LAYÚ BEE: LA RESISTENCIA SOBRE UN CAMPO AGONIZANTE — ojarasca Ojarasca
Usted está aquí: Inicio / Reportaje / LAYÚ BEE: LA RESISTENCIA SOBRE UN CAMPO AGONIZANTE

LAYÚ BEE: LA RESISTENCIA SOBRE UN CAMPO AGONIZANTE

GMR

Megaproyectos como el Corredor Interoceánico, el uso industrial del suelo, la militarización, los intereses geopolíticos sobre las comunidades indígenas y la violencia contra quienes se atreven a defender sus tierras y el territorio, son sólo algunas de las amenazas a la región de Layú Bee, mejor conocida como el Istmo de Tehuantepec, explica la Asamblea de Pueblos Indígenas del Istmo en Defensa de la Tierra y el Territorio (APIIDTT).

Tomando como referencia el comunicado “No habrá paisaje después de la batalla”, publicado el 3 de marzo por los Subcomandantes Moisés y Galeano del EZLN, los pueblos de Layú Bee que integran la Asamblea compartieron la reflexión “No habrá paisaje después de la transformación”, un compendio en tres partes sobre los atropellos hacia las comunidades de Oaxaca y Veracruz cometidos por los gobiernos federal y locales y las empresas de México y otros países.

La Asamblea del Istmo refiere que en Layú Bee hay intereses del gran capital en juego, y “quienes ganan son los grandes consorcios armamentistas y los grandes capitales que ven la oportunidad para conquistar, destruir/reconstruir territorios, es decir, para crear nuevos mercados de mercancías, de consumidores y de personas”. Es por esto que, añaden, “no habrá paisaje después de la transformación”.

Los ataques por todos los frentes políticos, sociales, culturales y ambientales, aseguran los pueblos, convirtieron a Layú Bee en “un campo agonizante”, desgastado por los diversos emprendimientos de supuesto “progreso y desarrollo” que gobiernos de ayer y de hoy han implementado en la zona y que han devastado decenas de miles de hectáreas de selvas tropicales húmedas y han destruido, por ejemplo, más del 80 por ciento de los ecosistemas de humedales en el delta del río Coatzacoalcos, en el estado de Veracruz.

Los pueblos de la Asamblea destacan que quien “ocupa la silla presidencial quiere fragmentar nuestro territorio para entregarlo a los capataces”. El temor de estos pueblos, y su motivo para la resistencia, se encuentra en la amenaza constante de despojo de la tierra, y también de la memoria.

Y es que “todos vienen por un trozo de Layú Bee”, tanto que los intereses geopolíticos en la región se han traducido en estrategias como el anuncio de una inversión de 250 millones de dólares por parte de Estados Unidos en los estados que abarcan el Corredor Interoceánico y el Tren Maya; además de todos los movimientos para militarizar la región. La APIIDTT indica que entre las evidencias para el reacomodo político que se pretende en el Istmo, está la realización en territorio mexicano de los ejercicios militares “Tradewinds 2022”, ejecutados y patrocinados por el Comando Sur de Estados Unidos para fortalecer la capacidad de reacción de los militares en la región, desarrollar nuevos procedimientos operativos estándar y entrenar a los efectivos para la dilución de protestas o disturbios urbanos y de lucha contra las bombas molotov. Y aunado a ello, agregan los pueblos organizados, está el envío y movilización de 4 mil 362 militares para brindar seguridad al Corredor Interoceánico.

La embestida contra los pueblos de Layú Bee no termina en el despojo por los megaproyectos, los parques eólicos y las minas, ni en la militarización e implementación de estrategias geopolíticas para su desarrollo. Está también, como un brazo más de la guerra hacia las comunidades indígenas, la violencia que arrebata las vidas de los defensores comunitarios y amedrenta a los colectivos. El ataque contra los pueblos originarios en México es conjunto e integral, y para el gobierno federal, como dice la Asamblea, “la violencia sigue siendo su arma de respuesta a aquellas demandas colectivas que prometió resolver y hoy ha dejado en el olvido [...]. Sin miedo a equivocarnos, decimos que no existió el fin de una era política, ni el inicio de otra, sino la continuidad de un capitalismo depredador”.

UN POCO DE HISTORIA

Desde 1909, cuando los nahuas y los tannundajïïyi(popolucas) se enfrentaron al reordenamiento territorial en la rebelión de Acayucan, contra la especulación y despojo de más de 80 mil hectáreas de tierras por la construcción de las vías férreas, hasta el 2022, en que las comunidades organizadas hacen frente a las diferentes violaciones de sus derechos territoriales e indígenas por la vía jurídica y social, los pueblos de Layú Bee han resistido a cualquier gobierno, sea del color que sea y a pesar de cualquier discurso oficial que trate de minimizar sus historias de rebeldía y posicionarse como el verdadero cambio. La APIIDTT plantea: “Hoy el peligro se vistió de izquierda y desde su podium convence a sus seguidores de que los pueblos indígenas no hemos sido sujetos de historia en los pasados regímenes; hoy el capataz ha hecho creer a sus seguidores que nuestra historia como pueblos comienza con él; ha querido borrar que como pueblos indígenas hemos sido los primeros en enfrentar el despojo; el capataz ha convencido a sus fieles de que la defensa de los territorios inicia con él al frente y es garantizada por sus instituciones clientelares”.

Si empresas y gobiernos continúan su ofensiva, los pueblos también se mantendrán en la defensa de lo que por generaciones les han querido arrebatar. Por eso, la Asamblea convoca la organización de la Caravana y Encuentro Internacional “EL SUR RESISTE”, a realizarse en los territorios amenazados por los megaproyectos del Corredor Interoceánico y el Tren Maya durante la primavera de 2023, con el objetivo de que, a tres años de la pandemia, se articulen las “experiencias, sentires, formas de luchar y resistir” de los pueblos a nivel nacional e internacional. Pues de lo contrario, insisten, “no habrá paisaje después de la transformación”.

GMR

comentarios de blog provistos por Disqus