LA MASACRE EN EL CHARCO 21 AÑOS DESPUÉS — ojarasca Ojarasca
Usted está aquí: Inicio / Artículo / LA MASACRE EN EL CHARCO 21 AÑOS DESPUÉS

LA MASACRE EN EL CHARCO 21 AÑOS DESPUÉS

SIMITRIO GUERRERO COMONFORT

NA SAVÍ QUE NO DESCANSAN, NO TIENEN JUSTICIA, NI PAZ

El municipio de Ayutla de los Libres, Guerrero, ha tenido una vida muy difícil. Ha sido blanco de estrategias perversas del gobierno neoliberal para apaciguar sus luchas por la dignidad, la paz, la justicia y el derecho propio. Asesinatos, masacres, represalias, persecuciones, esterilizaciones y violaciones a mujeres indígenas, desaparición de seis estudiantes normalistas, secuestro de líderes comunitarios. Son las páginas principales que forman el grueso de adversidades y atrocidades que han vivido los pueblos me´ephaa y ñuu savi de Ayutla. Acteal, Aguas Blancas, Tlatlaya: cuando oímos sus nombres inmediatamente las relacionamos con masacres atroces del gobierno neoliberal contra pueblos que cansados de injusticia, maltrato y opresión se han levantado en lucha en defensa de su dignidad. Pero preocupa que no sea así con la masacre de El Charco, o al menos no relacionamos el nombre con una masacre atroz. ¿Será por el olvido, la miseria o la falta de acceso que padece la comunidad El Charco? ¿O porque el Estado logró borrar de nuestra memoria una masacre de once na saví?

No hay olvido. De acuerdo con un principio de vida ñuu saví: “Tu recuerdo lo colocaré junto a mi corazón, para que nunca te olvide”, vamos a rememorar que el Ñuú yozó xoo, más conocido como El Charco, es una comunidad en la región Costa Chica de Guerrero. Ñuú yozó xoo, o El Charco, cuenta con una población aproximada de 500 personas, todas hablantes del tu´un saví o lengua mixteca. Está a unas tres horas de la cabecera municipal; esto, desde luego caminando, ya que no hay carretera, ni siquiera de terracería, dado que la pequeña brecha, por las malas condiciones en la que se encuentra, para llegar se depende totalmente de que sea o no la temporada de la lluvia. Desde el principio de las lluvias, en el mes de mayo, se vuelve inaccesible y la única opción para salir a realizar compras de productos básicos es caminando por más de tres horas para los que estamos poco acostumbrados, y dos horas para los compañeros originarios de esa comunidad. Al ir a la cabecera de Ayutla hay que salir en la madrugada, tres o cuatro de la mañana. Si el tiempo se muestra en condiciones favorables (o sea si no llueve, no hay malas noticias, ni soldados, ni asaltos en el camino) las personas pueden regresar el mismo día. Caso contrario, optan por quedarse a dormir en las banquetas de la presidencia municipal, para salir igualmente de madrugada y así llegar a buena hora, antes de que salga el sol. Allí se respeta siempre el horario de la comunidad y no el de los ricos (u horario de verano, implementado en la sociedad hegemónica). Es costumbre de los na saví de El Charco llevar a vender jamaica o aguacate, muy común en la comunidad, para sacar sus productos. Tienen que cargarlos en la espalda y recorrer por las veredas para llegar a la cabecera y poder ofertarlos al precio más bajo posible, y esto no por voluntad, sino por la situación de que a falta de mercado u oportunidades de salida para sus productos, no les queda otra opción, además de que muchas veces el coyotaje se impone.

Noche de terror y masacre. El 7 de junio de 1998 el Ejército mexicano sitió a la comunidad El Charco, desencadenando una ofensiva que tuvo como resultado la muerte de 11 personas, cinco heridos y 22 detenidos. Entre los muertos había un estudiante, y otra fue detenida. Sembrando injusticia todos los días, hechos de violencia, impunidad y persecución a comunidades organizadas, los culpables no han sido castigados. La masacre y otros hechos violentos siguen impunes. Han dejado heridas abiertas, vistas desde lejos, que en vez de cicatrizar se han hecho más profundas, debido a que se sigue aniquilando emocional, social, económica y humanamente a las viudas y los hijos de las once personas cuya muerte fue mediante tiros de gracia.

Aún no descansan. A  21 años de este hecho reprobable, la masacre sigue impune, los familiares de los masacrados exigen justicia, y claman a los cuatro vientos que sus familiares muertos en manos del Ejército mexicano no han encontrado descanso ni justicia. Desde el corazón de esta patria chica exigen que el gobierno voltee hacia ellos y se haga justicia, porque mientras no la haya, no habrá paz en la memoria comunitaria de los ñuu saví de El Charco.


 

comentarios de blog provistos por Disqus