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LA LUCHA MUNDIAL POR EL AGUA Y ALTEPELMECALLI / 299

CAMILA TECPATL

Juan C. Bonilla, Puebla. La toma de la embotelladora de agua Bonafont, del corporativo Danone, en este municipio poblano, visibilizó nuevamente el problema del agua en el plano nacional e internacional.

Danone, empresa transnacional francesa, dueña de la embotelladora Bonafont en México pero también de las marcas de agua internacionales Evian y Volvic, así como algunas locales: AQUA (Indonesia), Mizone (China), Salus (Uruguay), Hayat (Turquía), Fontvella (España), Zywiec (Polonia) y Aqua d´Or (Dinamarca), es un ejemplo más del gran negocio que significa el agua para los capitalistas. La compañía afirma ser el vendedor número dos del mundo del agua embotellada por volumen. En 2020 las ventas de agua embotellada le reportaron a Danone ingresos por 4.1 millones de dólares. Su negocio le aporta 15 por ciento de sus ventas totales.

Danone llegó a México en 1974 introduciéndose en el mercado de la leche, pero actualmente la empresa tiene cuatro líneas de negocio: Danone Lácteos, Bonafont (agua embotellada en presentación individual), Bonafont en tu casa (agua embotellada en envases de gran tamaño) y Danone Nutricia Early Life Nutrition (fórmulas infantiles). En Puebla, Danone llegó a un acuerdo para comprar la embotelladora mexicana Arco Iris por un precio no especificado; esta compra hace más grave el daño socioambiental que Arco Iris venía gestando desde su instalación en 1992 en la comunidad de San Mateo Cuanalá, municipio Juan C. Bonilla. Cabe mencionar que la empresa llega a través de engaños y de la imposición del presidente municipal, Braulio Tepanecatl, con apoyo del entonces gobernador Manuel Bartlett Díaz, quien otorgó ilegítimamente los permisos para la perforación del pozo industrial de la embotelladora.

El aparato político al servicio de la empresa comienza a articularse en el marco del paraíso legal que la Ley Nacional de Aguas ofrece a las transnacionales. Con la figura de concesiones y la creación de la Comisión Nacional del Agua, las empresas gozan de todas las facilidades para explotar y lucrar con el agua de los mexicanos y con esto también reconfiguran la composición social de las regiones a las que llegan. Las principales consecuencias de la presencia de Arco Iris-Bonafont en la región cholulteca se reflejaron en la disponibilidad del agua, pues la mayoría de las personas acceden al recurso a través de pozos artesanales tipo noria con una profundidad promedio de 18 metros, y en 29 años percibieron cómo se redujo drásticamente el agua disponible hasta secarse completamente. En muchos hogares, el trabajo del campo se vio afectado también gravemente, el cultivo de frutas como perón, chabacano, tejocote, durazno, manzana, entre otros, prácticamente se acabó, y la siembra de temporal tuvo que retrasarse tres meses. Por la falta de lluvia, cientos de familias tuvieron que recurrir a la migración debido a la precariedad que el campo padeció. Evidentemente hay responsables de este desastre ambiental. Y tienen nombre, apellido y dirección.

Con protestas y cierres simbólicos los pueblos intentaron hacer un llamado a las autoridades que deberían estar no sólo capacitadas para resolver conflictos ocasionados por la extracción masiva del agua, también deberían velar primeramente por los derechos de los pueblos, escuchar las demandas legítimas de la población y sancionar o cancelar concesiones que afecten la vida de las comunidades. Pero esa no es la función de instituciones como CONAGUA, sino exactamente lo contrario, como lo han demostrado. El 22 de marzo del 2021 los pueblos nahuas decidieron hacer valer su propia ley, la ley de la vida, y decretaron el cierre definitivo de la empresa Bonafont-Danone. Aun frente a esta decisión dieron apertura a las autoridades a que se presentaran a dialogar, pero con el desprecio a los pueblos originarios que siempre les ha caracterizado, decidieron no asistir.

Lo mismo ocurrió el pasado 8 de agosto, fecha en que los más de 20 pueblos nahuas organizaron un juicio en el que los representantes de CONAGUA, SEMARNAT, INPI, el gobierno estatal y el federal, y Bonafont-Danone escucharían directamente las denuncias de daños socioambientales que, a causa de su incompetencia, padecían en sus comunidades, pero de nuevo se manifestó su rechazo, ignoraron el llamado y sus sillas permanecieron vacías.

La sentencia del juicio de los pueblos fue cumplida inmediatamente. Las instalaciones que ocupaba la empresa Bonafont fueron tomadas y al día siguiente comenzaron —sobre este espacio de muerte que durante 29 años afectó gravemente los mantos acuíferos, pozos artesanales, lagunas y ameyales de 20 comunidades indígenas— los trabajos para transformarla en la Casa de los Pueblos Altepelmecalli. Los pueblos, construyeron un espacio de vida y trabajo comunitario donde se desarrollaron libremente áreas como la agroecología, salud, educación, cooperativas, comunicación y artes.

La resistencia de las comunidades indígenas, con base en su libre determinación, asestó un golpe al sistema capitalista, no sólo porque haya afectado gravemente el nombre y prestigio de la empresa Bonafont, también porque fue un golpe político, pues el movimiento expropió en los hechos una propiedad capitalista. La organización atentó contra la sagrada propiedad privada y puso en entredicho a las instituciones y las leyes que siguen siendo las mismas que en los regímenes anteriores. El mensaje es claro: Es la hora de la Ley de los Pueblos.

