SEMBRADORES DEL AGUA EN LA MICRORREGIÓN XNIZAA
COMUNIDADES ZAPOTECAS LOGRAN USO, ADMINISTRACIÓN Y CUIDADO DEL AGUA COMO DERECHO INDÍGENA
La primera persona a la que veo al llegar a la ceremonia de entrega de las primeras concesiones comunitarias indígenas del país es don Juan Justino. Está sentado observando el ritual. Su mirada es calma. Todos están de pie, con los brazos en alto. El humo blanco del copal se expande desde el centro hacia toda la explanada de Santa Ana Zegache. Juan Justino voltea ligeramente y me acerca una silla. ¿Está cansado?, le pregunto. Con voz muy baja responde que no, que es el dolor de un huesito en las rodillas el que no le permite estar de pie para agradecer a la madre tierra y celebrar que por fin, después de casi 17 años de lucha, 16 comunidades campesinas que integran la Coordinadora de Pueblos Unidos por la Defensa del Agua (Copuda) tendrán las concesiones comunitarias que les permitirán administrar el uso del agua.
Juan Justino Martínez tiene 70 años. Es de San Antonino Castillo Velasco, una de estas comunidades zapotecas de los Valles Centrales de Oaxaca que desde el 2005, durante una crisis de sequía, decidieron emprender acciones para enfrentarla y poner fin a una veda que les restringía el agua. Es uno de los principales defensores en esta microrregión Xnizaa y, actualmente, representante legal de las 16 comunidades que integran la Copuda.
“Me siento satisfecho de ver lo que se ha logrado hasta este día, es el pendiente que teníamos con la finada Carmen, para que esto se concluya por lo menos. Sabemos que vamos a asumir una tarea bastante responsable en el cuidado del agua, vamos a organizarnos con nuestra gente, con nuestras autoridades municipales, de Bienes Comunales y el Comité, para dar la información sobre la concesión colectiva y también a las asambleas de cada población, para que se entienda qué es lo que se ha ganado”, dice, minutos después del ritual con el que se inicia la reunión entre las autoridades federales y la entrega oficial de los documentos emitidos por el Registro Público de Derechos de Agua (Repda), lo cual les otorgará la seguridad jurídica del uso del agua.
El pase de lista es obligatorio para todas las comunidades; 15 de las 16 responden, algunos más entusiasmados que otros, ¡presente!, ¡presente!, ¡presente! Sólo las autoridades de Santiago Apóstol no han llegado por las festividades que hay en el pueblo. Sobre eso hablan en este primer momento. La reunión es rápida. El presidente del Consejo Directivo de la Copuda, Ernesto Santiago Martínez, dice que los comités reflexionaron y han decidido que la etapa final de la consulta no se cierra hasta que se analicen y se firmen los términos del convenio que hará efectivo el uso de agua para fines agrícolas. Las autoridades federales y comunitarias asumen esto como un primer acuerdo, se fija nueva fecha para trabajar en los términos de los documentos, también acuerdan reuniones interinstitucionales y con las asambleas para explicar en qué consisten las concesiones, porque “es algo único en el país, un documento en el que se consideran las necesidades de las comunidades”, dice Nadir Quiroz, de la organización Flor y Canto.
Bernardo Vázquez Alamilla, responsable de la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca, pide a las autoridades federales participantes de Conagua y Semarnat ser sensibles a este nuevo modelo. “Las comunidades están planteando un camino distinto”, precisa.
Son casi las doce del día. Para este momento, en Santa Ana Zegache sobran palabras de alegría y agradecimiento para Carmen Santiago Alonso, fallecida en febrero de este 2022. El presidente municipal de Santa Ana Zegache, Vicente Ventura, reconoce la labor de don Justino y la de Carmelina como pioneros en la defensa del agua. “Sabemos que no podemos contar con su grata presencia física, pero también sabemos que nos quedamos con su mejor legado, hoy le rendimos pleitesía. Si ella estuviera, nos guiaría con su sabiduría”, dice y pide un minuto de aplausos para la activista, defensora del agua, de la tierra y de los bosques.
“Aunque Carmen no está presente visiblemente, está acompañándonos con su energía y con su espíritu de lucha”, enfatiza Josefina Santiago, junto a Esperanza Alonso, dos mujeres zapotecas que emprendieron la defensa del territorio y los recursos naturales junto a la líder de Flor y Canto.
La celebración. Es viernes, día de plaza para la comunidad de Santa Ana Zegache, también de fiesta: este 5 de agosto es una fecha histórica para las 16 comunidades de Copuda. Nadir Quiroz, el actual coordinador de Flor y Canto, resalta que la entrega de estos títulos sienta las bases de una nueva relación entre el Estado y los pueblos originarios de México, pues reconocen el uso, administración y cuidado del agua como un derecho indígena.
“Se abre la posibilidad para que los pueblos administren y cuiden el agua que históricamente les ha pertenecido, pero también brindan la obligación de cuidar, proteger y conservar nuestros bienes naturales, nuestro territorio y nuestras formas de vida”.
Sin embargo, dice, aún falta un camino muy largo, pues se debe garantizar el acceso al agua y a los territorios de las comunidades; eso implica una armonización pendiente y una nueva ley general de aguas que limite la sobreexplotación, mercantilización y privatización del líquido. “Por ello alzamos la voz para exigir una regulación eficaz y sanciones para prevenir abusos por parte del sector privado ante una sequía que azota a toda la nación”, expone en su turno al micrófono.
