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RITUAL DE PETICIÓN DE LLUVIAS EN ZITLALA, EL LUGAR DE ESTRELLAS

ELÍ GARCÍA-PADILLA Y ARNULFO TECRUCEÑO VALLE

Es 3 de mayo del año 2023, día de la Santa Cruz en La Montaña de Guerrero. Visitamos una fábrica de mezcal artesanal del fabriquero Florencio Díaz Nejapa para después atestiguar la pelea de tigres en el cerro del komulián en San Juan Bautista Acatlán. Los tigres o tecuanis acatecos hacen su segundo combate a golpes en el contexto del ritual de petición de lluvias conocido como Atsatsilistli. Abandono el sitio para moverme a la comunidad de origen nahua de Zitlala, pues en ésta se presenta en la explanada de la escuela primaria el documento audiovisual del director Guinduri Arroyo titulado “Citlalan Tekuanij”. Se trata de una película documental narrada en lengua náhuatl que nos habla de la tradicional pelea de tigres en Zitlala.

Al día siguiente, 4 de mayo, se lleva a cabo lo que se conoce como “colozapan” en la comunidad de Acatlán. Los pobladores acuden al pozo de agua principal y se hace el reparto del pozole y los tamales; se trata además de una serie de danzas que recorren las calles de la comunidad para culminar en la casa del mayordomo y concluir así con el largo ritual de petición de lluvias en Acatlán.

Es 5 de mayo y tuve la oportunidad de conocer, de mano de mi guía Jairo Vidal, un tlacololero, el arte rupestre en el sitio de Oxtotitlán en Acatlán, para por la tarde regresar a Zitlala para fotodocumentar la pelea de tigres. En esta comunidad de la región de La Montaña de Guerrero, los tecuanis usan una máscara elaborada artesanalmente con base de cuero de res y espinas de jabalí, que imita la apariencia de un jaguar antropozoomorfo (mitad hombre, mitad animal). Son también evidentes los elementos alusivos a la serpiente y no solamente jaguarinos a la usanza de la deidad mesoamericana conocida como Tláloc. La pelea se lleva a cabo dentro de un corral de malla de acero en donde los hombres jaguar se enfrentan usando una cuarta elaborada artesanalmente con riata endurecida con mezcal. Similarmente a la comunidad vecina de Acatlán, se suele decir que la ofrenda es la sangre. Por cada gota de sangre, una gota de lluvia. El lugar, que es la cancha central del municipio, está lleno en lo absoluto. Este espectáculo y festín visual de origen prehispánico es sin lugar a dudas algo absolutamente sublime.

El capitán de los Tigres en Zitlala, Arnulfo Tecruceño Valle, comenta:

Tláloc es la deidad de los cerros, del agua y de la fertilidad. Según la cultura náhuatl, regía fenómenos meteorológicos como  los relámpagos, los truenos, el granizo o las tormentas y frecuentemente se le asociaba a las cuevas. A semejanza del rostro  de Tláloc, la cultura olmeca relacionó al dios del agua con el poder del jaguar, el felino que se enseñoreó por valles, lagos,  cerros, cuevas y montes. El hombre quien lo perdía todo por olvidar la ofrenda se fusionó con el felino jaguar, resultando así en  una bestia que se enfrenta en una batalla campal con sus semejantes, esto como una muestra de ofrenda a nuestras  deidades.

El jaguar amarillo representa al sol, a la sequía, a la hambruna, al tiempo árido y al color dorado del felino que subió al  Tonacatépetl. El jaguar verde representa la fertilidad, el pigmento de las hojas verduzcas, el tiempo de lluvias, la germinación  de las semillas y la reproducción de nuestras especies “Tonakayotl”. El hombre jaguar de Zitlala es el máximo guerrero de  nuestra cultura náhuatl y representa nuestra identidad milenaria de la primera civilización del asentamiento zitlalteco. Los  colores de la piel del jaguar son peculiares y hacen de esta expresión milenaria una forma de organización y concientización  para inculcar a nuestras generaciones a manifestar la esencia del ritual del jaguar. Al final de la jornada nadie es el vencedor,  nadie es perdedor; al contrario, todos habremos cumplido la misión, directa e indirectamente hemos participado en el ritual de  petición de lluvias. Saludando siempre al contrincante sin ningún tipo de rencor o resentimiento, porque el objetivo se ha  cumplido, los dioses han quedado satisfechos. Ahora es turno de ellos, quienes mandarán el agua y ésta germinará las  semillas en las tierras de Zitlala.

Con todo esto he constatado una vez más que La Montaña de Guerrero mantiene uno de los rituales vivos más ricos de todo México y Mesoamérica: el Atsatsilistli, que es nuestra conexión con el origen, con la raíz ancestral, con el sagrado maíz, con el jaguar, el trueno, la lluvia y la vida.

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