DESPUÉS DE 531 AÑOS SEGUIMOS EN RESISTENCIA Y REBELDÍA
Casi nadie comprende nuestra capacidad de resistencia que tenemos los pueblos indígenas. Quienes ahora reivindicamos nuestro derecho a ser conocidos como pueblos originarios, porque vivíamos aquí mucho antes que se instalara el modelo republicano y el Estado monocultural, seguimos resistiendo y rebelándonos al sistema. Fuimos el origen de lo que ahora se llama Guatemala, de lo que ahora se llama América Latina, de lo que ahora le llaman Mesoamérica. Somos el origen de la gran civilización maya, así como otros pueblos son el origen de la nación xinka, garífuna y en América del Sur, las naciones kichwa, guaraní, mapuche, etcétera.
Cuando no se quiere aceptar nuestra capacidad de resistencia y rebeldía, surgen de nuevo el racismo y la discriminación y somos incomprendidos, como hace muchos años lo hicieron los españoles, franceses, holandeses, ingleses, portugueses en todo el mundo. Aparecieron algunos estereotipos, como la idea esa, que “nuestros abuelos y abuelas se dejaron engañar por unos espejitos” y que incluso hasta hermanos y hermanas indígenas repiten constantemente.
Nuestros abuelos y abuelas resistieron de diferente forma durante muchos años a la invasión y colonización española. Existen muchas fuentes y evidencias de la fuerte resistencia que desarrollamos como naciones. Por ejemplo, ante la incapacidad de los militares españoles para entrar en territorio de Tezulutlán, por la fuerte resistencia q’eqchi, poqomchi, akala’, lakandon, ch’ol, la corona aceptó el ingreso de Fray Bartolomé de Las Casas, para invadir el territorio con la cruz; sin embargo, comunidades enteras huyeron a las profundidades de las montañas, para resistir al bautizo, sabiendo que eso era símbolo de sometimiento.
No comprender ni reconocer la capacidad de resistencia y rebelión que tenemos como pueblos originarios, para no dejarnos someter por un sistema de muerte, es aceptar lo que dijo en su conferencia de prensa el ladrón y corrupto de Giammattei, cuando dice que “los bloqueos son financiados por ONG internacionales”, algo que repiten insistentemente los Arzú, los Beltranena, los Azmitia, entre otros, quienes aún se consideran criollos, así como genocidas y asesinos como Ricardo Méndez Ruiz y Falla.
Si hoy hemos llegado a la ciudad, un espacio discriminador, racista y excluyente, es para demostrarle a toda Guatemala y al mundo que nosotros aún vivimos y seguimos con la misma fuerza de nuestros abuelos y abuelas cuando se enfrentaron al invasor español. Y eso es lo que les duele a los criollos y burgueses de Guatemala, así como al pacto de corruptos y al grupo criminal que nos quiere seguir sometiendo, que no han podido desparecernos y como el tiempo cíclico, resurgimos cada cierto tiempo.
Hoy llenamos sus ciudades, que considero un espacio “blanco-burgués”, sin reconocer que ya es un espacio plural, en donde convergemos todos aquellos que hemos sido expulsados por el salvaje capitalismo, y eso les duele. Cuando nos dicen que somos acarreados y que nos pagan para ir a manifestar es porque no quieren reconocer que tenemos la capacidad de transformar y refundar este Estado, que durante muchos siglos ha sido considerado un instrumento “blanco- burgués”. Un instrumento de opresión, criminalización, represión.
Si durante la guerra nos encontramos dos movimientos insurgentes, los pueblos indígenas y los blancos-mestizos pobres, hoy nuevamente estos movimientos cansados de la desigualdad, pero también hartos de la corrupción, se unen para detener la ambición del pacto del mal, que, siendo un pequeño grupo, tiene poder económico, político, militar y religioso.
531 años después del vil genocidio promovido por España y otros países europeos, que provocó el gran genocidio y etnocidio de nuestra historia, estamos demostrando al mundo que la resistencia y la rebeldía indígena no ha muerto, sigue más potente que nunca. Este gigante que querían adormecer, hoy se ha levantado para no volver a dormir. Porque, como dicen las autoridades indígenas, “no descansaremos hasta derrotar a los criminales que se han adueñado de Guatemala”.
Hoy no sólo queremos recuperar la democracia para refundarla, sino también recuperar “nuestra dignidad”, que durante muchos años ha sido pisoteada por el criollo-burgués opresor.
En este 12 de octubre, ya basta que nos sigan viendo como víctimas. Queremos que nos vean como pueblos que siguen en movimiento, que tenemos la capacidad de buscar caminos adecuados para nuestra liberación y convencidos que no puede haber resistencia sin rebeldía, caminamos con los otros pueblos. Queremos que nos vean como sujetos en rebeldía constante. Y que seguimos construyendo caminos planos y llanos, como decían nuestros abuelos, para nosotros y nuestros pueblos.