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GUIDXI LAYÚ CABIDXI LAANU: LA TIERRA NOS LLAMA

CARLOS MANZO

LA TERCERA ASAMBLEA DEL CIG-CNI CONDENÓ LOS ASESINATOS DE SAMIR FLORES Y GUSTAVO CRUZ MENDOZA  

Séptima (y última): la comunicación interoceánica en el Istmo de Tehuantepec

EL CAPITALISMO TUVO SU FASE LIBERAL POSITIVISTA en el juarismo que hoy inspira y deslumbra al gobierno neoliberal de la IV Transformación. Tras la revolución agrarista mexicana, Lázaro Cárdenas impulsó reformas que le dieron cierto perfil socialista al modelo, afectando de manera global y estructural el proceso de acumulación al promulgar la nacionalización de la industria petrolera (después se haría con la energía eléctrica y los ferrocarriles).

En el cardenismo se intensificó la reforma agraria, con el reparto de millones de hectáreas a comunidades y ejidos; en muchas partes el propio general Cárdenas repartió armas para que los campesinos e indígenas defendieran sus tierras contra las guardias blancas de los terratenientes afectados. Esto me lo platicó Amado Zeferino Martínez, de la Chontal baja, fundador del ejido Morro Mazatán en la costa del istmo de Tehuantepec, territorio hoy amenazado por las Zonas Económicas Especiales y la construcción de una autopista que uniría los puertos de Huatulco y Salina Cruz, más las concesiones a mineras que se hicieron de la parte alta del territorio.

El actual Estado dista de ser antineoliberal y en sus intentos por imponer megaproyectos como el Tren Maya, el Ferrocarril Transístmico, el Proyecto Integral Morelos, la minería en Guerrero y en la Sierra Sur de Oaxaca, el fracking y cultivos transgénicos (en su mayoría iniciados en sexenios anteriores), empieza a mostrar complicidad con empresas transnacionales responsables de la continuidad de la acumulación capitalista, que en su actual fase sexenal abren un ciclo de inversiones con empresas chinas, canadienses, españolas, alemanas, francesas y estadunidenses. Algunas, como las mineras y eólicas, tienen más de diez años operando sin representar, sustancialmente, “beneficios y progreso” para las comunidades que hasta ahora se han opuesto a cualquiera de estos procesos siendo ignoradas o asesinadas por la violencia instalada e imperante en el país.

El 20 de febrero, Samir Flores Soberanes, nahua de 36 años, fue asesinado en su domicilio con dos balazos en la cabeza. Samir fue delegado del Congreso Nacional Indígena (CNI), comunicador de la Radio Comunitaria de Amilcingo, Morelos, educador popular en su comunidad y participante activo en el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua de Morelos, Puebla y Tlaxcala.

Un mes antes, en la comunidad de Cerro Caliente, Municipio de Santiago Jocotepec, fue asesinado, también en su domicilio, el chinanteco Gustavo Cruz Mendoza, de 42 años. Múltiples impactos de postas de retrocarga arrebataron la vida al militante del Concejo Indígena Popular de Oaxaca, Ricardo Flores Magón (CIPO-RFM), instancia que también ha participado en reuniones y asambleas del CNI desde su fundación en 1996. Ambos casos fueron denunciados en la tercera asamblea del CNI-CIG, despertando preocupación por la permanencia y ascenso de la violencia en regiones indias donde hay megaproyectos y/o concesiones mineras. El aumento de la presencia del ejército, acompañado de más programas asistencialistas de “bienestar” mediante apoyos económicos y becas, fue ineludible referencia en los días de diálogo entre delegados y concejales indios de casi todo el país. Resalta en los análisis regionales la emergencia del llamado “triángulo rojo del huachicol” entre Puebla, Morelos y Tlaxcala, que coincide con la actual zona de violencia del Proyecto Integral Morelos. Hoy, la imposición de los megaproyectos mediante la consulta simulada pretende ser la tónica a seguir en el caso del Ferrocarril Transístmico y las Zonas Económicas Especiales. El contexto de violencia afecta directamente a comunidades y colectivos que se opongan a esta vía “expedita” de desarrollo que el Estado propone como forma de incentivar el crecimiento económico nacional y regional, anunciando inversiones multimillonarias que generarán empleos y “bienestar” para una de las regiones más “atrasadas” de México.

