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REVUELTA EN ECUADOR / 303

MARÍA FERNANDA VALLEJO ARISTIZÁBAL

NUEVOS TEJIDOS LOCALES FRENTE A LOS CÁRTELES DEL NEOLIBERALISMO

Tratar de entender estos últimos 18 días, nos obliga a mirar el retorno del recetario neoliberal, encomendado al gobierno de Lenin Moreno, y al muy buen uso de las reformas hiper presidencialistas y autoritarias que, entre otras reformas del Estado, quedaron de la década que le precedió. Ya en octubre de 2019, un año después de que Moreno asumiera la presidencia, se produjo el primer estallido social anti-ajustes; diez días de protesta que dejaron como saldo 11 personas muertas y cientos de heridas y mutiladas.

Algunas características diferentes presentaba este neoliberalismo recargado. Si las miramos con atención, no sólo se repiten en el paro de junio de 2022, sino que dan pistas del nuevo tipo de Estado que vivimos. También, los tejidos organizativos empezaban a mostrar su renovación y germinaban nuevos, principalmente a nivel urbano.

Ya en octubre 2019, el Estado exhibió la inversión realizada en las fuerzas antimotines, equipadas con trajes, vehículos, armamentos y más tecnología que no se había visto por acá. Capaz de perseguir, humillar, vejar, violentar y matar al mejor estilo de las gendarmerías más duras de América Latina.

Pese a ser lo más notorio e intimidante, lo preocupante fue constatar que la organización popular no tuvo interlocutor en ninguna instancia del Estado. El presidente huyó a Guayaquil y luego a Galápagos, habló al país mediante cadenas nacionales, rodeado de militares y policías. La Asamblea Nacional no sesionó ni recibió a delegación alguna que expusiera sus puntos. La Fiscalía no procesó detenciones arbitrarias. No hubo gabinete trabajando la crisis, sólo la Ministra del Interior y los jefes del ejército y la policía. El alcalde de entonces no asomó las narices. ¿Cómo pudo un Estado funcionar tantos días con tanta ausencia?

Las demandas, muy parecidas a las actuales, fueron reducidas mediáticamente a una medular: que no se eliminara el subsidio a los combustibles (medida neoliberal clásica que ya fue resistida en los noventas por el movimiento indígena). Pese a tanta elusión, finalmente el Movimiento Indígena forzó al gobierno a sentarse a la mesa de diálogo con la intermediación de la ONU. Este diálogo sería transmitido en vivo, para que la sociedad entera participara de la discusión y los acuerdos. En aquella ocasión, se mostró públicamente la incapacidad de tratos honestos que tienen los funcionarios en el gobierno. Al final, el gobierno derogó el decreto que eliminaba los subsidios. Luego vendría el Covid-19 y la cuarentena nacional que aceleró el empobrecimiento general y sobre todo, facilitó la aplicación de un decreto liberalizando el precio de los combustibles, además de leyes de flexibilización laboral, simplificación de los despidos y eliminación de derecho a indemnizaciones, entre las más horrendas. Cuatro mil 500 millones de deuda en impuestos fue condonada por Moreno a los principales grupos económicos del país en 2018 mediante la ley de fomento productivo, mientras firmaba un acuerdo con el FMI por 6 mil 500 millones de dólares. Moreno nunca explicó por qué cuando pudo financiar el presupuesto con la recaudación tributaria, decidió no cobrar y desfinanció el Presupuesto General del Estado.

Así llegamos a la elección de un banquero como presidente, con pobre votación popular, pero con el respaldo de los grupos hegemónicos.

Un año tuvo el “Gobierno del Encuentro” para encontrarse con las organizaciones sociales; se sentó un par de ocasiones en septiembre declarando públicamente que se estaban avanzando acuerdos. La Conaie, por su parte, decía no entender por qué llamaban acuerdos a conversaciones preliminares donde apenas se habían empezado a exponer los asuntos. Viendo que no había como “darles la vuelta” a estos interlocutores mirados con evidente menosprecio, el presidente cambió de estrategia y prefirió mandar recados a través de cadenas y trinos, instalando la narrativa de los “violentos y golpistas” en la figura del presidente de turno de la Conaie. Por otro lado, llenó de embustes las respuestas políticas y económicas que la sociedad le demandaba.

Por su parte la Conaie convocó a una movilización en los territorios a finales de octubre de 2021, misma que se suspendió al iniciar el feriado de difuntos, dejando claro que si no se tratan los problemas medulares de empobrecimiento generalizado, volverían a protestar.

