El Principito en tsotsil se llama Ch’in Ajvalil
La situación social, política y humana que se vive en estos momentos en México y, en particular, en el estado de Chiapas, nos pone día a día ante situaciones dramáticas: constantes desplazamientos y ataques a las poblaciones indígenas de los Altos, como ocurren en Aldama y de Chavajebal, o los tratos discriminatorios a las caravanas de migrantes que se juegan la vida tratando de cruzar el país para llegar a los Estados Unidos, entre otros. En medio de estos verdaderos dramas humanos, también encontramos noticias como la traducción a la lengua maya tsotsil del libro Le Petit Prince de Antoine de Saint- Exúpery, publicado por primera vez en 1943 y traducido a muchos otros idiomas, hasta convertirse en un clásico en la literatura universal. Ahora El Principito ya puede hablar también en tsotsil, al igual que sus personajes, con inspiración en la cultura maya.
El traductor tuvo la iniciativa de proponer a Héctor Morales Urbina que, desde su talento de ilustrador, diseñara las imágenes que dieran sentido al libro en tsotsil. Así inició un trabajo en equipo. Fueron muchos meses de trabajo de investigación gráfica en los códices, cerámicas, textiles y estelas para construir cada elemento que acompaña la narración. A principios del 2014, gracias a una entrevista realizada al traductor tsotsil por Jordi Muñoz y Elisabet Alguacil, editores de la revista Svilel Pepen, Javier Merás supo de la existencia del Ch’in Ajvalil, se acercó al trabajo de Xun Betan y de esta manera formalizaron el trabajo conjunto.
Fue difícil encontrar espacios para publicar la obra, en buena parte debido al clasismo institucional y editorial. Aunque el único objetivo era hacer llegar ese libro a los niños tsotsiles, no pudo encontrar un espacio. Para el traductor la obra tiene un gran sentido emocional, pues a través de ella aprendió a hablar y leer en castellano. Así, siempre soñó que los niños y los jóvenes tuvieran la posibilidad de leer en su propia lengua algún libro, qué él nunca tuvo, y más uno tan lleno de moralejas y de expresiones que terminan siendo muy familiares a la lengua que ahora habla el Principito.
El primero en conocer esta traducción fue el fallecido Jan De Vos en marzo del 2011. De Vos se había interesado por la traducción del libro y se había comprometido en buscar una editorial, pero fallece en julio y la obra quedó guardada. Con la ayuda de la cantautora Maruca Hernández, Betan realizó talleres y lectura en varias comunidades tsotsiles, y algunas dramatizaciones teatrales con el apoyo de la soprano Margarita Barajas y de Celia Nichim en el ejido Candelaria, además de llevarla a las escuelas donde se habla tsotsil para leerla a los niños.
Se logró un gran equipo de trabajo para la traducción, donde participaron hablantes de las diferentes variantes del tsotsil. En la variante de Chamula la revisión estuvo a cargo de Romana Gómez Díaz y Mariano Ruiz Gómez; en la de San Andrés, Cecilia Díaz Gómez; en la de Zinacantán Alfonso Miguel Jasso Flores, y en la variante de Venustiano Carranza el profesor Juan Noé Vázquez. La contraparte argentina estuvo integrado por Alejandro Fiadone en la edición digital de las imágenes y números mayas, Carolina Giovagnoli en la tipografía Compuesto Andada ht Pro Tsotsil, desarrollada especialmente para este libro, y los expósito de Fabio Ares.
Así, entre la tristeza y las dificultades que se viven en estas tierras de los Altos de Chiapas, hay momentos que dan esperanzas para seguir soñando en la lengua y en especial para que los niños y no tan niños puedan deleitarse con los seres maravillosos que nos enseñan la sensibilidad y la esperanza en la vida humana: Ja’ no’o xich’ ilel lek ta ko’ontontike. Te slekilale mu xvinaj ta jsatike: “Sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”.