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TODOS LOS MAYAS, TODOS

ARTURO LOMELÍ GONZÁLEZ

DE MÉXICO A GUATEMALA, ENTRE LAS AMENAZAS Y UN FUTURO PROPIO

“Luchamos por la vida, por nuestra vida y la de las próximas generaciones. Luchamos en contra de la muerte que significan los proyectos de desarrollo que pretenden apropiarse de nuestros territorios y destruir nuestras comunidades y la desaparición de los pueblos originarios. Luchamos porque se escuche nuestro proyecto de vida y de futuro”. Es el pronunciamiento de los pueblos originarios de una de las regiones más indígenas de Latinoamérica, el área maya. En esta región convergen los movimientos de defensa de los territorios, encabezados por el EZLN-CNI-CIG del lado mexicano y el Consejo de Pueblos Mayas de Guatemala (CPM) y la articulación de movimientos guatemaltecos. Convergen sin más vínculo que sus demandas. Ambos procesos manifiestan que nos encontramos en el tiempo de los pueblos, después de sufrir despojos y destrucción. EZLN-CNI-CIG llaman a defender la tierra y los territorios.

Los proyectos de desarrollo conducen a la destrucción de pueblos, culturas y comunidades y somete las poblaciones a nuevas formas de explotación capitalista. El CPM y los demás movimientos se han opuesto y de claran que sus territorios han de ser libres de minería, proyectos extractivistas y respeto a las formas de vida comunitaria.

 

TERRITORIOS MAYAS

La mayoría de los actuales habitantes de las regiones indígenas son descendientes de una civilización original. Aquí se forjaron civilizaciones de varias decenas de millones de personas. Después de siglos con el sistema mundo del desarrollo capitalista entraron en una dinámica de despojo de sus formas de vida y territorios. El área sociocultural maya, identificada en la división de Mesoamérica, abarca desde la Huasteca Potosina en el centro oriente de México, hasta el Caribe, pasando por el Golfo de México, la península de Yucatán, Chiapas, las montañas del altiplano, las selvas y llanuras del Petén guatemalteco y la costa de Belice.

En esta superficie se encuentra uno de los centros mundiales de riqueza en biodiversidad y culturas. La geografía incluye muchos climas y nichos ambientales. Desde la alta montaña, como la sierras, los altos de Chiapas y Guatemala, las estribaciones de los volcanes Tacaná y Tajomulco; bosques y valles donde nacen los grandes ríos y los sistemas lagunarios. Llanuras y planicies costeras dan cuenta de esa riqueza. Los pueblos habitan miles de co munidades que dan cuenta de una rica diversidad cultural y lingüística. Treinta lenguas vivas, en algunos casos ha bladas por cientos de miles de personas. Las lenguas mayas yucateca, mam, tseltal, tsotsil, kakchikel y kiché son las de mayor número de hablantes.

Los antiguos formaron entidades político-religiosas que hasta la fecha ocupan los espacios territoriales de manera autónoma y soberana. Sus formas políticas cuestionan el poder institucional y en ocasiones, cuando se ven afectados, lo confrontan. Ahora demandan ser reconocidos. En México han luchado porque el Estado haga efectivo los Acuerdos de San Andrés firmados en 1996, y en Guatemala por el respeto a los tratados internacionales y la reforma del estado plurinacional.

La triada territorio-lengua-gobierno constituye a los pueblos indios, cada uno en su propia dinámica de luchas y resistencias cuya visibilidad se ha hecho notoria con sus rebeliones y movimientos por el reconocimiento de dere chos colectivos y por su incidencia en la vida política. Han alcanzado altos niveles de organización, legitimidad y futuro, lo cual sin duda les permitirá sobrevivir a los actuales intentos de despojo.

 

"AMENAZAS DEL “DESARROLLO”

En la actualidad, al igual que los demás territorios codiciados de América Latina, las tierras mayas están amenazadas por todo tipo de proyectos disfrazados de “desarrollo”. En el caso de México, algunos incluso son los

principales del gobierno, como el Transístmico en la cintura de Tehuantepec, colindante con las montañas de los Chimalapas, así como el Tren Maya, que abarca la península de Yucatán y el norte de Chiapas. Además carreteras, desarrollos turísticos, minería y cultivos orientados al mercado, como la producción de palma africana, que comparte la región de Sayaxché con el norte de Chiapas y la región tabasqueña de Tenosique, que provoca devastación.

