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UN TECUATE VE PASAR LOS DÍAS

MARTÍN BARRIOS HERNÁNDEZ

Este poema tiene como objetivo recordar que los tecuates (tetl: piedra y coatl: serpiente, en náhuatl) son una de las más importantes herencias que la Tonantzin Tlalli o Madre Tierra nos ha dejado en esta Casa Común, que seguimos destruyendo cotidianamente de manera capitalista, terca y egoísta.

Los tecuates son arrecifes de coral fosilizados.

Hace más de 60 millones de años fueron ecosistemas marinos en donde vivieron y murieron diversos animales invertebrados como estrellas de mar, cangrejos, moluscos, turritelas, equinodermos, anélidos y otros más.

Ahora son prácticamente panteones marinos, calizos o calcáreos, que albergan una cantidad impresionante de fósiles ahí depositados y son prácticamente museos públicos que narran entre piedras la historia de cuando el Valle de Tehuacán o el Valle de Zapotitlán Salinas estuvieron sumergidos en el mar.

De manera estúpida y desafortunada los seguimos destruyendo cotidianamente, ya que la mayoría no sabe su historia ni su importancia o las confunde con simples y curiosas piedras que los antiguos indígenas de la región transformaron en acueductos, lo cual es cierto, pero no es lo más profundo y arcaico.

La tecuatera derruida últimamente fue la que tiraron y destruyeron los constructores de las nuevas unidades habitacionales que se encuentran a un costado del Hospital General, en los límites de los ejidos de El Riego y Santa María Coapan, con el beneplácito del poder municipal, estatal y federal.

Hace años, en lo que ahora son las colonias cercanas a los caminos viejos a San Diego Chalma y al paraje conocido como El Zotolín, como Granjas de Oriente, existieron muchas serpientes de piedra, que fueron demolidas por los migrantes pobladores para volverlas muros o cercas.

Actualmente en la Ciudad de Indios sólo sobreviven las tecuateras en el patronal Fraccionamiento Reforma, debido al acceso a la información que el dinero producto de la explotación laboral puede dar, y, en el sector popular, está una tecuatera derruyéndose al final de la colonia San Rafael y que atraviesa por el costado la colonia Juan Pablo Segundo, casi al final del entronque en terracería con la calle-carretera que va de la Rotonda de San Lorenzo Teotipilco hacia Garci Crespo, llamada Socorro Romero.

Y hay otra muy grande, entre San Francisco Altepexi y San José Miahuatlán.

Sin duda, antes —por lo menos antes de que se hiciera este nuevo Tehuacán durante la Colonia, alrededor de 1535, y antes de que esta urbe indígena se modernizara, creciera y se destruyera su vida ejidal y campesina con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y la privatización agraria contenida en el Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Comunales (Procede-Procecom) y luego FANAR— Tehuacán era una inmensa tecuatera.

Muchos pensamos que si de fósiles hablamos, son los que saqueamos del Valle de Zapotitlán o los que están en los Museos Paleontológicos de esa zona, pero aquí tenemos nuestro museo a cielo abierto
y, de manera preocupante, sabemos que su permanencia y futuro es totalmente incierto.

La serpiente de piedra está suspendida en el tiempo.

 

Soy una serpiente de piedra

sinusoide fósil de arcaica era
navegando en las olas del tiempo
cuando el océano estaba adentro y no afuera.
Soy un tecuate inmortal
Soy un arrecife de coral
Soy la sierpe de fuego
que emergió del relámpago abisal.
Soy la culebra del eterno temporal
Soy el semidesértico Leviatán
Soy la árida Titanoboa que viene de eones atrás
Soy el Ouroboro sin principio ni final.
Soy un panteón abismal
en el que habitan caracoles, turritelas, moluscos,

equinodermos, anélidos, esponjas,
foraminíferos y estrellas de mar.
Fui una cordillera en relieve en el fondo del mar
después los antiguos me volvieron acueducto y canal.
Soy ahora un simple camellón vecinal
desde donde puedo observar al más destructivo animal.
Tú, tehuacanero, destructor rapaz
de toda vida animal y vegetal
no has comprendido que tu vida es vana, hueca y fugaz,
si piensas que la felicidad es ir de paseo en un centro comercial.

En cambio...
Soy una serpiente de piedra
Soy un tecuate inmortal
Soy el eterno retorno
al océano libre de esta destructora humanidad...

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