EL LÓ’(NOSOTROS) Y EL XÓ’ (NOSOTROS DE LOS OTROS) EL DIÁLOGO DE EXPERIENCIAS / — ojarasca Ojarasca
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EL LÓ’(NOSOTROS) Y EL XÓ’ (NOSOTROS DE LOS OTROS) EL DIÁLOGO DE EXPERIENCIAS /

Hubert Matiùwàa

FILOSOFAR MÈ’PHÀÀ

Los mè’phàà consideramos que a través del idioma regresamos a nuestras historia e identidad y a través de ella interpretamos lo que sentimos. La epistemología mè’phàà está presente en la vida cotidiana, de ahí se parte para hablar sobre el concepto de “verdad”, que ha servido como ideología en la colonización de las culturas mesoamericanas, expresada en los pensamientos filosóficos del ser o no ser, donde al pensamiento indígena lo sitúan en el horizonte epistémico del no ser. Particularmente en México ser indio cobra sus propios matices, trae consigo una ideología que marca la diferencia entre culturas, el ser y no ser, los que tienen la verdad y los que no.
Desde el pensamiento mè’phàà proponemos que el concepto “verdad” y la ideología que trae consigo no existen, en su lugar existe otra forma de construir el conocimiento en relación a las otredades: el “diálogo de las experiencias” expresado en el uso cotidiano del idioma en las palabras Ló’ (nosotros) y Xó’ (el nosotros de los otros). Estas palabras son a su vez categorías filosóficas. El Ló’ indica el “nosotros” de manera inclusiva y tiene el mismo sentido que el Tik del tojolabal expuesto por Carlos Lenkensdorf en Filosofar en clave tojolabal.  El articulo Ló’ no tiene género, se usa indistintamente, es la práctica comunitaria lo que le da vida, constantemente se escucha decir: Anà’ló’ (nuestro padre); Murigú Ajngáa ló’ (pongamos nuestra palabra). Estos son ejemplo de cómo se nombran actividades donde se involucra al “otro”, volviéndolo actividad nosótrica.

El Xó’ (el nosotros de los otros), aparte de indicar el nosotros de manera exclusiva, en su raíz tiene distintos significados dependiendo del tono con que se pronuncie. Xó (cómo) refiere al diálogo de experiencias que tienen la finalidad de articular el presente en relación al pasado, con fundamento en la experiencia de los “otros”; la palabra construye el saber desde la diferencia y se contrapone al saber que se proclama único y verdadero para todos, tal como sucede en la colonización de los saberes en nuestra América. El Xó es el espacio donde se da el intercambio de experiencias a través del diálogo, permite aprender del “otro”, tener una guía a partir de lo vivido o construido, por eso en nuestro filosofar lo llamamos el “nosotros de los otros”.
Un ejemplo: el surgimiento de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias Policía Comunitaria en 1995 se da ante la inseguridad; se fortalece a partir del “diálogo de las experiencias” que hacen varios movimientos sociales de la Montaña de Guerrero. Al nutrirse de nuevas experiencias fue cambiando su forma de organización, incorporando elementos de los pueblos a partir del principio del saber de la experiencia del Ló’ y el Xó’.
En mè’phàà hay dos artículos que nombran el nosotros, el Ló’ (nosotros inclusivo) y el Xó (nosotros exclusivo). Estos son algunos ejemplos de cómo funcionan el Xó’ y el Ló’ en la vida cotidiana:

En un contexto donde hay tres posibles participantes: mi papá, mi hermano y yo, cuando le digo a mi hermano nùtsiì xó’ dxá’gu “estamos (exclusivo) comprando a la muchacha”, es claro que excluyo a mi hermano (oyente), pero no hay referencia que mi papá (tercera singular) participa en el evento porque el exclusivo es una referencia a la segunda persona. Ahora cuando le digo a mi hermano nù’tsiì ló’ dxá’gu “estamos (inclusivo) comprando a la muchacha”, es explícito que él y mi papá participan en el evento. Entonces, el inclusivo parece hacer referencia explícita a una tercera persona singular.1
Las palabras Ló’ y Xó’ indican el nosotros, reflejan que en el idioma está inmersa nuestra manera de construir el saber. Xó’ es indicador del nosotros; con tono distinto Xó es la experiencia del otro ante una situación, el principio del saber de la “otredad”. Nosotros inclusivo: Skíya’ ló’ (nuestra fuerza) y Ajngáá ló’ (nuestra palabra); nosotros exclusivo: Skiya’ xó’ (nuestra fuerza) y Ajngáa xó (nuestra palabra). En el pensamiento mè’phàà, el Ló’ artículo que indica el nosotros se restringe a un espacio y práctica comunitaria en cada pueblo. En este sentido, el “nosotros” Mè´phàà se particulariza y entiende esta particularización como una limitante para la construcción del diálogo de las experiencias con el Xó’ (nosotros de los otros).

