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EN EL TERRITORIO COMÚN CONGRESO INTERNACIONAL DE COMUNALIDAD

Versión editada: Ojarasca


Los días 5 y 6 de marzo de 2018 celebramos el segundo Congreso Internacional de Comunalidad
en la sede de Comitancillo, Oaxaca, con participantes de los pueblos oaxaqueños de Ixtepec, Matías Romero, Juchitán, Santa María Guegolani, Santa María Ixhuatán, Unión Hidalgo, San Juan Guichicovi, San Mateo del Mar, Salina Cruz, San Miguel Chimalapa, y de otros estados de la República.

Nos reconocemos en el territorio común del amor por la vida; de la dignidad que nos mueve a defenderla, compartimos una bio-región y nos reconocemos no solo por lo que compartimos —territorio, historia, memoria, lengua, cultura, fiestas, tradiciones— sino por la diversidad de la riqueza biológica y cultural de los pueblos que por siglos hemos sido.

Común es nuestro territorio, como comunes a todos son los agravios que estamos viviendo con el despojo, la explotación, el acecho de las diferentes expresiones del capitalismo de muerte alimentado por la alianza entre el mercado y el Estado, por las empresas transnacionales y los gobiernos, que atentan una y otra vez contra la vida. Reconocemos otras expresiones de este sistema de muerte que no sólo son externos a los pueblos, sino que han ido colonizando nuestros modos de vida: el patriarcado, el racismo, el machismo, el clasismo, la discriminación, el conformismo, el autoritarismo, la falsedad, la corrupción, es decir, lo que del sistema de muerte tenemos en nosotros.

Es necesario hacer conciencia de lo que podemos hacer para alimentar nuestro modo de vida, ya que la comunalidad nos permite vivir bien en esta tierra. Así lo demuestra la historia de nuestros territorios mesoamericanos donde compartir conocimientos y tecnologías ha sido parte de este sistema milenario de solidaridad, reciprocidad y ayuda mutua. Se vuelve una prioridad el estudio de las condiciones actuales de la imposición del modelo neoliberal, que se traduce en proyectos eólicos, minería, hidroeléctricas, oleoducto y gasoductos, líneas de transmisión eléctrica, fracking y demás iniciativas extractivistas que atentan contra nuestras comunidades.

Es necesario fortalecer la resistencia y promover la articulación como garantía para la sobrevivencia de nuestra cultura. Los avances del capitalismo se han expresado en detrimento de la comunalidad agraria. Ha alterado el buen vivir de los pueblos, la vida en las familias, la educación, nuestro tiempo y ritmo de vida y trabajo, la construcción de las viviendas, la manera como nos alimentamos y sanamos, el idioma y vestimenta de cada pueblo, la visión en torno al trabajo, el tequio, la milpa, nuestro conocimiento propio y la cultura: La comunalidad es la antítesis del capitalismo y una alternativa al neocolonialismo.

En el Istmo de Tehuantepec el control es operado por servicios de vigilancia y militarización con el fin de resguardar las inversiones extranjeras a través de las Zonas Económicas Especiales (ZEE), un paquete de infraestructura minera, marítima, ferroviaria, hidráulica, energética, de carreteras y aeropuertos. El Estado y los gobiernos que respaldan las ZEE no respetan el derecho que como pueblos y comunidades indígenas tenemos al ejercicio de nuestro territorio comunal y autonomía.

Reconocemos la situación de violencia de los conocimientos hegemónicos, científicos, académicos a la diversidad de saberes. Necesitamos sistemas de conocimientos para las resistencias de los pueblos. La transmisión de estos saberes se ha venido coartando por el sistema educativo dominante.

Para los pueblos originarios existe la Madre Tierra donde habitan diversos seres. Todo es una unidad y no está fragmentada. La salud del territorio es el equilibrio entre todas sus partes. El sistema económico extractivista ha afectado la salud integral comunitaria (alcoholismo, drogadicción, contaminación, deforestación y miedo).

