En el caos de mortandad violenta que está asolando a México, cualquier activista o poblador que resulte “peligroso” o “estorbe” podrá ser eliminado y su caso quedará circunscrito al desglose de cuentas y gráficas. Periodista, ambientalista, mujer (y si dirigente, peor), autoridad comunal o ejidal, policía comunitario, defensor de derechos humanos y del migrante, se suman al que no pagó derecho de piso, al secuestrado que no será devuelto, a la muchachita que “desapareció”, al pasajero que no cooperó, al que venía pasando.