EL TREN 3D: DESPILFARRO, DESPOJO, DEPREDACIÓN — ojarasca Ojarasca
Usted está aquí: Inicio / Artículo / EL TREN 3D: DESPILFARRO, DESPOJO, DEPREDACIÓN

EL TREN 3D: DESPILFARRO, DESPOJO, DEPREDACIÓN

SAMUEL ROSADO ZAIDI

El 13 de marzo pasado, Corporativo en Soluciones Integrales (CSI) ganó la licitación para coordinar la elaboración del llamado Documento Técnico Unificado (DTU) —un documento con menos requisitos que una Manifestación de Impacto Ambiental (MIA)— que el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) entregará a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) para que ésta le autorice comenzar la construcción del Tren “Maya” (TM). La empresa se especializa en producir MIAs y cobrará unos 8.8 millones de pesos sólo por la coordinación de la redacción del DTU. Los Términos de Referencia (TDR) del TM señalan que el DTU cubre el tramo Palenque-Escárcega, Escárcega-Calkiní, Calkiní-Área Natural Protegida de Cuxtal y de ahí hacia Izamal, al oriente de Mérida.

A pesar de que la pandemia de COVID-19 se vislumbraba desde enero, Fonatur decidió continuar con los preparativos del proyecto, pese a la falta de recursos públicos en áreas más importantes, como hospitales y equipo de protección para el personal médico. Incluso ha destinado dinero a actividades irrelevantes para el “desarrollo de las comunidades”: 300 mil pesos para el arrendamiento de un tractor para el cuidado de un campo de golf, 119 mil pesos para mantenimiento de piscinas, 256 mil pesos para abastecer un restaurante, 131 mil pesos para suministrar bebidas alcohólicas a un bar y 7.2 millones a su propia empresa Fonatur Infraestructura para servicio y apoyo técnico no especificados.

De hecho, la gran ganadora de las licitaciones del año pasado fue Key Capital, que elaborará el proyecto técnico del TM por 282 millones de pesos, seguida por Fonatur Infraestructura, que recibió 94 millones de Fonatur Tren Maya. En 2019 se licitaron y adjudicaron 843 millones de pesos a empresas como Steer Davies & Gleave México (asesoría técnica), entre otras. Además, en un intento por limpiar su imagen “neoliberal” gastó 104 millones de pesos en publicidad y en “museografía” para una exposición del Tren y material audiovisual elaborado por la UNAM.

Este despilfarro no ha sido diferente este año. 58% del monto licitado y adjudicado para el TM ha sido otorgado por Fonatur Tren Maya a Fonatur Infraestructura (65 millones), a la UNAM (14 millones), el elaborador del DTU (8 millones) y el grupo de seguridad privada PRYSE (7.3 millones). El año pasado, Fonatur contrató a la misma empresa CSI para promover, ante Semarnat, la exención de la MIA en el tramo llamado “FIT” —donde se encuentran las vías preexistentes del sistema ferroviario—, justificando que habría “mínimo impacto” porque “ya está construida la vía”. En los TDR Fonatur indica que consensaría el proyecto del Tren con los pueblos originarios, lo cual sucedió mediante una consulta a modo con autoridades ejidales y municipales y sin una campaña informativa clara, amplia, incluyente y en lengua maya.

El DTU y el trazo encubren además el proyecto urbano y de reordenamiento territorial que acompaña al Tren. En 2019 se licitaron diversos anteproyectos para los polos de urbanización y las estaciones de Palenque, Escárcega, Mérida, Chichen Itzá, Playa del Carmen, Tenosique y otros. Extralimitando sus atribuciones legales (que lo facultan sólo para realizar infraestructura turística), el director de Fonatur ha manifestado la orientación industrial del Tren y reconoce en diversos documentos la intención de urbanizar. Aunque se ostenta “sustentable” y “respetuoso del medio ambiente”, pretende construir un “polo de desarrollo” cerca del poblado de Pakal-Na sin un proyecto específico de ordenamiento territorial o urbano que, en principio, compete a otras dependencias y, por encima de éstas, a las comunidades que han habitado ahí por siglos.