 

Propuesta

Retornar a lo común como una práctica política cotidiana. En la casa-familia, en el barrio, en la comunidad, en la escuela.

Regenerar y/o fortalecer la comunalidad en asambleas comunitarias, tequio, fiestas, decisiones colectivas, autoridad comunal.

Formación/educación/reeducación: inculcar en la niñez y juventud la participación, el concepto de autonomía, el reconocimiento de nuestros territorios y riquezas cultural y biológica, historia, memoria, identidad, el rescate de saberes locales-ancestrales; desmontar la idea de la competencia, fomentar la cooperación, educar en solidaridad.

Combatir las formas que van en contra de lo común: expulsar a los partidos políticos que violentan y dividen; combatir el individualismo, la fragmentación, la ambición personal.

Mantener vivo el conocimiento que nos heredan nuestros ancestros y ancestras. Enseñar las lenguas originarias a nuestras hijas e hijos. Revalorar los conocimientos propios de nuestros pueblos para la salud y la vida platicando con los mayores, recuperar la educación propia.

Desde la escuela, realizar un diagnóstico de los saberes de la comunidad y transmitirlos a las y los estudiantes para rescatar y reforzar nuestros conocimientos. Para este fin, nos puede ayudar el definir la cúrricula de las escuelas de forma independiente y promover desde las escuelas acciones en nuestras comunidades.

Difundir en las radios comunitarias los saberes, para que las jóvenes, niñas y toda la comunidad tenga conocimiento de ellos.

Realizar un coloquio sobre el Taller de Dialogo Cultural en homenaje a Juan José Rendón Monzón, quien tuvo un trabajo pedagógico en la revitalización de la comunalidad de los pueblos ikoots, binnizá y mixes.

Nombrar la ZEE como Zona Indígena Comunal a Defender y realizar nuestras propias cartografías.

Hacer un frente de defensa territorial en toda la región.

Frente a la fragmentación de los pueblos propiciada por las empresas, se propone la construcción de un sujeto político vinculado a lo comunal, a lo agrario y a lo indígena que fortalezca una vida digna con base al respeto y fortalecimiento de la comunalidad de nuestros pueblos.

 

Pronunciamiento

Los pueblos del Istmo reconocemos la existencia de expresiones de la comunalidad, que como flores se dan en otras regiones y tienen avances sustanciales en el ejercicio de autoridades al servicio de los pueblos, como expresión del poder comunal. La fiesta comunal como elemento que fortalece el tejido social, el sentido de pertenencia y espacio de disfrute de los guisos, las músicas y danzas tradicionales, donde también concurren nuestras formas de solidaridad y ayuda mutua. Reconocemos la importancia que el trabajo comunal —expresado en tequios, gozonas, mano vuelta— han jugado en la reproducción material y espiritual de la vida comunitaria, en franca oposición y resistencia a los modos individualistas característicos del sistema neoliberal en crisis.

Reconstruir la comunidad y lo común, encarando los siguientes retos: la recuperación crítica de la cultura y lengua propias, sin caer en el folclore; una apertura sincera para el diálogo entre integrantes de la comunidad; la revaloración de las mujeres como creadoras y constructoras de vida; la reconceptualización del trabajo como espacio comunitario y de vinculación con la tierra.

Denunciamos a las autoridades municipales y ejidales de la región del Istmo que, como en el caso de San Pedro Comitancillo, han facilitado la imposición de megaproyectos como la línea de transmisión Xipe que atraviesa la región, y exhortamos a las autoridades comunales, ejidales y municipales que no han caído en esta complicidad a defender nuestros territorios ante la amenaza de las ZEE.

Señalamos las violencias en la imposición del modelo extractivista que asedia a nuestros territorios como crímenes contra la vida comunal, y atenta particularmente contra mujeres, jóvenes, niñas y niños. Los crímenes sistemáticamente han cobrado la vida de hombres y mujeres de nuestros pueblos.

 

San Pedro Comitancillo, Istmo de Tehuantepec, Oaxaca

 

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