Estamos a punto de la entrega de concesiones. Hay nerviosismo entre algunas personas. Por ejemplo, en don Daniel Aragón, quien se mueve ansioso antes de pasar a recibir la concesión para su pueblo, San Felipe Apóstol. Dice que su participación es “para cerrar con broche de oro”.
Daniel pregunta de vez en vez si ya es momento para pasar al estrado. La mujer que coordina le hace una señal de espera. Antes, toca el turno a Juan Justino, quien, como representante legal de la Copuda, tiene la certeza de que este logro de las concesiones que hoy reciben es el principio de una nueva etapa.
“Este día va a quedar marcado en la historia de los años de lucha de las comunidades. Quiero agradecer a cada una de las instituciones, a los comités que han participado en este caminar de 17 años. Muchos compañeros se quedaron en el camino porque lo vieron muy duro, pero me alegro ver hoy a las 16 comunidades. Estamos convencidos de este proceso que llevamos paso a paso. Sin tomar dependencias y cerrar carreteras, creo que hemos logrado lo justo”, expresa.
Una a una van nombrando a las comunidades hasta que por fin toca turno a don Daniel, quien presuroso y sonriente pasa a recibir el título para su pueblo y un reconocimiento personal por su lucha en la Copuda. Baja del estrado acomodándose el sombrero y una sonrisa que parece que no cabe en su cara. Advierte que aún falta decir su poesía con la que cerrará con broche de oro.
“Me siento orgulloso de haber logrado esto, pero el logro más importante es la captación del agua que llegó más o menos a un nivel medio”, dice visiblemente emocionado, como un niño.
“Estoy contento porque participé desde el 5 de junio de 2005. Se dice fácil, pero se debe tener espíritu de servicio para seguir en el movimiento, donde el beneficio más importante es el agua para la comunidad. Me siento muy bien, con ganas de seguir adelante hasta llegar a la cumbre como hoy. Muchos compañeros se adelantaron, pero si Dios me presta vida seguiré”, dice el hombre de 84 años de edad.
La lucha sigue. La lucha fue larga. Los campesinos, a quienes se les conoce como Sembradores de Agua porque lograron recuperar el manto acuífero de su región, tuvieron que pasar por una grave sequía en el año 2005 y una larga lucha antes de llegar a obtener las 16 concesiones comunitarias. La organización comunitaria fue clave para revertir el problema de escasez. Así construyeron pozos de absorción y paralelamente iniciaron un proceso legal, con el cual lograron que un Tribunal ordenara un proceso de consulta que inició en 2015 y que ahora está en la recta final.
Esperanza Alonso reitera que hoy es un gran día que no se va a olvidar: “Ojalá que este tiempo permanezca en la memoria de las siguientes generaciones. Son tiempos difíciles, empezamos la lucha con una sequía y ahora estamos recibiendo nuestro documento con otra sequía, pero llevamos la fuerza de nuestros abuelos y antepasados para continuar la lucha por el cuidado del agua”.
Son muchos logros, agrega Josefina Santiago, quien relata sin dejar de sonreír: logramos levantar la veda de 1967 que nos restringía el agua para uso agrícola, logramos un decreto donde se reconoce una zona indígena para el uso de agua y ahora nuestras concesiones.
“Hemos encontrado la fortaleza en las comunidades, en la resistencia y la organización que se sigue consolidando. Estamos en el reto de la unidad, pero lo importante, creo, es ir transmitiendo la visión de comunidad y cuidar el agua de manera integral, porque al final lo que va a generar que sigamos en este espacio de la tierra es el agua”, sentencia la mujer que junto con Esperanza y Carmen Santiago fueron nombradas como Sembradoras de esperanza por su labor en la defensa de los bienes naturales.
A partir de ahora, los pueblos tendrán que elaborar su reglamento interno mediante el cual van a determinar el uso y el disfrute del agua.
Carmen Santiago, presente en toda la ceremonia y en la fiesta a través de sus palabras y en un video proyectado en el acto, dijo: lo que queda claro en todo este proceso es que hay movimientos indígenas que en su seno tienen a hombres y mujeres con una propuesta coherente, técnica, científica, cultural y social de cómo podemos cuidar la tierra y el territorio.
“Es un reto para todos, pero es mayor para los pueblos del mundo, somos más los que somos pueblos, somos más que los gobiernos, y nosotros elegimos a los gobiernos. Yo creo que es tiempo ya de darnos cuenta que somos la autoridad y podemos ejercer nuestros derechos a través del diálogo, no del autoritarismo. Lo que hemos hecho es necesario para el bien de todos, no por el bien individual, es sólo para dejar un legado a nuestros niñas y niños. Me siento satisfecha de lo que hemos sembrado”, dijo la mujer convocada a ese ritual de reencuentro a través de la memoria.
La banda de música continúa sonando. Don Justino hace una pausa antes de compartir el mezcal y la fiesta, pide a las organizaciones que están en pie de lucha que no se desanimen “si es posible que se reconozcan nuestros derechos, en primer lugar, como comunidad, nuestro derecho al agua y a nuestro territorio. A pesar de los 17 años de lucha, no estoy cansado, me siento tranquilo de haber llegado hasta este momento, porque no fue nada fácil. Ojalá que podamos caminar en conjunto en esta última etapa”, dice esperanzado durante la charla que sostuvimos antes y después de la entrega de concesiones que marca el inicio de una nueva etapa.