México y Guatemala comparten un gran proyecto que contempla la integración y desarrollo de la infraestructura de la “riviera maya” de Yucatán, integrándola a la zona arqueológica de El Mirador, que incluiría la selva tropical del Petén y Campeche, con sus repectivas áreas naturales protegidas, para formar un complejo turístico de los más grandes del mundo. Esto traería como consecuencia la apropiación de los bienes comunes: paisaje, viento, agua y entornos naturales.

Del lado guatemalteco el gobierno ha entregado toda la actividad productiva a las empresas transnacionales bajo la falacia de “desarrollo” para las “comunidades rurales”. Así, proyectos de minería, hidroeléctricas, represas, expansión de la red eléctrica, monocultivos, carreteras y extracción de hidorcarburos forman parte de las políticas económicas.

Este disfraz de “desarrollo”, aparte de generar conflictos, despojos y criminalización para quienes se oponen, destruyen los sitios sagrados, bosques, ríos y la vida comunitaria. Todo ello propicia resistencias. La disputa se centra en el agua y el paisaje como bienes comunes codiciados por gobiernos y empresas. La población afectada se moviliza e intenta organizarse para defender su territorio. En sus movilizaciones y encuentros expone el deterioro ambiental que han vivido, el cual atenta contra la vida y los derechos humanos de pueblos, culturas y comunidades. La crisis ambiental revela la total impunidad con la que actuan las empresas, mostrando la débil res puesta gubernamental. Ante la desaparición de bosques, ríos y lagunas, del deterioro de costas y del la crueldad del cambio climático, la pasividad gubernamental resulta desesperante y en muchos casos denota su alianza con las empresas.

La actuación de los gobiernos es similar en ambos países. Intentan convencer a la población de que los proyectos son en su beneficio, y dicen acatar los acuerdos internacionales, simulando consultas que, la mayoría de las veces, no cumplen con la forma definida en el convenio 169 de la OIT. En ambas naciones las resistencias organizadas y los defensores del territorio son criminalizados.

Tan sólo en 2019, en Chiapas fueron asesinados cuatro defensores de derechos humanos y ambientalistas, que se suman a los casi cincuenta de la última década. En Guatemala, hasta 2018 se reportaban 22 asesinatos y más de trescientas agresiones contra personas y organizaciones defensoras que tienen en sus agendas el tema ambiental y la defensa del territorio.

 

EL TIEMPO DE LOS PUEBLOS Y SU VISIÓN DE FUTURO

Desde 2006, en los pueblos mayas de Guatemala y en algunos mestizos se organizaron autoconsultas, y después de 2012 han declarado sus territorios libres de proyectos mineros, hidroeléctricas y transgénicos. Se han declarado como sujetos políticos que buscan reformar las leyes y hacer efectivo lo acordado: un Estado plurinacional donde cada región indígena decida su propio destino. Mientras la respuestas de los gobiernos de corte neoliberal que han prevalecido en el país centroamericano han sido violentas, por decir lo menos. La Procuraduría de Derechos Humanos guatemalteca reconoce la existencia de al menos 110 conflictos sociaoambientales relacionados con empresas privadas.

De igual manera, la nuevas autoridades ambientales de México reconocen unos 560 conflictos relacionados con los megaproyectos, la mayoría en los territorios indígenas de Oaxaca, Guerrero y Chiapas. Y aunque en la actualidad pareciera que los dos proyectos mencionados, Transístmico y Tren Maya, han sido aceptados por las localidades, comunidades y pueblos de la región, habrá que esperar cuando se vea a quién van los beneficios. Ante este panorama, los pueblos mayas oponen proyectos de vida donde la autonomía y las reformas constitucionales de los Estados, y el cambio de política de desarrollo pueden hacer efectiva la proclama zapatista de “un mundo donde quepan muchos mundos”.

Vivimos tiempos en que los pueblos caminan. En su lucha frontal buscan el reconocimiento de sus derechos y la legitimación de los caminos a transitar en defensa del territorio contra las acciones que alteran la vida de la Madre Tierra y de sus habitantes, que parten el vientre de la Madre Tierra para saciar su avaricia a cambio de la pobreza y la muerte de los pueblos.

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