DOLOR Y FURIA BAJO LA LLUVIA — ojarasca Ojarasca
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DOLOR Y FURIA BAJO LA LLUVIA

KALU TATYISAVI

EXTRACTOS DEL PRÓLOGO AL LIBRO TODAS LA VOCES DE MI MADRE / TÁKÚU NDI’I TACHI SI’Í YU DE FLORENTINO SOLANO

Son las voces de la memoria, lo que persiste y lo que nos llevaremos; desde lo cotidiano concreto y lo más interno, son los gritos que se escuchan por aquí y por allá, pero prevalece una de la voces más torturadas en la historia humana: la de las mujeres. Es, pues, un paisaje con montañas y valles, con oscuros senderos interminables; una enumeración léxico-semántica. Es lo acumulado que despliega de inmediato lo adentro humano; luego, se aleja lentamente para ver los cuerpos y poder decir; y, en el fondo, se percibe el panorama social.

Como la flexibilidad de la serpiente, se escudriña cada rincón; las imágenes van y vienen; los olores se distinguen entre poema y poema. Hay silencios y luego respiraciones profundas para retomar su andar. Cuando se es bilingüe, se conserva lo bífido, y esto se vuelve ramas de un árbol que se mueve, cae y renace. Así́ son las voces en el viento inconstante: setenta poemas bilingües encadenados por el ritmo y las imágenes de su entorno.

La literatura ñuu savi y su lengua tu’un savi se han venido proyectando con una de las voces más naturales, fuertes y duras a través de Florentino Solano, quien escribe narrativa, poesía y practica la música. Por eso, aquí se concibe la influencia de la naturaleza y, a su vez, el interior fluye abasteciéndose de la realidad, de la complicada relación humana, de la multivocidad, y luego, la lengua despliega sus posibilidades.

Las voces nos preguntan, nos inquietan, nos hacen recordar que todos vivimos en la misma realidad, así sea un espacio físico distinto. En el inicio, “La palabra” / “Tû’ûn” es palabra porque ha logrado traspasar el canto, porque se ha probado en los días, en los meses y a través de los años, porque vino forjándose como la fuerza del agua que al fin logra decir “aquí estoy”.

Por eso necesitamos todas las voces, queremos otra realidad; ya no podemos repetir “sí, señor”, y asentir con la cabeza agachada. Deseamos todas las voces: madre, padre, abuelas y abuelos, pero también necesitamos la de los jóvenes y niños que viven el ahora. No podemos dejar a nadie afuera.

Valió la pena leer y releer, sentir y resentir, escuchar (casi) todas la voces, así como las posibilidades de la lengua tu’un savi; su fuerza, juegos y vuelos. Necesitamos tener más hambre para romper y crear otros géneros literarios, tan necesaria y urgente para la cultura ñuu savi, pues, hasta ahora, no ha hecho más que imitar, asumir lo fácil, como es el folclor y el show; por lo tanto, ha dejado de referirse a la herida de la historia pasada y actual.

Todas la voces de mi madre / Tákúu ndi’i tachi si’í yu es la historia colonial desde la chispa del fuego del hogar hasta la punta quemante del surco de la vida.

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