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LEYDY PECH Y LA MIRADA DE LOS PUEBLOS / 284

GLORIA MUÑOZ RAMÍREZ

“PARA PODER VIVIR, LOS INDÍGENAS NECESITAMOS CUIDAR LO QUE TENEMOS”, DICE LA GANADORA MAYA DEL PREMIO GOLDMAN

El nombre de Leydy Pech Martín, originaria de la comunidad maya Ich-Ek, municipio de Hopelchén, Campeche, apareció en la prensa de todo el mundo el pasado primero de diciembre, al ser reconocida con el Premio Goldman 2020, equivalente al Premio Nobel de ecología. Es la primera mujer mexicana galardonada con este premio y aspira a que la plataforma internacional le permita seguir denunciando los embates al territorio en la Península de Yucatán, como los que encabeza Monsanto, el gigante transnacional de los trangénicos. Pero no sólo.

Leydy es una mujer menudita de 55 años, pelo corto y palabra fluida. Suele vestir los frescos y floreados vestidos y blusas tradicionales de las mujeres mayas, y ropa de trabajo para cuidar de sus apiarios. Es fuerte, aunque ha vivido bajo la amenaza de quienes ven afectados sus intereses por sus múltiples denuncias.

A continuación extractos de la entrevista que sostuvimos con ella en 2019, en el marco de la elaboración del reportaje “Hablan los pueblos”, sobre las afectaciones del Tren Maya.

¿Cuáles son las afectaciones al medio ambiente en Hopelchén? En los últimos diez años han crecido mucho las afectaciones a las comunidades mayas de Hopelchén y en general de la Península de Yucatán. Tenemos problemas por las grandes deforestaciones, debido al crecimiento de la agricultura industrial a gran escala. Se está desplazando a las milpas que tenían una producción de alimentos más diversificada.

Este territorio maya está siendo ocupado para la producción de granos a gran escala, como la soya, el sorgo, las hortalizas, el chile, la sandía y la papaya. Ha cambiado mucho la forma de producción. Cuando se deforesta tenemos una pérdida de la biodiversidad y problemas con la apicultura. El monte y la selva son muy importantes para nosotros. Producen especies de plantas nativas, parte de ellas medicinales, que las abejas las aprovechan mucho. Al crecer la deforestación, se pierde mucho de estas especies que necesitan las abejas para polinizar, para la producción de miel, y se pierden también muchas especies de animales, lo que hace que estemos en una situación de emergencia.

Por otra parte, el crecimiento de la frontera agrícola ocasiona también que se incremente el uso de plaguicidas, que afectan nuestra salud y provocan la muerte de las abejas. Nosotros, los mayas, hemos trabajado ancestralmente con nuestras abejas, son parte de nuestra producción de alimentos y de nuestra economía.

Yo formo parte de un grupo de mujeres dedicadas al rescate y conservación de las abejas meliponas, pero si las apis melliferas están en riesgo, nuestras nativas están en doble situación de riesgo.

Otro problema grave es la contaminación de agua, también debido a todo el uso de plaguicidas altamente tóxicos. Se fumigan las grandes extensiones de plantíos de soya y sorgo hasta con avionetas y eso es muy grave, porque no solamente se filtran en los mantos freáticos, sino que se esparcen en nuestro medio ambiente, y los estamos respirando. No sólo estamos padeciendo esta situación en Hopelchén y en este estado, en general los pueblos indígenas estamos siendo afectados por esta propuesta de megaproyectos. Nuestros territorios están siendo vistos con una mirada capitalista, para la producción de economía, pero no para nosotros.

¿Cuántas hectáreas se están fumigando y quiénes lo hacen? Tan sólo en Hopelchén hay espacios de alrededor de 10 mil o 15 mil hectáreas de una sola área compacta. Esas áreas compactas de deforestación eran bosques, selvas vírgenes que se deforestaron. Hopelchén es el municipio más deforestado a nivel nacional, es un foco rojo. Se debe también a las condiciones de nuestros suelos, que son muy planos. Y esto no lo estamos haciendo nosotros los pueblos indígenas, sino que viene de un modelo de producción agrícola a gran escala en el que están involucrados los tres niveles de gobierno.

¿Cuál es el rol o participación de los grupos menonitas en lo que ocurre en la Península? Este municipio hace 40 años no tenía la presencia de los menonitas. Hoy en día estamos invadidos por ellos, y son quienes han deforestado mucho, junto con otros empresarios que han llegado. No son gente de por acá. Todas esas tierras que están siendo ocupadas hoy para la producción de la agricultura industrial son tierras que el gobierno ofertó y vendió. Cuando pasó el programa de Procede nos afectó mucho, porque empezó a delimitar las áreas de los ejidos, y al delimitarlas se dieron cuenta de que hay mucho territorio que le llamaron en desuso, pero que es territorio de los pueblos que lo cuidan desde hace muchos años.

Para nosotros es importante cuidar y conservar. Para los pueblos indígenas no existen delimitaciones, sino espacios grandes que entre todos los pueblos cuidamos. Esto fue lo que se vendió, y muchas veces de forma ilegal. Hemos ido descubriendo y entendiendo que muchos de esos territorios vendidos cayeron en manos de personas como los menonitas y empresarios. Ellos no son como nosotros, no tienen la cultura de cuidar y de conservar. Para nosotros el tema económico no es tan importante ni prioritario, porque para poder vivir necesitamos cuidar lo que tenemos. Pensamos que si no tengo un pedazo de tierra, de qué me sirve tener dinero. Si yo no tengo mi milpa, no produzco mis alimentos, no produzco mi maíz, no produzco lo que como, y para qué necesito dinero. Esa es la mirada de nosotros.

Y en este contexto, viene el anuncio del Tren Maya. ¿Qué significa este proyecto para ustedes? El megaproyecto del Tren Maya se suma al despojo del territorio de los pueblos mayas. No se debe decidir sobre los territorios que tienen dueños. Somos los que los hemos cuidado por muchos años. El tema de los megaproyectos, incluyendo el tren, fortalece la violación a los derechos de los pueblos indígenas, sobre todo a la libre determinación.

Para hacer un proyecto primero se tiene que platicar con la gente, con nosotros. Si viene un proyecto del tamaño del tren, al final no sólo va a desaparecer toda esta biodiversidad, sino también a nosotros. Se acabará con toda la identidad cultural de un pueblo sabio, vivo, que tiene conocimiento. Todas las leyes, todo lo que se está decidiendo no es para nosotros y se está decidiendo sin nosotros.

El gobierno federal argumenta que los consultó… La consulta no resuelve nuestros problemas, es una herramienta que nos dieron y nos dicen que con ella se van a resolver los problemas que tienen los pueblos originarios, pero no. La consulta, si se llegara a aplicar como la marcan los estándares internacionales, sí podría funcionar, pero como se está haciendo, no sirve. Al contrario, genera mucho conflicto, introduce más división, coopta a la gente.

No es válido, no se vale. Antes de meter los megaproyectos se tiene que hablar con la gente. Tendrían que preguntarnos tal vez qué es vivir para mí, qué es vivir bien. Si me lo preguntaran, yo diría que no me estén fumigando, que no me estén tirando mis bosques, que se conserve, que ya no se siga deforestando.

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