En cuanto a la comunicación interoceánica, la cámara de diputados aprobó ya la erogación de los más de mil cien millones de pesos que anunció el presidente en diciembre pasado en Salina Cruz, asegurando que la misma se concretará en los próximos dos años para iniciar la operación del proyecto, sin realizar una consulta a las comunidades indígenas directamente afectadas. El discurso de AMLO manipula con cifras alegres de inversiones multimillonarias y creación de empleos al grueso de la opinión pública, presumiendo cierto consenso, sobre todo con los empresarios, y supuesta autoridad moral que le imprime a su mandato el respaldo de “sus 30 millones”. No obstante, abajo en el terreno miramos engaño, mentira, incumplimiento de promesas, servilismo y condescendencia con los empresarios, descalificación y negación de cualquier sector que, apelando a su derecho a expresarse, difiera de la tónica, como se aprecia hoy con los mentores de la Sección 22 de la CNTE y con las comunidades del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua. Los neoindigenistas y neoliberales de la izquierda oficial ensayarán en próximos meses desde las dependencias gubernamentales, la puesta en escena de “consultas indígenas” que brinden legitimidad al gobierno federal en sus pretensiones de “modernizar” el Ferrocarril del Istmo, acompañado de otros proyectos que activen las Zonas Económicas Especiales. Hay el intento de recorrer la barrera fronteriza con Centroamérica, del Suchiate al Coatzacoalcos, para que chinos y/o estadunidenses utilicen la vía alterna al canal de Panamá para la comunicación interoceánica, y se incorpore al mapa económico transnacional una nueva zona de maquiladoras, tráfico de drogas y migrantes. Para la población istmeña, subirse al tren de la 4T significará difuminar nuestras identidades culturales.

A los indios en resistencia toca responder al último llamado de la Madre Tierra. Más allá de la retórica y la poética debemos ser capaces de comunicarnos con ella y entre nosotros, aunque a los tecnócratas parezca absurdo y a los marxistas un tanto más. Deben aflorar la espiritualidad y la riqueza moral. Citando a don Pablo, viejo sabio presente en nuestra tercera asamblea, “es necesario conocer nuestros pueblos originarios y sus alternativas, el conocimiento acumulado, la experiencia y la cultura de la organización y la lucha. Dirimir entre lo que es cierto y lo que es mentira, la moral como práctica política, porque mientras ellos no saben en qué mundo viven, nosotros seguimos luchando”.

Binni laanu cadi Cadxibi (Nuestra gente no teme) Guidxi layú rini’ (La tierra habla) Cabidxi guiranu (nos llama a todos) Cachi’chibe (se enoja, está molesta) Racaditibe ne que rienedu laa (tiembla y no la entendemos) Ruzeele ne que rulabidu (erupta y no reparamos) Nacanu guí (somos fuego) Ni Ruzaqui ne rucuidxi (que incendia y reseca) Nacanu bi ne que rienedu (somos viento y no entendemos) Nacanu nisa ne que ranadxidu (somos agua y no amamos) Nacadu za ne que rizadu (somos nube y no avanzamos) Nacadu dani ne que rudxiludu (somos cerro y no enfrentamos) Nacanu gui’xhi’ ra gasti xtiipa (somos montaña sin fuerza) Nacanu diidxa’ zeniti lu (somos palabra que se pierde) Nacadu xhiñi guidxi layú (somos hijos de la tierra) Rucanu ne zuzanadu duuba’ (vamos dejando huellas) Huaxha guiruti’ ruuna laanu (que casi nadie entiende)

Zeyati xpiaanidu Caxhiedu Chahui duga Cayuuticabe laanu Cucuidxidu riini’ guidxilayú Rului que ziu di dxi Guibigueta binnigoola que Guziidi laanu Xquendanazaaca lu guendanabaani Cadi ni cani’ zope ique tee casi naa Ni gacanee ladxi guidxilayú Ni gannaxhí ne ladxido’ binni hualadxi Huaxha ma bienedu Que ziu dxi guibigueta ni ma zee. (…)

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