LECTURA DE LOS “CANTARES MEXICANOS” MANUSCRITO DE TLATELOLCO*
JOSÉ EMILIO PACHECO
(Octubre, 1968)
Cuando todos se hubieron reunido,
los hombres en armas de guerra
fueron a cerrar las salidas,
las entradas, los pasos.
las entradas, los pasos.
Sus perros van por delante,
los van precediendo.
Entonces se oyó el estruendo,
entonces se alzaron los gritos.
Muchos maridos buscaban a sus mujeres.
entonces se alzaron los gritos.
Muchos maridos buscaban a sus mujeres.
Unos llevaban en brazos a sus hijos pequeños.
Con perfidia fueron muertos,
sin saberlo murieron.
sin saberlo murieron.
Y el olor de la sangre mojaba el aire.
Y el olor de la sangre manchaba el aire.
Y el olor de la sangre manchaba el aire.
Y los padres y madres alzaban el llanto.
Fueron llorados.
Se hizo la lamentación de los muertos.
Se hizo la lamentación de los muertos.
Los mexicanos estaban muy temerosos.
Miedo y vergüenza los dominaban.
Y todo eso pasó con nosotros.
Con esta lamentable y triste suerte
Con esta lamentable y triste suerte
nos vimos angustiados.
En la montaña los alaridos,
en los jardines de la greda,
se ofrecen sacrificios,
ante la montaña de las águilas
donde se tiende la niebla de los escudos.
en los jardines de la greda,
se ofrecen sacrificios,
ante la montaña de las águilas
donde se tiende la niebla de los escudos.
Ah yo nací en la guerra florida,
yo soy mexicano.
Sufro, mi corazón se llena de pena;
veo la desolación que se cierne sobre el templo
yo soy mexicano.
Sufro, mi corazón se llena de pena;
veo la desolación que se cierne sobre el templo
cuando todos los escudos se abrasan en llamas.
En los caminos yacen dardos rotos.
Las casas están destechadas.
Enrojecidos tienen sus muros.
Gusanos pululan por calles y plazas.
Golpeamos los muros de adobe
y es nuestra herencia
una red de agujeros.
Esto es lo que ha hecho el Dador de la Vida
allí en Tlatelolco.
CRÓNICA DE INDIAS
...porque como los hombres no somos todos muy buenos...
Bernal Díaz del Castillo
Después de mucho navegar
por el oscuro océano amenazante
encontramos tierras bullentes en metales, ciudades que
por el oscuro océano amenazante
encontramos tierras bullentes en metales, ciudades que
la imaginación nunca ha descrito, riquezas, hombres sin
arcabuces ni caballos.
Con objeto de propagar la fe
y quitarlos de su inhumana vida salvaje,
y quitarlos de su inhumana vida salvaje,
arrasamos los templos, dimos muerte
a cuanto natural se nos opuso.
a cuanto natural se nos opuso.
Para evitarles tentaciones
confiscamos su oro;
para hacerlos humildes
los marcamos a fuego y aherrojamos.
para hacerlos humildes
los marcamos a fuego y aherrojamos.
Dios bendiga esta empresa
hecha en su nombre.
*CON LOS TEXTOS TRADUCIDOS DEL NÁHUATL POR EL PADRE ÁNGEL MARÍA GARIBAY