Si bien cada pueblo entiende el “nosotros” según su experiencia y contexto particular, el pensamiento Mè’phàa ofrece el articulo Xó que permite el diálogo del “nosotros de los otros”, contrario al concepto “verdad” que se fundamenta en la idea de la universalización. El Xó no se posiciona como una verdad de facto, pretende relatar una experiencia; esto no quiere decir que no tengamos palabras que refieran a “lo cierto” (gàkhòó) en una conversación: hablar con el corazón es hablar de una manera cierta, da confianza.
En los diálogos mè’phàà se escucha constantemente el Xó (cómo), el saber de la experiencia, integrarse al Xó’ (nosotros) volviéndose un saber colectivo; por ejemplo: Xó nènè xó’jambaà (cómo nosotros hicimos el camino), Xó nìtsíka ló’ júbà (cómo nosotros quemamos el cerro), Xó nènè xó’ gu’wá (cómo hicimos la casa). Esto permite a los mè’phàà articular las experiencias para construir el saber en conjunto, respetando siempre el territorio de enunciación, si es desde el Ló’ o desde el Xó’, cada saber se construye desde la territorialidad y en esto estriba su diversidad.
La experiencia del saber no se puede universalizar, siempre es nombrada como experiencia. En las historias de la memoria oral que se les cuenta a los niños, está presente este principio, las historias empiezan con un Xó. Por ejemplo: Matháàn xó nigi’nuu xòwè wajiùú ìdo nìge’è numbaa (Te contaré cómo le pasó al tlacuache cuando apenas empezaba el mundo); Matháà, xó nìthaxii dxá’àn xàbò tsí naskòó (Te contaré cómo un hombre flojo se convirtió en zopilote). En el uso cotidiano del idioma, el Xó se usa para educar, dar consejos, permite comparar experiencias para aprender de las particularidades, es posible decir:  Xó nuñajún ikháà ló’ mè’phàà, xó nuñajún ikíín rènè, el cómo de nuestra experiencia en el trabajo, ante la experiencia de ellos, los Na Savi.

Nuestro saber se fundamenta de las experiencias colectivas. Los mè’phàa no tenemos el concepto de verdad absoluta, tenemos en cambio experiencias que contar. Cada pueblo se construye y resuelve sus problemas desde la diferencia, a partir de su territorialización, dónde están implícitos política, idioma y religión, el fundamento de su filosofar, contrario al saber científico, donde la verdad constituye un problema en sí:

...el monismo se hace presente en ramas diversas de la filosofía. Porque la verdad no tolera competidores. La verdad es una sola. Así, por supuesto, se afirma también que el ser es único e indivisible, y que de él todas las cosas se derivan, porque es el principio de todo. Asimismo, la filosofía política y la social se desarrollan conforme a los lineamientos del mismo monismo, con exclusión de la pluralidad de sistemas político-sociales.2

La existencia de verdades absolutas nos lleva a la dicotomía verdad o mentira, ser o no ser. La posesión de la verdad implica no abrirse al diálogo de las experiencias, la verdad intenta convencer al otro con argumentos o hechos, imponer y violentar a los “otros” desde la singularidad de lo propio. Tener la verdad es no estar dispuesto a aprender de los otros porque se considera lo propio como lo único válido.

 

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1 Abad Solano Navarro: El patrón de alineamiento en el Mè´phàà de Malinaltepec (Tesis de Maestría en Lingüística Indoamericana), Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 2012. México, p. 100.

2 Carlos Lenkersdorf: Filosofar en clave tojolabal, Miguel Ángel Porrúa, México, 2005, p. 88.

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| Hubert Matiùwàa, poeta y escritor mè’phàà originario de Zilacayota, Malinaltepec, Guerrero. Esta columna continúa en Ojarasca su serie sobre el filosofar de su pueblo, conocido también como tlapaneco.

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