LA DIMENSIÓN RACIAL DEL CAPITALISMO — ojarasca Ojarasca
Usted está aquí: Inicio / Veredas / LA DIMENSIÓN RACIAL DEL CAPITALISMO

LA DIMENSIÓN RACIAL DEL CAPITALISMO

DANIEL MONTAÑEZ PICO

Cedric Robinson,

Marxismo negro,

Editorial Traficantes de Sueños, 2021.

Aimé Césaire, el gran poeta afrocaribeño y militante de la isla de Martinica, decía en su carta de renuncia al Partido Comunista: “No es ni del marxismo ni del comunismo de lo que reniego, lo que repruebo es el uso que algunos han hecho del marxismo y del comunismo. Quiero que el marxismo y el comunismo estén puestos al servicio de los pueblos negros y no los pueblos negros al servicio del marxismo y del comunismo. Que la doctrina y el movimiento estén hechos para los seres humanos, y no los seres humanos para la doctrina o para el movimiento […] ¿Provincianismo? En absoluto. No me entierro en un particularismo estrecho. Pero tampoco quiero perderme en un universalismo descarnado. Hay dos maneras de perderse: por segregación amurallada en lo particular o por disolución en lo ‘universal’. Mi concepción de lo universal es la de un universal depositario de todo lo particular, depositario de todos los particulares, profundización y coexistencia de todos los particulares”.

¿Qué nos quiere decir Césaire con esta fantástica cita? Fundamentalmente dos cosas. La primera es que los pueblos negros no han tenido una buena relación con el movimiento comunista, que les suele considerar como agentes subordinados, como sujetos secundarios. ¿Es esto cierto? Todo parece indicar que sí, aunque no fue siempre así. A principios del siglo XX, en la época de Lenin, la agenda antiimperialista y anticolonial era prioritaria. En el seno de la Internacional Comunista había importantes militantes negros. Es el caso de Harry Haywood de Estados Unidos, George Padmore de Trinidad y Tobago, o James La Guma de Sudáfrica, quienes consiguieron introducir la agenda antirracista y anticolonial en el movimiento comunista en los años veinte. Pero con el auge del fascismo la tendencia se truncó. La URSS se vio amenazada territorialmente por Alemania y priorizó la lucha contra el fascismo.

En el VII Congreso de la Internacional Comunista (1935), la política viró hacia la lucha antifascista, dejando de lado la lucha antiimperialista y anticolonial. Se abría así la posibilidad de establecer alianzas con Estados Unidos, Inglaterra y Francia frente a Alemania e Italia. Esto fue un golpe muy duro para los pueblos negros. Ahora se tenían que aliar con países que les oprimían colonialmente en sus territorios frente a países que casi no tenían colonias, luchando en un conflicto muy alejado de sus tierras e intereses. Muchos militantes negros denunciaron esta situación, alegando que el imperialismo que sufrían desde hacía siglos era igual o más duro que los eventos que producía el fascismo en Europa. Se salieron entonces de la Internacional Comunista, acercándose al trotskismo y especialmente a los movimientos panafricanistas. Entonces, como decía Césaire en la cita, se salieron del movimiento comunista para poner las ideas comunistas al servicio de sus pueblos, para salir de esa dinámica de subordinación de sus luchas que estaban viviendo en el seno del movimiento comunista internacional.

La segunda cuestión que nos plantea Césaire es la de una idea de lo universal fundada en la unión y profundización de cada particularidad. En este sentido, los militantes negros que se alejaron de la subordinación del Comintern pusieron el método marxista al servicio de su propia historia y condiciones sociales. Así, elaboraron una rica tradición de pensamiento marxista descolonizado desde la experiencia histórico-social de la población categorizada como negra en el sistema capitalista, atendiendo en profundidad problemáticas como el papel histórico de la industria esclavista atlántica o el pensamiento complejo acerca del surgimiento y naturaleza de la opresión racial. A esta tradición, el pensador afroamericano Cedric Robinson, en un libro publicado de 1983 y recientemente traducido al castellano por la editorial Traficantes de Sueños, la denominó “marxismo negro”. Teorías hoy en boga como la teoría del sistema-mundo tuvieron su origen en esta tradición negra radical, de la mano de autores como el trinitense Oliver Cox, quien escribiría sobre el tema mucho antes que Wallerstein o Samir Amin; también la teoría del colonialismo interno, cuyos orígenes podemos rastrear en el pensamiento radical del comunista afroamericano Harry Haywood en los años veinte. O el pensamiento sobre la intersección, que ya está presente en las feministas negras marxistas mucho antes de que aparezca dicho concepto. Y, por supuesto, esa idea en boga sobre la raza como principio organizador de la economía política postulada por el pensamiento decolonial desde la década de 1990, está desarrollada de forma previa y amplia en estas corrientes.

Pero lo importante aquí, siguiendo de nuevo la cita de Césaire, no es sólo esta superación del eurocentrismo en la que los pueblos negros tomaron la iniciativa de pensar el marxismo desde sí mismos y su propia historia. Lo importante aquí también es cómo estos aportes complejizan la propia comprensión del capitalismo en su totalidad. Cómo cada particular contribuye a entender el problema universal al que nos enfrentamos como humanidad. De nuevo acudiremos a una cita que expresa esta cuestión de manera magistral, en este caso del novelista afrocaribeño de isla de Barbados, George Lamming:

Cuando decimos ‘negro’ no hay significado biológico alguno ni se usa en servicio de un aplauso racial. Cuando decimos ‘negro’ nos referimos a una experiencia histórica profunda y singular, vivida por un grupo determinado de hombres y mujeres cuya presencia en el mundo estaba destinada a transformar los ojos y oídos del mundo y cuya liberación final será una contribución decisiva a la liberación de toda la humanidad […] Tenemos que luchar para sanar y restaurar el ritmo y la belleza de ese cuerpo negro apaleado que Europa afirmó, y sigue afirmando, que es feo, tosco y carente de historia. Porque Europa y sus sucesores, los Estados Unidos, han sido atrapados en el hábito engañoso de verse a sí mismos no como una parte de la humanidad, sino como los custodios de todo destino humano.

Esta historia lamentablemente no ha terminado. La pandemia ha puesto en evidencia que la división racial del trabajo y la organización racialista de la economía política y la geopolítica sigue más viva que nunca. Miremos las estadísticas de muerte por Covid-19 entre la población afroamericana de Estados Unidos y el auge de la violencia policial frente a estas comunidades. El movimiento actual de Black Lives Matter no sale de la nada, hay unas condiciones de opresión históricas y contemporáneas contra las que luchan. Condiciones que en muchos sentidos comparten los pueblos originarios de Nuestra América y la Abya Yala, así como numerosos pueblos no-occidentales del mundo que también sufren racialización negativa. Hoy más que nunca es necesario recuperar la memoria de la tradición histórica de los marxismos negros, donde podemos encontrar inspiración para las luchas sociales de nuestro tiempo. Por ello, la traducción al castellano de la obra Marxismo Negro de Cedric Robinson (disponible para su descarga gratuita en formato digital en la página web de la editorial Traficantes de Sueños) es una buena noticia, que permitirá a un amplio público de nuestras regiones acercarse al conocimiento de los importantes aportes que la tradición negra radical ha legado a la humanidad.

comentarios de blog provistos por Disqus