Se acusa a los detractores del TM de “fifís” o neoliberales, cuando el proyecto perpetúa el modo neoliberal de acaparamiento territorial y de uso de dinero público para comprar bebidas alcohólicas, promoción turística, viajes y hoteles para empleados de Fonatur y compra de agroquímicos e insumos para mantener campos de golf (¿qué hay más excluyente y depredador?). En los Términos de Referencia (TDR), Fonatur habla de “conceptos estéticos atractivos” en las estaciones y los “polos de desarrollo”, sin especificar si éstos serían agradables para los turistas o para los pobladores y, más aún, si esa infraestructura tiene utilidad más allá del Tren. El propio concepto de “polo de desarrollo” proviene de la academia, lejos del acontecer de las comunidades campesinas e indígenas. No obstante, este tramo “inocuo” podría afectar unas 840 mil hectáreas de núcleos agrarios y a no menos de 80 mil personas de origen maya a sólo 1 km del trazo, pero rara vez se habla de los efectos que tendrá sobre las ciudades por las que pasará el Tren y en la polarización de la ya conflictiva relación campo-ciudad en toda la península. Los TDR plantean que el TM atravesará Cuxtal, reserva ecológica municipal al sur de Mérida, de donde proviene el agua para “Mérida I”, sistema que abastece al centro histórico y a la zona de hospitales, a no menos de 200 mil habitantes e, irónicamente, a más de dos mil 500 hoteles, muchos de ellos en el centro histórico.

Aunque algunos han catalogado este proyecto como nuevo (de la 4T), muchos de los proyectos que se están reactivando a su alrededor tienen historia con gobiernos anteriores. Como hemos dicho en otros artículos, el Tren responde a un proyecto de acumulación y despojo ampliados. Desde inicios del milenio, distintos gobiernos yucatecos (incluido el actual) han promovido una expansión incontrolada de Mérida, hacia el poniente, el norte y el sur. Poblados a las afueras de la zona conurbada han sido velozmente absorbidos por proyectos inmobiliarios como Ciudad Caucel, Santa Fe, Las Américas y la expansión hacia la reserva ecológica de Cuxtal, al sur.

Ni bien se construyó y expandió el anillo periférico de Mérida, se buscó hacer otro periférico que pasara por esta nueva zona conurbada y un macrolibramiento que, ahora, conectaría al TM con la carretera hacia Puerto Progreso, al corredor industrial y a la cervecería Modelo —recién instalada en terrenos que serían usados para otro aeropuerto internacional de la ciudad—, a un costado de la zona de extracción de agua del sistema “Mérida II”, que abastece a otra parte considerable de la población de la ciudad. En esta zona, lo que hoy es el TM era antes llamado “Tren Transpeninsular” y tenía un trazo muy similar en la sección norte de su ruta.

Algunos “especialistas” han olvidado el Acuerdo de Sustentabilidad de la Península de Yucatán (ASPY) y el proceso de urbanización salvaje de Mérida que pretenden convertirla en una nueva fuente de trabajadores para la maquila y de agua para la gran industria. Muchas de ellas vierten sus residuos en el subsuelo, confiadas en que la corriente subterránea los sacará al mar, pero ¿qué pasará cuando los pobladores urbanos no tengan acceso al agua en cantidad o calidad suficientes por la expansión urbana que provocará el TM? ¿Un nuevo trasvase? ¿Más despojo para los pueblos mayas? De igual modo, la UNAM exhibe una actitud esquizofrénica, colaborando “académicamente” con Fonatur para estudios geotécnicos, mientras otros miembros de su comunidad escriben repetidamente contra el proyecto y el modo en que se lleva a cabo. En el norponiente de Mérida se construye un “Parque Científico” en el que se vislumbra un papel activo de la UNAM y otros centros públicos de investigación. Sería pertinente preguntar si la comunidad universitaria se sumará a los profesionistas útiles a la nación o para hacer dinero a través de proyectos de despojo.

comentarios de blog provistos por Disqus