El resultado de esta lucha comenzó a fluir en los cauces de ríos y canales que se habían secado, en los ameyales antes desaparecidos o a punto de hacerlo, en los pozos de los hogares de los nahuas cholultecas, incluso en los ojos de algunas madres y abuelas que con alegría y coraje anunciaban al mundo: el agua ha vuelto.

La lucha de los pueblos cholultecas tuvo la capacidad de incluir a todo el mundo. La demanda legítima por la liberación del agua y la construcción de autonomía a su paso visibilizó la lucha de manera internacional, teniendo a la Altepelmecalli como una ventana abierta hacia el exterior para observar la construcción de un proyecto de vida desde el trabajo comunitario de los pueblos.

En este espacio, con dimensiones de casi una hectárea, se materializó la esperanza, para el mundo. Altepelmecalli fue un espejo que reflejó la destrucción que las empresas transnacionales dejan a su paso y la complicidad con el Estado, pero también la posibilidad llevada a la realidad de ponerles un alto definitivo y de hacer que la vida retornara donde parecía imposible.

Fue tan fuerte el golpe asestado en este rincón del planeta al capitalismo, que miles de personas de diversos estados y países se dieron a la tarea de corroborar lo que se decía en redes sociales: sí se puede vencerlos. Asistieron a decenas de encuentros, foros, festivales, talleres que se llevaron a cabo en este lugar. En sólo siete meses ya había comenzado a florecer un mundo más justo. Inspirados, en sus propios territorios comenzaron a organizarse para hacer valer sus decisiones colectivas y reproducir la esperanza.

Pero ante la belleza de la organización, una postal grotesca se manifestó el 15 de febrero del presente año, en la madrugada, mientras algunos pobladores se mantenían en vigilia al resguardo de Altepelmecalli, que es lo mismo que estar al resguardo del agua de decenas de pueblos y de miles de personas, y mientras otros dormían las horas convenientes para integrarse a las siguientes jornadas de guardia nocturna, cual viles cobardes se posicionaron centenas de militares (con uniforme blanco y verde), policías estatales, policías municipales, grupos tácticos, perros, policía privada, frente a la casa de los pueblos, cerrando el paso y apuntando con armas largas. Todo ese arsenal de hombres y mujeres que deberían estar buscando a los miles de desaparecidos en México, recibieron la orden, cada grupo de su respectivo jefe (Andrés Manuel López Obrador, Luis Miguel Barbosa Huerta y José Cinto Bernal), de desalojar a los guardianes y guardianas de la esperanza, de borrar sus murales, de despojar a los pueblos del equipo de salud, biblioteca, centro de medios, animales, maquetas, mapas, material educativo y alimentos que con mucho esfuerzo habían conseguido durante meses. ¿Aún hay quien dude para quiénes trabajan los Estados y sus fuerzas armadas?

Sólo así pudieron arrebatar la casa de los pueblos, coloquialmente se dice que del tamaño de la fuerza es el miedo que se tiene, así de grande es la amenaza que la organización de los pueblos representa para el sistema capitalista.

Lo vivido el 15 de febrero no es una derrota para los pueblos cholultecas ni para el mundo, ese mismo día los pueblos hicieron un llamado a compañeras y compañeros en todas partes a pronunciarse en contra de esta gran injusticia, a boicotear a la empresa y a realizar movilizaciones en embajadas de México y sedes de Danone-Bonafont.

El llamado fue atendido por cientos de personas alrededor del mundo, quienes supieron y vivieron junto a los cholultecas la experiencia de la construcción del Altepelmecalli, se miraron de nuevo en el espejo y se dieron cuenta de que ahora les tocaba a ellos actuar, así hicieron, decenas de comunicados firmados por cientos de personas, actos de boicot en redes sociales y directamente en sedes de la empresa, cierres temporales de avenidas, pintas, dibujos, carteles, infografías, videos, canciones, mensajes de solidaridad, encuentros, foros virtuales, entrevistas, conformación de grupos de investigación, coordinación de organismos de derechos humanos, coordinación de la movilización con el nombre de Caravana por el agua y la vida; en resumen: organización.

Esa fue la respuesta que en México, Alemania, Kurdistán, Francia, Inglaterra, Italia, Estados Unidos, Colombia, Venezuela, Suiza, Guatemala, Bolivia, Perú, Argentina, Chile, España, Ghana se manifestó y sigue avanzando. Es así como se ve la lucha de los pueblos que no saben rendirse.

Ahora los pueblos exigen una vez más que el diálogo con las instituciones y la empresa se lleve a cabo, esta vez para dejar en claro que nada en la región será permitido sin el consentimiento de los pueblos, que el agua no se vende y que la Bonafont no volverá. La cita es el 10 de marzo a las 10 am en la universidad IBERO-Puebla.

La lucha de los Pueblos Unidos de la Región Cholulteca y de los volcanes logró romper con la idea de lo local, lo regional, se trasladó al plano global. El agua que defienden es la misma que se bebe o de la que se carece en Kurdistán, Colombia o Inglaterra. La indignación del desalojo del 15 de febrero viajó como una transfusión de rebeldía a través del preciado líquido, no es sólo solidaridad, es militancia en esta guerra contra la vida que padecemos, que no elegimos, pero que enfrentamos con valentía en cada rincón del planeta.

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