están a 50 metros del cauce del Río Mayo, en la comunidad del Recodo, a donde en el que la laguna de oxidación recibirá, dicen, el drenaje de Nachuquis, pero ni la población de esa comunidad “beneficiada” tiene conocimiento y temen los riesgo.
El gobierno indígena de Cohuirimpo aclaró en un comunicado que las obras de drenaje “son una medida emergente” del gobierno municipal de Etchojoa, en colaboración con el municipio de Navojoa (ambos en Sinaloa), para mostrar un supuesto “desarrollo” en la región, que en realidad se opone al “ejercicio de nuestro derecho a la autonomía”.





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