LOS TERRITORIOS EN EL CORAZÓN / 288 — ojarasca Ojarasca
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LOS TERRITORIOS EN EL CORAZÓN / 288

En la historia de los pueblos originarios que siguen existiendo en el país, el destino de su vida pasa siempre por el territorio. En el suelo y los componentes físicos del espacio que ocupan, muchas veces ancestralmente; en los territorios mentales donde el mito ocurre y la lengua mana de sus fuentes. El colonialismo interminable, de la llegada de Cortés a los proyectos contemporáneos de vasta afectación territorial, es parte de la realidad inevitable de cada pueblo. De ahí que resistencia y autodeterminación sean conceptos clave para la duración de estos pueblos.

En abril, Ojarasca documenta las experiencias recientes de los comca’ac (o seri) de Sonora y los ayuuk (o mixes) de Oaxaca. Las dos tribus comca’ac nunca la han tenido fácil, y no será excepción el actual régimen político de la entidad en dejarlos en paz y no codiciar sus corazones, los recursos y espacios de su territorio físico y simbólico. La convivencia entre ambas comunidades ha padecido divisiones y confrontaciones. Por ello la marcha que reunió este marzo a las gentes de Punta Checa y Desemboque de los Seris marca un hito y abre una puerta a la unidad, pues les va la vida en ello.

Los mixes han poblado durante siglos una misma región montañosa de donde no los movieron los viejos señores zapotecas y mexicas que intentaron someterlos, ni las huestes conquistadoras de España. Pero desde entonces, los intentos por civilizarlos llevándoles el “progreso” (eufemismo de “robándoles su espacio para el progreso de otros”) han topado con la coraza de ese pueblo que ha sabido permanecer. Hoy que el megaproyecto del corredor interoceánico prácticamente sitia al territorio mixe, presentamos la parte final de un largo ensayo histórico de Ana Matías Rendón que describe el panorama.

El extractivismo capitalista siempre implica una auténtica extracción del corazón de los territorios. Una constante que se repite en las Américas, tanto con gobiernos dictatoriales o de derecha como con los llamados progresistas, es que la expansión extractiva y productiva avanza a cómo dé lugar. Es allí donde topan con los pueblos guardianes de esas tierras.

Las “avanzadas del progreso” que dijera Joseph Conrad abren brecha: terratenientes, talamontes, narcotraficantes y paramilitares. Los asesinatos de defensores territoriales devienen crímenes seriales como en Paso de la Reina (Oaxaca) y Coloradas de la Virgen (Chihuahua).

Sean Chile, Brasil, Ecuador, Colombia o Perú, una cosa tras otra justifica el despliegue de la fuerza militar y policiaca para garantizar la operación de mineras, constructoras, inmobiliarias y la marea consumista. Al avanzar los megaproyectos de inserción global con sus gasoductos, autopistas, hidroeléctricas y agroindustrias, se hiere el corazón mismo de los pueblos. Pueden testificarlo amazónicos, andinos, mayas originarios de la península y el sureste mexicano, pobladores de los istmos centroamericano y de Tehuantepec. De la región lakota a la Araucanía, los pueblos hacen todo por no ceder. El territorio es su vida.

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