A diciembre de 2020, las Reservas Internacionales de Ecuador alcanzaron un récord histórico de USD 7 mil 377 millones de dólares, recaudado a costa de la reducción del presupuesto en salud, en educación, y todo cuanto servicio público hubiera. Este fondito destinado a que los tenedores de deuda (en gran parte, los mismos a los que se les perdonó el pago de impuestos) cobraran puntualmente el pago de los intereses. Y así es como llegamos a junio, siendo Ecuador el tercer país más desigual de América Latina después de Colombia y Brasil. Con un 30% de la población afectada por la desnutrición, sin médicos ni medicinas en los hospitales públicos, sin maestros ni equipamiento en las instituciones públicas de educación media y superior (este año 85 mil estudiantes se quedaron fuera de la universidad), un millón de personas no tienen empleo. En 12 meses se ha gobernado a través de decretos y media docena de estados de excepción.

Y no conforme con tanto expolio, Guillermo Lasso asistió a la Cumbre de las Américas, no sólo a mostrar su abyecto servilismo en público, sino sobre todo a recibir financiamiento, equipamiento y asesoría para implementar un Plan Ecuador que, a pretexto de combatir el narcotráfico, refuerce la represión armada contra las inevitables rebeliones populares que tan bestial expolio provoca y provocará. Es claro que en el tablero regional, no pudiendo contener los vientos democratizadores en Colombia, se necesita instalar una sucursal de la muerte en este territorio pequeño y anexo. Ésa fue la respuesta del presidente a los llamados de las organizaciones indígenas y populares.

Por si fueran pocos los agravios/señales de cómo va la mano, en pleno paro se emitió un decreto (el 457)para despedir a aún más personas del sector público (aquellas que llevan 7 o más años aguantando contratos temporales, en su mayoría médicos y docentes), y abre las puertas al incremento del costo de los servicios. Mil millones desembolsó el FMI en medio de la rebelión popular, alegando que la economía se recuperó con un crecimiento del 4.2 % en 2021, por una buena gestión que ha preservado la estabilidad macroeconómica y financiera, según dijo la presidenta interina del FMI.1 Aún más, en esos mismos días, la Junta Bancaria2 elevó de manera sorpresiva (no interesa con qué sustento técnico o legal) las tasas de interés, ajuste que entraba en vigencia a partir del 1 de julio. El incremento es mayor en los casos de créditos para MYPYMES (de 9 a 11% anual), el microcrédito minorista (de 19 a 28%), y el crédito educativo social (de 5.5 a 7.5%).

Un cerco y acoso mediático se implementó con eficacia, nadie hablaba de las demandas no escuchadas que originaron la protesta. Sin embargo, durante 10 días casi todo el país estaba paralizado, toda la región Andina, toda la Amazonía y, progresivamente la Costa; hasta Galápagos se sumó. Ríos de gentes salieron a manifestarse en Guayaquil, pese a que su alcaldesa mandó a “blindar” todas las entradas a la ciudad. En las provincias, no sólo eran campesinas, campesinos e indígenas, eran defensoras y defensores de la naturaleza, docentes, personal de salud, taxistas, barrios, mujeres y más diversidades y colectivos que pararon las ciudades del interior, la producción local de alimentos, la circulación de bienes, incluso detuvieron la explotación petrolera y minera, aguantando represión brutal y muerte. Nada se sabía de esto ni dentro, ni fuera del país. Un grito tan fuerte no se lograba escuchar, sólo gruñidos azuzando y difamando desde el poder.

Entre las respuestas del gobierno estuvo la detención ilegal del presidente de la Conaie, cuyo paradero se desconoció durante más de 20 horas. A raíz de esto se empezó a organizar, una vez más, la marcha masiva a Quito, en medio de amenazas, injurias y discursos que alimentaban el racismo y la violencia. Pero es desde Quito que se amplificó hacia afuera lo que estaba pasando. La paralización era total, la escasez de alimentos y otros bienes, se sentía; la falta de braceros para la producción de todo, se notaba. El pueblo hambriento prefería morir luchando y no de hambre.

Quito, una vez más (pero más organizada que antes) recibió y contuvo a miles de manifestantes que llegaron de todo el país, sorteando las balas, las bombas, los retenes militares. Los recibió con vítores, alimentos y vituallas. La enorme mayoría de la capital se irguió con dignidad por sobre las minúsculas voces de racismo y exclusión.

