EL SACO DE ARPILLERA
RAFAEL TORRES SÁNCHEZ
Antes del basurero había un claro en el cerro
bajo el follaje espeso que expurgaba el Sol
trizando cabos secos y compulsando hojas en
su viaje hacia el suelo, donde marca el reloj
el récord imbatible del trayecto, ocho minutos
o poco más o menos, independientemente
de la fila de insectos que alargara el verano
o la dureza fría del invierno con su escasez
o la dureza fría del invierno con su escasez
de hierbas, abundante en rodeos de escarabajo.
El campo era un espejo que consultaba el cielo
por el avión rayado de la circunspección, atenta
al soliloquio de buen asentamiento: los batracios
del charco que el claro protegía de intrusos
y de perros como los que seguían al viejo del
bordón, benefactor del saco de arpillera,
manirroto con pescuezos de pollo y cáscaras
de tortilla, pródigo en dobles fondos: nunca
les hizo falta desayuno a los perros ni a las aves
de tortilla, pródigo en dobles fondos: nunca
les hizo falta desayuno a los perros ni a las aves
que bajaban de las ramas más altas a levantar
los granos de maíz que el pontífice madrugador
desparramaba en aquel tiempo ajeno a las
latas dentadas, el vidrio traicionero y las plagas.
Curioso: emplear distintos términos para dar
a entender las mismas cosas, como el reverso
a entender las mismas cosas, como el reverso
de aquel saco sin fondo cuajado de mollejas.
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RAFAEL TORRES SÁNCHEZ (Culiacán, 1953), poeta e historiador. Entre otros títulos, ha publicado los poemarios Fragmentario, Bastón de ciego, El arquero y la liebre, Juegos de espejos, Arribita del río, Ejercicios en el cementerio, y los libros de ensayos Balzac para historiadores, La bottega de la Revolución, Oscar Liera: el niño perdido, Historia regional de la infamia (el asesinato de Ramón Corona) y Cero grados, la cotidianidad ensayada.