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LA MAESTRA ENTENDIÓ QUE VALÍAMOS MUCHO

EVERARDO CASTRO MONTALVO

Soy del municipio de Tlacotepec de Porfirio Díaz, que pertenece a la Sierra Negra. Mi lengua materna es el náhuatl. Mi escuela preescolar se ubicaba como a diez minutos de mi casa. Todas las mañanas recuerdo que mi mamá me levantaba y me cambiaba, me daba de desayunar, después me lavaba los dientes y, ya cuando repicaba la campana, salía corriendo para no llegar tarde.

Al principio fue muy difícil para mí ir a clases porque me daba miedo el no poder pronunciar bien las palabras en castellano, no me iba a poder comunicar con mis demás compañeros y profesora. Todos los días íbamos a la iglesia a cantar y a orar, ya que toda mi educación preescolar y primaria la hice en una escuela de religiosas.

Cuando pasé a primer grado de primaria la maestra que me tocó era muy enojona, nunca nos dejó que habláramos en nuestra lengua materna y siempre nos decía que nosotros teníamos que superarnos y ser mejores que nuestros padres y abuelos. También nos decía que al seguir siendo indígenas no podíamos tener los mismos derechos que ella. Que si algún día emigrábamos a la ciudad la sociedad nos iba a rechazar.

Un día al llegar a la escuela saludé a mis compañeros en mi lengua sin darme cuenta que ella, la maestra, nos estaba escuchando. Al poco rato entró y en las manos traía una vara, sin saber para lo que la iba a ocupar. De pronto cerró la puerta y me pasó al frente. Me dijo que “por qué estaba platicando en mi lengua”. Yo le dije simplemente que había saludado y porque desde niños nuestros padres nos inculcaron nuestra lengua materna.

Entonces la maestra agarró la vara y me empezó a pegar. No lloré porque tuve vergüenza con mis compañeros. Pero al llegar a mi casa le platiqué a mi mamá lo que había ocurrido. Al otro día mi mamá fue a platicar con la directora de lo que pasó. La directora habló con la maestra. Desde entonces nunca nos volvió a decir nada aunque estuviéramos platicando enfrente de ella, se dio cuenta que nuestra cultura valía mucho y que nadie nos podía impedir que habláramos en nuestra lengua.

Al fin comprendió que al ser indígenas valíamos mucho, más que ella, por nuestros valores y tradiciones. Conforme fui pasando de grado ya ningún maestro me decía nada hasta que terminé la educación primaria. Después ingresé a la telesecundaria y ahí también nos prohibieron hablar en nuestra lengua. En esa escuela teníamos que aprender la lengua extranjera, el inglés.

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EVERARDO CASTRO MONTALVO, hablante del náhuatl, es originario de Tlacotepec de Porfirio Díaz. Participó en Testimonio de discriminación: historias vivas, coordinado por Miguel Ángel Rodríguez (Coordinación General de Educación Intercultural y Bilingüe, Observatorio Ciudadano de Educación, FLAPE, Contracorriente y UPN unidad 211, 2006).

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