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EL TRAMADO DE LOS PUEBLOS RESISTE LA VERTICALIDAD URBANA

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El primero de marzo la Asamblea Ciudadana del Pueblo de Xoco realizó un cierre parcial de avenida Universidad, “con el apoyo de otros movimientos de resistencia que se desarrollan en los pueblos y barrios originarios de la Ciudad de México, ante el embate de los megaproyectos inmobiliarios y de infraestructura, que atentan contra el medio ambiente, la historia y la cultura viva de estos pueblos”.

En esta movilización, dicha asamblea presentó un comunicado “de los habitantes del pueblo de Xoco a la ciudadanía en general y a la opinión pública”, recalcando que este pueblo, invisibilizado como “colonia” por muchísimos años, lleva “más de una década de oposición al megaproyecto inmobiliario Mítikah y en defensa de su identidad, costumbres y tradiciones”.

La respuesta de Mítikah ha sido la de ignorar las demandas de la gente y proseguir sin miramientos con sus obras, la destrucción del hábitat natural y múltiples afectaciones a los servicios y movilidad en la zona, mientras que las autoridades continúan su complicidad con estos desarrolladores inmobiliarios que perpetraron una tala ilegal de 56 árboles el 4 y 5 de mayo de 2019. Pese a que en ese momento la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México (Sedema) multó a la empresa Fibra Uno-Mítikah con más de 40 millones de pesos, prometiendo que el producto de la multa se utilizaría “para rehabilitar la calle Real de Mayorazgo para dejarla tal cual estaba antes de la tala”, todo se enturbia por subrogar sus funciones de gobierno a empresas particulares, resultando que “quienes consultan son las mismas empresas promoventes de las inmobiliarias”, lo que de entrada, a decir de la Asamblea Ciudadana del Pueblo de Xoco, “es un acto de mala fe”, pues al avalar este modo fraudulento, ilegal, contraviene “criterios y recomendaciones de entidades internacionales como la Organización de Naciones Unidas (ONU), o el Sistema Interamericano de Derechos Humanos relativos al derecho de los pueblos a consentir de manera libre, previa e informada cualquier medida legislativa o administrativa que afecte su entorno”.

Otro motivo de agravio es haber constituido o aceptado la constitución de un autodenominado Consejo Vecinal Ciudadano (CVC), “que se erigió tan sólo con 5 vecinos residentes del Pueblo de Xoco y 7 representantes de la empresa constructora de Mítikah, asociación que adolece de todo marco legal”. En cambio la “formal representación vecinal del Pueblo de Xoco, la Comisión de Participación Comunitaria (Copaco), organismo legalmente constituido mediante elecciones convocadas por el Instituto Electoral de la Ciudad de México y la Asamblea Ciudadana del Pueblo de Xoco, son órganos vecinales que toman decisiones por medio de asambleas ciudadanas, públicas, deliberativas, previamente convocadas, libres e informadas”.

El conflicto no parece fácil, toda vez que pese a las promesas la monumental obra de la Torre Mítikah avanza inexorable para alterar el entorno completo del casco antiguo de Coyoacán, y con gran crudeza ha acaparado el territorio vital del pueblo de Xoco, una comunidad de origen mexica, que en náhuatl significa “lugar de frutas” por las huertas que existían en su entorno, y que de acuerdo a investigaciones fue desde antes una comunidad teotihuacana entre 225-550 d.C.

Xoco no es la única comunidad que ha sido atropellada por el crecimiento de una de las ciudades más grandes del mundo, ni es tampoco la única que, habiendo recuperado conciencia de sus orígenes e incluso lengua y tradiciones, está empeñada en que se respeten por lo menos sus espacios vitales para seguir coexistiendo aun en medio del tráfago citadino. Esta voluntad no debe entenderse como un doblegarse al avance inmobiliario que Mítikah simboliza: un desmedido tropel de construcciones, el acaparamiento de antiguos espacios comunales y ejidales, el acaparamiento también del agua e incluso de los pozos artesianos que todavía subsisten protegidos por comunidades circundantes como Milpa Alta, Magdalena Contreras, Xochimilco, las comunidades de Azcapotzalco o del Valle de Texcoco, que siguen resistiendo el golpeteo de la especulación inmobiliaria y la expulsión de núcleos importantes mediante intimidaciones y presiones corporativas y gubernamentales para que den paso a la “modernidad”.

Por eso, la Asamblea Ciudadana del Pueblo de Xoco expresa con contundencia: “exigimos al gobierno de la Ciudad, para retomar cualquier tipo de diálogo, que pare la construcción de todo tipo de obras sobre la calle Real de Mayorazgo, así como sus consultas ilegítimas, hasta que no se confeccione e implemente una consulta pública tal y como lo mandata el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes [...] o la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, que dicta medidas legislativas en consulta y cooperación con los pueblos indígenas y el protocolo de la consulta libre, previa e informada para el proceso de reforma constitucional y legal sobre derechos de los pueblos indígenas y afromexicanos del Estado mexicano”.

En su propio tramado, los pueblos seguirán luchando contra la verticalidad de los poderes corporativos y gubernamentales que buscan desaparecer a la gente en aras de sus intereses.


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