CADA MUERTE UN ACTO DE SUPERVIVENCIA / 292
Hermana Dianna Ortiz, 1958-2021
La hermana Dianna Ortiz murió hoy
y ayer y todos los días
desde esa muerte monstruosa
hace 32 años. Cada muerte,
un acto de supervivencia.
Los hombres que le apagaron 100 cigarrillos
en la espalda y la violaron
si les hubiesen preguntado hubieran dicho
que eran buenos cristianos
luchando contra el comunismo.
Los horrores que aguantó no caben
en un poema y solamente en un poema
pueden contarse: estar colgada sobre un pozo abierto
donde cuerpos vivos y muertos
le borraron de la memoria todo lo que había conocido antes.
La obligaron a matar y la filmaron
mientras lo hacía: un abuso suficiente para quebrar
a un ejército de ángeles
justificado por la necesidad de un arma
para mantenerla en su línea de fuego.
Las palabras obscenas que describen actos obscenos
son dolorosas de escuchar pero tenemos
que escucharlas, absorberlas,
entender lo que se hace en nombre
de todos los que ocultan esas verdades.
Se corrió la voz: el clamor mundial
por su liberación y de repente
un americano estaba ahí, llevándosela
en su auto. Por miedo a que la
matara, se las arregló para escaparse.
Más tarde pensó que ese hombre
misterioso bien pudo haber estado ahí
todo el tiempo, dirigiendo a los otros.
Más tarde hubo un aborto.
Más tarde, locura
incapaz de reconocer a su familia
y a las hermanas de su orden,
casi fracasa en funcionar
en este mundo encandilado
que se niega a mirar o escuchar.
Reviviendo los años de agonía, aun así
contó su historia
cada vez que hizo falta,
años que le trajeron muertes nuevas
y una vergüenza fuera de lugar.
Nadie se cura de un terror así
sin el abrazo de la necesidad.
Nadie se cura de eso
en cada muerte sucesiva
y mucho menos en un poema.
Dianna se muere en este poema
y vive también en él:
la monja y maestra ursulina
cuyas preguntas insistentes ayudaron a poner
de rodillas al fascismo guatemalteco
y a obligar a los Estados Unidos
a admitir su papel
en una guerra fantasma
que se negó de una administración
a la siguiente.
Dianna sobrevivió a su muerte
y vive en este poema
cuya razón de ser
es dejarla ir
en paz.
__________
Traducción del inglés: Sandra Toro
Margaret Randall (New York, 1936). Poeta, escritora, fotógrafa, militante feminista y activista social, autora de más de 150 libros de poesía, ensayo e historia oral. Comprometida con la poesía y los caminos de la liberación, vivió en América Latina (México, Cuba y Nicaragua) por 23 años.