En toda hacienda es el patrón quien manda, xYáat no es diferente a las otras, aunque cuando se llega a sus cercanías está abrazada por el verdor de los innumerables árboles de ramón que la bordean; se oye el grito de la vacas, de los cerdos, de los caballos, el cacareo de las gallinas, el canto de los gallos, el retumbar del canto de los pájaros, pero entre las casitas de paja donde viven los esclavos allí cruje la pobreza, allí llora la tristeza, allí se cansa la carga, allí se dobla la fuerza, allí se silencia la palabra maya.