AIRES DE LIBERTAD
El ejercicio libre de la comunicación de y entre los pueblos adquiere hoy una importancia central en materia de información, periodismo, documentación y denuncia. Envenenadas de propaganda política y consumista, las audiencias y las sociedades vivimos estos días un ambiente enrarecido, cargado de ideología e intereses económicos, guerras de balas y mediáticas, una larga pandemia, militarización creciente en muchos países, crisis alimentaria, migratoria, climática, donde las víctimas del capitalismo están condenadas de antemano. Todo bañado, si no de sangre, de mentiras, ocultamientos y medias verdades.
En las Américas, los pueblos indígenas y afrodescendientes sólo interesan como folclor, nota roja o para la demagogia estatal. Sus verdades incomodan. Se oponen al despojo, al interminable colonialismo interno. Sucede en la Araucanía de los mapuche, en la cuenca amazónica, en el área maya de Guatemala y México.
En horas de miedo, amenaza, inseguridad, ingobernabilidad criminal, sostenido racismo y abismal desigualdad económica, los pueblos originarios sobresalen como defensores de la Tierra, la autonomía y los derechos humanos. Del mismo modo crean medios, emisoras, páginas, videograbaciones, pod-casts, con una abierta vocación liberadora, suya y de sus aliados legítimos, así como de las mujeres en el actual torbellino de su historia. Admira el heroico protagonismo de las lenguas originarias en noticieros radiales, literatura oral y escrita, rap, cine documental, redes comunitarias.
El ejercicio periodístico es riesgoso. En México son continuos los asesinatos, las ejecuciones y los atentados contra informadores e informadoras en cualquier entidad del país. En 2022, van 12. Al igual que los defensores de la Tierra y los opositores al cáncer minero y extractivista, se la están jugando por la libertad de todos nosotros.
En mayo, Ojarasca asoma a la memoria, al periodismo de investigación y a la poderosa labor de las informadoras comunitarias del continente.