SENDAS DE LA COSMOVISIÓN ORIGINARIA
Estamos atravesando una crisis civilizatoria de escala global, acelerada por los algoritmos en las tecnologías digitales, con profundos impactos ambientales y sociales. Es necesaria una evaluación crítica de la situación. Las veredas se bifurcan: unas llevan a competir por recursos hasta la muerte, otras a cooperar y cuidar la vida.
Es evidente el desmoronamiento de una civilización que se piensa a sí misma como “la más poderosa en la historia del mundo”, que ha intentado dominar e imponerse parasitariamente sobre todo mundo (en “cuerpo y alma”, “mentes y corazones”), en todos lados y a costa de todo, desatando una brutal guerra y devastación que han puesto en jaque los equilibrios y relaciones que hacen mundo.
Esta mentalidad imperial-industrial-militar, abocada a la acumulación por despojo asegurada a través de mecanismos mercantilistas y tecnocientíficos de control, ha capturado los mundos y saberes de los demás para sus propias necesidades y caprichos, valoradas como objetos o recursos a obtener, pero sucede que al capturarlos los destruye, pues los mundos y sus saberes son relaciones. Mundo es lo que hacemos cuando encarnamos vida y pensamiento en relación con otros seres en cualquier territorio del planeta. Se puede despojar de una relación, pero no se puede despojar la relación misma.
Esa lógica de invasión, sometimiento, esclavitud y desaparición forzada, física y epistémica, va de la mano del supuesto progreso y desarrollo de la ciencia y la tecnología occidental. Esta civilización ha tenido que devalorar y deshabilitar a los pueblos originarios y sus sistemas milenarios de saberes tradicionales, sin reconocerlos ni mencionarlos mas que como ingenuos, vencidos o desaparecidos, para luego registrar su despojo o apropiación como “descubrimiento”, “invención”, “avance” o “conquista” debida a su “superioridad excepcional”, con la que por siglos pretendió erigirse como única forma válida de producir saber y poder —al menos desde el “descubrimiento de América” y la “conquista de México”.
La brutal devastación que en múltiples formas ha ido dejando como huellas de su crimen por todo el planeta vuelve urgente fortalecer la resistencia física y epistémica de los pueblos originarios y la defensa de los territorios y el entramado de mundos vivos donde encarna su pensamiento, que ha sido contemporáneo en cada momento de la historia. Es crucial cuestionar la desautorización del conocimiento de los pueblos indígenas y desmantelar su sometimiento. Poner entre paréntesis los referentes europeos occidentales para partir de los propios, darles su lugar y su tiempo y hacerlos florecer. Como nos recuerda John Berger: “Resistimos cuando nos negamos a juzgarnos con los criterios de nuestros opresores. Cuando rechazamos los valores de la manipulación. Cuando rechazamos no sólo los términos de nuestros opresores, sino la historia como ellos la cuentan. Debemos recordar que la peor ocupación es tener invadidos el espíritu y el pensamiento” (https://www.jornada.com.mx/2017/01/03/politica/ 002n1pol).
Por eso la importancia de propiciar espacios de encuentro, libre discusión e intercambio de saberes como el coloquio organizado por Francisco López Bárcenas el 9 de agosto de 2016 con el nombre de El pensamiento indígena contemporáneo, que reunió a más de treinta pensadores de dieciocho pueblos indígenas de México —ayuuk, chocholteco, maya, nahua, ñomda’a, ñuú savi, ódam, hñahnú, purépecha, rarámuri, totonaco, tseltal, tsotsil, yaqui, yoreme, wirrárika, zapoteco y zoque— a dialogar y exponer sus reflexiones sobre la filosofía de sus pueblos, sus formas internas de impartir justicia, su visión del desarrollo, la promoción de sus lenguas y los elementos que conforman su identidad.
En su conferencia inaugural, publicada al mes siguiente junto con otras siete participaciones de aquel coloquio en el número 233 de Ojarasca (https://www.jornada. com.mx/ 2016/ 09/08/ojarasca233.pdf), Francisco López Bárcenas plantea el reto de pensarnos como una sociedad diferente y construir escenarios donde el centro de todo sea la vida, y en eso los pueblos indígenas que reclaman su libre determinación a seguir siendo pueblos tienen mucho que enseñarle al resto de la humanidad:
Si queremos que sirva para construir un futuro distinto para nuestros pueblos y para el país, tenemos que construir a partir de los proyectos de futuro que imaginan nuestros pueblos. Ésa es la primera condición. Las otras son las bases para esa construcción: entre éstas podemos encontrar todos los valores culturales que los pueblos han construido a través de la historia, mismos que se reflejan en la vida cotidiana: el servicio para el bien colectivo, la ofrenda para el bienestar de los hermanos y hermanas, la ayuda mutua para la satisfacción de necesidades, el servicio comunal para que el pueblo funcione, entre otros.
Si aceptamos lo anterior también podemos aceptar que para la construcción del pensamiento indígena contemporáneo contamos con los elementos míticos, científicos, tecnológicos, humanistas y filosóficos construidos por los pueblos a través de la historia; igual que con los avances de la ciencia, la tecnología, el pensamiento humanista y filosófico generado por la sociedad en general. Porque no se trata de negar lo ajeno sino de revalorar lo propio para, en conjunto con otros conocimientos y en igual de valorizaciones, proyectar un futuro mejor. […]
Nuestro pensamiento, el pensamiento indígena, para que se reclame contemporáneo debe alimentarse de la realidad de los pueblos y contribuir a su transformación. Debe aportar elementos teóricos que sirvan de guía a los pueblos en su lucha por la descolonización y nutrirse de ella, pues resulta un contrasentido un discurso de la descolonización que carezca de una práctica descolonizadora. Pero no puede encerrarse en sí mismo, debe dialogar con otros pensamientos de otras culturas que persigan los mismos fines. Eso es lo que concibo como pensamiento indígena contemporáneo.
En 2018, la Suprema Corte de Justicia de la Nación —involucrada en el coloquio, junto con la Coordinación Nacional de Antropología del INAH, el Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad de la UNAM y el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas— publicó una compilación de veinticinco ponencias que abordan los temas discutidos (disponible en: https://sistemabibliotecario.scjn.gob.mx/ sisbib/2019/000297986/000297986.pdf). Esta compilación fue reeditada en 2022 por El Colegio de San Luis, la Gujarat Vidyapith (universidad fundada por Mahatma Gandhi en 1920) y su programa de extensión en México, OraWorld- Mandala, como parte de la Biblioteca y Cátedra Mahatma Gandhi, en la que participan numerosas instituciones académicas y organizaciones sociales.
En este número presentamos una selección de fragmentos de las ponencias que complementa las ya publicadas en Ojarasca 233. Aún quedan veredas por andar en el resto de ponencias publicadas y en los numerosos cruces de caminos del pensamiento indígena contemporáneo.
__________
El pensamiento indígena contemporáneo, coordinado por Francisco López Bárcenas. El Colegio de San Luis y Gujarat Vidyapith / OraWorldMandala, San Luis Potosí, 2022. Selección y presentación de Héctor Peña / Ojarasca