POESÍA RECIENTE EN LENGUAS ORIGINARIAS / 281 — ojarasca Ojarasca
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POESÍA RECIENTE EN LENGUAS ORIGINARIAS / 281

DELMAR PENKA

Las artes son formas de expresión del pensamiento y el sentimiento humano. A través de ellas podemos compartir una idea personal hasta preocupaciones colectivas. Sucede con hombres y mujeres jóvenes, quienes han tomado las plumas para escribir poesía, con la cual hacen visibles sus inquietudes, nos invitan a mirar, escuchar y sentir aquello que escriben.

Ya no basta con leer a Benedetti o Pizarnik para sosegar nuestra inquietud. Hay algo que nos impulsa a escribir. La poesía se convierte en una expresión del alma; se configura en una voz que es capaz de provocar la más sutil de las caricias hasta la más terrible de las vibraciones. Esto se encuentra en la poesía escrita por jóvenes indígenas, quienes han encontrado en la literatura la manera de comunicar lo que el corazón quiere decir.

Uno de ellos es Alberto Gómez Pérez, poeta tsotsil, de espíritu joven con los años vividos. Es autor del poemario K’un k’un lajel, Muerte lenta (2012), en el cual teje versos que nos hablan de hombres y mujeres que sienten y saben amar, que lloran las rupturas, que sufren la vida y la muerte, que temen a la soledad y la lentitud del tiempo. En la espera, conjunto de poemas que compone el libro, el autor nos presenta a un ser en su viaje al interior, en la ávida búsqueda por sentirse abrazado al calor que el hombre y la mujer desprenden del corazón. Nos presenta lo inevitable, aquello que todos vivimos alguna vez: el desamor. Los recuerdos a los que el cuerpo, el alma y la mente están anclados y producen añoranzas y llantos, sin excepción alguna.

…Esta añoranza huérfana Convertida en lágrimas Sangra por la noche Los estigmas que dejaste en la piel…

El sufrimiento ineludible que los humanos vivimos de vez en cuando, debido al amor no correspondido, al abandono y a la ausencia de los amantes, de los que se han ido. Cuando el tiempo hace lo suyo, cierran las cicatrices, sanan las heridas, entonces “ ya no hiere el silencio ni el ruido de tu recuerdo”.

En Alma mía, el poeta teje versos sobre la vida y la muerte, el encuentro que los vivos tenemos con los que ya no están. El regreso de las ánimas del inframundo para reencontrarnos. Vivimos entre los muertos, éstos nos habitan, coexistimos. De este modo, la vida puede ser “una canción sonora y monótona, engañosa y estéril” cuando no se le sabe apreciar; vacíos y tercos, estamos condenados a morir sin ser recordados. Pero también, ésta es generosa, bondadosa y efímera, por lo tanto hay que saber gozarla:

…En verdad, la vida es una canción de eterno amor, sonrisa de dioses, regalo pasajero…

La vida es dialógica a la muerte, ambas se necesitan para su existencia. El cuerpo muere pero el espíritu se mantiene vivo. Es nuestra alma mía, levedad de la vida. Alberto Gómez también escribe sobre el tiempo, el cual nombra Los días como aquellos que vivimos en nuestros andares, descansos y suspensos. Los días que, fatigados por las horas caminadas y trabajadas, decidimos huir un instante de la realidad para encontrarnos a solas con nosotros mismos, con nuestro pasado, con el porvenir incierto. “El alma respira, el cuerpo se diluye”, escribe Alberto Gómez como recordatorio de nuestra existencia que:

[Se] pasa cantando canciones y esperanzas, La voluntad envuelta en ciertos pesares Vacila ante dudas; Con rumbo infinito, el viento, muerde los sueños.