Meses antes, las principales organizaciones indígenas y campesinas venían reuniéndose y deliberando, el llamado al paro, la fecha y las acciones fueron decisión conjunta de la Conaie, Fenocin3 y Feine,4 a las que adhirieron formalmente organizaciones estudiantiles, organizaciones feministas como la Asamblea Transfeminista de Mujeres y Disidencias, y la Asamblea de Mujeres Populares y Diversas, pero se sumaron un sinfín de colectivos barriales, agroecológicos, maestros, médicos, taxistas y algunas organizaciones sindicales. Pese a la insistente acusación de violentos, vandálicos, terroristas, golpistas y luego de violentas represiones en el Parque de El Arbolito de Quito, en el Puyo, en comunas como San Miguel del Común en Quito, en Cuenca, que incluyeron el asesinato de manifestantes por parte de la fuerza policial y militar, el día 14 de la movilización 45 mil personas marcharon hacia el centro y cerca de 15 mil hacia el norte de Quito, sin mover ni una hoja de su lugar, sin caer en ninguna provocación. Y aunque los medios dominantes no lo dijeron, el país y el mundo se enteró por los medios comunitarios. No hizo falta decir nada más al respecto.

Estos colectivos de toda índole, capaces de sostener 18 días de alimentación, abrigo, cuidados y lucha, capacesde organizar ferias locales de alimentos en medio de la lucha, no son hijos del entusiasmo circunstancial, se vienen gestando, juntando, tejiendo, al tiempo que sienten la opresión. Por todas partes, frente a la indefensión, la impotencia, el desamparo y la injusticia, vienen tejiendo redes de solidaridad y reflexión, son múltiples otredades organizadas, aprendiendo en el camino cómo se resiste el expolio, juntándose con las que resisten al extractivismo, a la explotación laboral, al despojo del campo, al racismo, al patriarcado, al colonialismo. Son nuevas versiones que abrevan de la experiencia de quienes vienen de más atrás, en esta historia larga y corta del capitalismo (como dirían las organizaciones bolivianas). Les toca un nuevo período oscuro y más violento, pero están, con sus modos distintos surgidos de los nuevos modos del capital. Estas organizaciones multiplicaron las ollas comunitarias, redoblaron la atención a heridos, se encargaron del cuidado y atención de niñas y niños, resistiendo la agresión, el asedio y las amenazas policiales.

¿Qué convocó de manera unánime a tantos y tan diversos sectores? Diez demandas básicas que, como le dijo Leonidas Iza al ministro de gobierno, “no tienen nada de revolucionarias, son apenas recomendaciones del Fondo Monetario a quienes ustedes sirven”. Diez demandas de las que nunca se quiso hablar en ningún medio y en ningún espacio de gobierno: 1. Reducción del precio de los combustibles. 2. Moratoria por un año de las deudas de productores con la banca pública, privada y cooperativas (productores que tras la pandemia no pudieron cumplir con los pagos y están siendo rematados sus medios de producción). 3. Precios de sustentación para la producción del campo, especialmente de la producción alimentaria interna. 4. Políticas de empleo y eliminación de las normativas de precarización y flexibilización laboral. 5. Moratoria a la ampliación de la frontera extractiva minera/ petrolera, auditoría y reparación integral por los impactos socioambientales. Protección de territorios fuentes de agua y ecosistemas frágiles. 6. Respeto a los 21 derechos colectivos, consulta previa, libre informada y vinculante. 7. Alto a la privatización de sectores estratégicos y patrimonio de los ecuatorianos y las ecuatorianas. 8. Políticas de control de precios y control de la especulación. 9. Restitución del presupuesto de Salud y Educación. 10. Políticas públicas efectivas para frenar la ola de delincuencia organizada.

Son planteamientos de un proyecto de país, con políticas básicas de existencia que no interesan a las corporaciones que gobiernan a través de testaferros elegidos mediante maquinarias electorales.

En contraste, nuevas organizaciones que operan en el abajo, en cada rincón local, muestran el poder del eterno tejido de la resistencia, del inagotable poder de soñar pese a que nos acechen con la pesadilla de la muerte. Bien lo dijo Leonidas Iza, presidente de la Conaie, la noche del día 17 del paro:

“...Nosotros no tenemos leyes, no tenemos fiscalía, no tenemos fuerzas armadas, no tenemos policía nacional. Lo único que tenemos es nuestra soberanía alimentaria, nuestra medicina, nuestra organización, nuestra autodeterminación. Con todos estos elementos lo único que hemos hecho es salir a luchar porque en la vida diaria ya no damos más...” 5

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NOTAS

1. FMI dispone desembolso inmediato de $ 1.000 millones para Ecuador | Economía | Noticias | El Universo
2.Ecuadorinmediato on Twitter: “#ATENCION #URGENTE #Ecuador Junta Bancaria elevó en forma sorpresiva #TasasDeInterés.” / Twitter

3. Federación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras, miembro de la CLOC-VC.
4. Federacion Nacional de Indígenas Evangélicos.
5.https://www.eluniverso.com/noticias/ecuador/el-80-de-losninos-recibidos-en-la-universidad-central-durante-el-paronacional-presentaron-desnutricion-cronica-nota/

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