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AUGURIOS DEL TREN MAYA

SAMUEL ROSADO

A dos años de gobierno de AMLO, los cambios en el gabinete, la retórica y la forma de impulsar los megaproyectos empiezan a esclarecer las negociaciones entre el gobierno y los intereses empresariales. Hemos ya escrito varias veces sobre el Tren Maya (TM) y las intenciones de urbanización, industrialización e integración económica internacional que éste impulsa. Los textos han sido premonitorios de las intenciones del mal llamado TM y de revivir el ASPY, la integración con el Istmo de Tehuantepec y los intereses inmobiliarios.

Al principio, Fonatur afirmaba que el Tren no era más que turístico y en beneficio de los pueblos, a quienes minimizó de modo condescendiente y paternalista; sin embargo, aceptó que el TM se financiaría principalmente con el traslado de mercancías y despreció las preocupaciones de las comunidades, mientras el gobierno en pleno se promovía de anti-neoliberal. Después de que académicos, organizaciones y comunidades señalaran el racismo y los múltiples problemas de la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) del TM, ésta fue reducida a trámite administrativo y, pese a su contenido problemático, Semarnat la aprobó haciendo únicamente observaciones de flora y fauna e ignorando los impactos que causaría: la devastación del agua subterránea, la especulación de tierras, la tala de árboles (luego de afirmar que no se talaría un solo árbol), el impacto sobre los saberes ancestrales, la degradación de suelos, la urbanización salvaje y los proyectos que deliberadamente dejó fuera de consideración aunque afirmó que no se trata de una mera “rehabilitación” de las vías.

No existe mención alguna del falso túnel que se construirá en Mérida, que tanto empresarios locales como el alcalde han afirmado que se hará; tampoco los polos de desarrollo, ni los paneles solares y aerogeneradores que alimentarán el recorrido del Tren. Todas ellas serán divididas en MIAs independientes que no harán análisis de los impactos conjuntos del TM: la reactivación de megaproyectos como carreteras, aeropuertos, corredores industriales e inmobiliarios. Hace veinte años, Andrés Barreda escribió sobre estas intenciones del gobierno de Ernesto Zedillo, que ahora reviven bajo el estandarte amlista y un gabinete plagado de intereses afines a ese expresidente.

Las Zonas Económicas Especiales de Peña Nieto fueron incorporadas al TM en la forma de Dos Bocas, el Tren Transístimico, la zona urbana industrial de Mérida-Umán-Hunucmá y la especulación de tierras para la agroindustria y el turismo en Campeche y Quintana Roo. El TM impulsa la integración económica internacional y de la población maya al trabajo asalariado inequitativo, como si la monetización de las relaciones resolviera los profundos problemas de una sociedad sumida en una crisis civilizatoria, causada por la degradación de las relaciones sociales. Luego de siglos de opresión, asesinato de líderes mayas y de la cultura maya en general, la “blanca” Mérida será nombrada “sede” del mundo maya, cuando ésta se amuralló para proteger la blanquitud de su población de las insurrecciones de los macehualob mayas. Con la construcción de esta infraestructura se termina por integrar todo el Golfo de México al proceso global de acumulación de capital, principalmente estadunidense. Se interconecta la red de gasoductos de Tabasco hasta las arenas bituminosas de Canadá, conecta al océano Atlántico y el Pacífico con la red ferroviaria y genera economías de escala en la región, todas articuladas por el TM y bajo la rectoría de un fondo —ni siquiera una secretaría de Estado. En un intento por mantener el control gubernamental sobre el proyecto, pareciera que se negoció que Fonatur sea la cabeza del proyecto cuando, estrictamente, debiera ser abanderado por una comisión intersecretarial con una participación secundaria del primero.

La aprobación de la MIA es premonitoria de los malos augurios revelados por investigaciones periodísticas, que los equipos de comunicación del Fonatur buscan desmentir desacreditando reporteros. ¿Por qué deberíamos creerle a una institución que ha mentido sistemáticamente? En medio de la crisis climática, sanitaria, ambiental y cultural, el gobierno pretende descalificar organizaciones contestando sólo las aseveraciones menos problemáticas del proyecto. La intención del proyecto se ve materializada en el actuar del gobierno, en la ejecución del mismo y los intereses empresariales reactivados. Además, se han creado fideicomisos, cuyos contenidos están protegidos por el secreto bancario —supuestamente eliminados por la 4T por corruptos—, para el manejo de recursos públicos como en el caso de la reserva de Cuxtal. Esto no puede ignorarse fácilmente.

Aunque pretendan señalar que el asentamiento de Amazon en el corredor industrial Mérida-Umán, la aprobación de más MIAs, la incorporación de Cuxtal al TM, los planes de reordenamiento territorial, la construcción de un nuevo aeropuerto con el grupo ASUR, entre otros, son proyectos aislados e independientes al TM, no serían viables ni tendrían salida al mercado mundial sin la articulación productiva y logística de éste. No puede negarse la intención neoliberal del proyecto mediante una retórica populista carente de contenido: no existe participación activa de la población ni campañas para conocer sus necesidades y preocupaciones de modo cultural y ecológicamente adecuado y, al contrario, se busca militarizar la región.

El neoliberalismo es una imposición de la lógica que monetiza las relaciones sociales; privilegia al capital y glorifica el uso de “funciones de utilidad” como garantes y justificadoras morales de los megaproyectos; es decir, si las ganancias y los empleos son mayores que los costos, cualquier proyecto es viable y hasta necesario. Sin embargo, los costos sociales no pueden ser monetizados y no hay suma de dinero que pueda capturar la pérdida de las selvas, de modos de vida, de la sabiduría del pueblo maya y el daño intergeneracional y la contaminación futura que ocasionará.

¿Por qué se priorizó la construcción del proyecto en vez de postergar y apropiar los recursos para el manejo de la pandemia? En junio, la Universidad Johns Hopkins señaló que se requerían 3 mil 600 millones de dólares para hacer rastreo de contactos de Covid-19 en Estados Unidos,1 una estrategia exitosa en Nueva Zelanda, Tailandia y Taiwán, mientras que en el primer tramo del TM se han gastado mil 700 millones de dólares. ¿Son más pueblo los empresarios “creadores” de empleos que los 120 millones de habitantes? Supongo que ahora intentarán justificar que el TM creará todos los empleos perdidos por la pandemia, que es necesario usar esos recursos en un megaproyecto.

Si verdaderamente la intención fuera la articulación de las personas, habría una consulta previa sobre qué necesitan, no la imposición de un proyecto decidido desde arriba. Más aún, no es la simple inversión privada lo que hace a un proyecto neoliberal, sino su uso antagónico que propicia la destrucción de otros usos ancestrales del territorio y modos diversos de gestionar la riqueza social de los pueblos. No podemos regresar a la lógica de los juegos de suma cero que piensa que la pérdida de un campesino se compensa con un trabajo de repartidor en Amazon. El oscuro tejer del TM augura sólo peores noticias para las comunidades urbanas, rurales y originarias para el 2021 si no unifican su voz para ser escuchadas.

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1. https://www.centerforhealthsecurity.org/our-work/pubs_archive/pubs-pdfs/2020/200410-national-plan-to-contacttracing.pdf

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