El autor nos presenta el amor de pueblo, el desamor de parajes y de parejas; la reflexión que después de morir seguirán los días y sus avatares. En este tenor, encontramos la poesía de la joven Susi Bentzulul, mujer tsotsil que ha sembrado sus raíces por el suelo que camina. En parte de su obra, publicada en Círculo de poesía, encontramos los cimientos de su sentir: una poesía rebelde que se revela en contra de la violencia hacia las mujeres. En su poema Lloro se vislumbra una arquitectura del acompañamiento, de la resiliencia ante el dolor de las compañeras que sufren en silencio pero cuando deciden a hablar, ya no hay manera de arrebatarles la voz:

…Voy levantando Pedacitos de esperanza, En cada palabra tuya Me robas el alma, me arrancas la vida…

La fuerza femenina es uno de sus elementos poéticos presentes entre sus versos, con la cual recrea las adversidades cotidianas que las mujeres viven pero, aun con ellas, no hay nada que las pueda detener, más que el miedo a la libertad. Así lo escribe en el poema Niña, quien nos invita a recorrer los paisajes y los caminos que transita en forma de jaguar, de niña tsotsil y artesana:

Fuerza de jaguar Con sueños al despertar y mirada al horizonte. Caminas las montañas. La noche acompaña el tejido de tus historias, Tus palabras son sabiduría, vas tejiendo el tiempo… Susi Bentzulul ejerce su agencia poética desde su ser mujer tsotsil, quien denuncia las injusticias y las opresiones que se materializan en el cuerpo de las mujeres por aquellas bestias que parecen perder toda la capacidad de sentir. En el poema Mujer se escucha una voz colectiva que grita ¡Basta!

Mujer valiente, Tus pasos nos guían, Tus huellas son semillas, Nuestra voz enardeces…

También destacan los y las poetas que hablan de aquello que difícilmente se pronuncia en público, ante los ojos de la sociedad. Es la experiencia de Elvis Guerra, poeta y traductor zapoteca. En sus versos, escritos en primera persona, encontramos una vivencia íntima y testimonial, acerca del dolor y el sufrimiento por el hecho de querer amar y, a la vez, por saberse muxe’. Así lo escribe en el poema No me abraces en la calle:

No me digas “te quiero” frente a mis amigos, si te respondo se burlarán de mí, ellos saben que soy una perra, que no se deja amar…

En el poema se reconoce la burla de lo “otro”, lo no “aceptado” pero que es reconocido, como un secreto a voces. Así sucede con las formas de amar entre los jóvenes que asumen otro tipo de sexualidad y afectividad pero, al demostrar lo que son, sufren rechazo y exclusión.

En el libro Ramonera de Elvis Guerra se encuentra el poema “Siempre Ramón”, que remite a un vocabulario reconocido entre los muxes, y que alude al descubrimiento íntimo del cuerpo y del placer, de una manera socarrona y lúdica, de un hombre que ha decidido “ramonear”:

El beso más exquisito es el de Ramón, Ramón no dice “vamos a ramonear”. Él no sabe que ramonear Es dejar que otros te desvirguen Con un dedo que sabe a sal…

La poesía escrita en las lenguas originarias de las y los jóvenes es una puerta que nos lleva a explorar un mundo pensado desde los marcos de su idioma y que, al materializarlos en palabras escritas, podemos encontrar fragmentos de ellos en los poemas que escriben, sentir la experiencia personal que va de un recuerdo alegre hasta el más desgarrador de todos. Vale la pena leerlos para entrar al mundo en donde viven y caminan, como escribió Marcel Proust en su texto Sobre la escritura: “cuando leemos nos gusta siempre salir un poco de nosotros mismos, irnos de paseo”.

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Delmar Penka (Chiapas, México, 1990). Es documentalista, ensayista y académico tseltal. Maestro en Comunicación y Política (UAM-X). Ensayos suyos han aparecido en las revistas Tierra Adentro, Liminar, Balajú y Fotocinema. Esta reseña se publicó en Norte/Sur, 10/08/2020.

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