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JESÚS DEL MONTE: DEFENSA DEL AGUA CONTRA EL CRECIMIENTO INMOBILIARIO

JESÚS JANACUA BENITES

Las casas blancas de los nuevos fraccionamientos han ido transformando el paisaje de Jesús del Monte, una comunidad de origen pirinda cercana y fundada mucho tiempo antes que la virreinal ciudad de Morelia, que data de 1541. “De aquí sacaron las piedras, las canteras con las que se construyeron muchos de los edificios coloniales que están en el centro de la ciudad, entonces aquí a la comunidad siempre la han saqueado, siempre la han utilizado”, me comentó don Julián Rodríguez, un ejidatario que forma parte del consejo de vigilancia, mientras caminábamos por las inmediaciones del manantial El Mastranto, rodeado ya de fraccionamientos de lujo.

Atrás en el tiempo han quedado las casas de adobe, de madera, o bien de material pero construidas a la vieja usanza. También han ido quedado atrás los bosques de pino y encino, que ahora han sido sustituidos por los fraccionamientos de la llamada “Nueva Morelia”, Altozano.

El paisaje rural quedó sometido a una transformación incesante y ofrece un panorama de casas blancas con vidrios de grueso calibre, palmeras y cocheras eléctricas; por las avenidas es usual ver a los habitantes de aquellas casas nuevas pasear o trotar su estilo de vida fitness con sus perros de marca; autos último modelo han inundado las calles y la carretera que conecta con la ciudad. Gente extraña va y viene en Audi, Be-Emes, Mercedes Benz y otras marcas inalcanzables para los originarios de aquella población al sur de la ciudad. Aunque en Jesús del Monte la tenencia de la tierra hasta hace pocos años era ejidal, ahogados por las condiciones económicas que trajo consigo la firma del Tratado de Libre Comercio, los ejidatarios empezaron a vender sus tierras un poco después de la modificación del artículo 27 constitucional de 1992, que permitió, entre otras cosas, la venta y enajenación de tierras ejidales y comunales.

Poco a poco fueron vendiendo y poco a poco fueron comprando los acaparadores de tierras, personas de mentes brillantes que fueron capaces de ver hacia el futuro que en aquellos terrenos, con el paso del tiempo y la construcción de vialidades (El Ramal Camelinas es una de ellas), su plusvalía se incrementaría. Hace más o menos unos quince años se comenzó la construcción de la plaza comercial Altozano en los terrenos donde antes la gente grande de Jesús del Monte sembraba maíz y llevaba a pastar al ganado. Ahora, muchos de los hijos e hijas, nietos y nietas de aquellas personas grandes de la comunidad son asalariadas en la plaza comercial, en Office Depot, Wal-Mart, Autozone, Cinemex o Liverpool.

El incesante crecimiento inmobiliario de la zona había sido tolerado por los habitantes de Jesús del Monte. Sin embargo, cuando en 2019 una empresa inmobiliaria comenzó los trabajos de construcción para un nuevo fraccionamiento alrededor del manantial más importante de la comunidad, el manantial El Mastranto, muchos y muchas se inconformaron y exigieron parar los trabajos que debilitarían aún más el afluente de agua del manantial.

Por ello, iniciaron un movimiento de protesta contra la inmobiliaria; entre sus peticiones exigían modificar el Plan de Desarrollo Urbano Municipal, que contemplaba la autorización de fraccionar en las inmediaciones del manantial y que se nombrara como área de reserva ecológica.

Es de llamar la atención que muchos de los movimientos sociales de carácter ambiental están siendo encabezados no por la gente mayor de las comunidades, sino por personas jóvenes, comuneros y comuneras, ejidatarios y ejidatarias que ven en la ejecución de megaproyectos una amenaza para los territorios, para los terruños que les vieron nacer.

En Jesús del Monte, la defensa del manantial estuvo encabezada por el jefe de tenencia, José Manuel Hernández Elguero, joven abogado que se preguntó qué sería del futuro de su comunidad sin su manantial El Mastranto. Como sostienen investigadoras como Fernanda Paz (Paz, 2012), la conflictividad socioambiental es de lamentar pero, al mismo tiempo, resulta esperanzadora porque representa la oportunidad de imponer un límite al capital y construir alternativas.

Aunado a lo que piensa Paz, también es esperanzador que sea la juventud la que pueda imaginar un futuro mejor.

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Bibliografía

Fernanda Paz, “Deterioro y resistencias. Conflictos socioambientales en México”. En E. Hernández, H. O., & D. T., Conflictos socioambientales y alternativas de la sociedad civil (págs. 27- 47). Guadalajara: Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente, 2012.

Jesús Janacua Benites es estudiante de doctorado en Desarrollo Rural en la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco.

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