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“SOMOS AGUA Y TERRITORIO”. ENCUENTRO DE DEFENSORES EN LA ISLA TORTUGA / 320

ELIANA ACOSTA Y CLARISSA T. CORTÉS

Del lomo de una tortuga se sostiene el mundo, cuentan pueblos originarios de América del Norte. Las “primeras naciones”, como se autoadscriben los pueblos que habitan en lo que ahora es el norte de Estados Unidos y Canadá, comparten territorio, tradiciones y una historia común: hace mucho tiempo el mundo estaba cubierto de agua con diversos seres acuáticos y se requería de tierra para dar nacimiento a otras criaturas. La tortuga estuvo de acuerdo en que ella sostendría a la tierra y a sus nuevos hijos; varios animales intentaron ir hasta el fondo del mar para conseguir tierra hasta que la rata almizclera lo logró. Esa poca tierra se puso en el lomo de la tortuga, y empezó a crecer y a crecer, y fue así que la Madre Tierra tuvo lugar para que crecieran sus hijos y se sembraran las semillas para alimentarlos.

El caparazón de esa tortuga es una enorme isla, territorio mítico que nos permite situar esas otras formas de nombrar y concebir el territorio de lo que se identifica actualmente como América del Norte antes de la sujeción colonial y la conformación de los Estados-Nación. La concepción de la Isla Tortuga, que geográficamente abarca del Ártico hasta Centroamérica, rememora así intercambios y relaciones milenarias entre pueblos, oleadas migratorias que han dejado huella de su caminar.

Bajo la figura de esa tortuga se convocó a un encuentro entre defensores del agua y el territorio de México y Canadá, quienes han resistido ante la corporación canadiense TC Energy, una de las principales empresas generadoras de energía y, en particular, de la construcción y operación de gasoductos. Participaron dos integrantes del Consejo Regional por la Defensa del Territorio Puebla e Hidalgo, quienes han evitado la construcción del gasoducto Tuxpán-Tula en su territorio y defendido su forma de vida centrada en los manantiales, el bosque, las tierras de cultivo y la milpa.1 Participó también una representante del Centro de Derechos Humanos de los Pueblos del Sur de Veracruz Bety Cariño, integrado al Proceso de Articulación de la Sierra de Santa Martha y al Congreso Nacional Indígena, que actualmente enfrenta la implementación del “Gasoducto Puerta al Sureste”. Este emprendimiento, el cual es resultado de la alianza entre TC Energía y la Comisión Federal de Electricidad, está estrechamente asociado al Corredor Interoceánico Multimodal y al llamado Tren Maya, y representa en particular una amenaza al Corredor Arrecifal del Suroeste del Golfo de México.

Se encontraron dos defensoras y un defensor de México con representantes de las “primeras naciones” de Canadá, especialmente con dos luchadoras y uno de los jefes de la nación wet’suwet’en que han resistido frente al gasoducto Coastal Gaslink en la región noroeste de Columbia Británica, que pone en riesgo el bosque y el río Wedzin Kwa, uno de los pocos aún con agua potable y proveedor del salmón, principal sustento de esta nación.

Entre el 11 y 18 de octubre se reunieron en las ciudades de Toronto y Ottawa con el objetivo de intercambiar experiencias de resistencia, construir en colectivo estrategias para la defensa del territorio y unir fuerzas ante los ductos de la empresa canadiense TC Energy. En la capital financiera de Canadá se llevó a cabo un foro en el Native Canadian Centre of Toronto y un rally, una manifestación en el centro de la ciudad, haciendo paradas en puntos clave, como el First Canadian Place, sede operativa en Toronto del Banco de Montreal y en el edificio de operaciones de TC Energy. En Ottawa, hubo un recorrido por diversas sedes del gobierno responsables del financiamiento de proyectos de infraestructura y se estableció un diálogo entre los defensores, académicos y representantes de las organizaciones para conocer las diversas implicaciones entre el gobierno y la corporación canadiense.

Derivado de la conjunción de voluntades, fondos y trabajo voluntario de organizaciones, representantes comunitarios, activistas, estudiantes y académicos de Toronto y Ottawa, se generaron diversos espacios para compartir las propias luchas y desafíos. De especial importancia fue el reconocimiento de las estrategias de lucha, pero también de las amenazas, procesos a la vez diferentes y comunes que enfrentan los pueblos originarios en México y Canadá.2

En ambos países los gobiernos ostentan ser progresistas, salvaguardar los derechos de los pueblos indígenas e implementar políticas de reconciliación con las poblaciones originarias. Incluso en el marco de la Cumbre de Líderes de América del Norte se celebró la renovación en enero de 2023 de un Memorándum de Entendimiento entre los gobiernos de México y Canadá, que en 2016 firmaron los encargados de asuntos indígenas de los gobiernos de Enrique Peña Nieto y Justin Trudeau.3 En ese entonces como en este año con el mismo Trudeau y Andrés Manuel López Obrador se destacó la cooperación entre ambos países y el compromiso con los pueblos indígenas y su desarrollo, así como la protección al medio ambiente.4

El alcance de estos acuerdos se pone a prueba en el marco de otros compromisos de carácter económico, en particular del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y el fortalecimiento de la Alianza de América del Norte y la reconfiguración de sus economías orientadas a lo que se ha llamado el nearshoring o “relocalización” de las cadenas de valor, el cual prioriza la ubicación geográfica para la integración de las cadenas de suministro en el modo de producción.

Hoy que el gobierno de México celebra los acuerdos con las corporaciones transnacionales y hasta su rol como exportador de gas, se afirma que, “sin gas natural, no hay nearshoring”, que se requiere para la generación de energía y las actividades industriales.5

El gobierno de México ha subrayado la importancia de las inversiones canadienses y, en particular, de TC Energy.6 Haciendo gala de siete gasoductos, cinco en operación y dos en construcción, esta empresa —antes TransCanada—, acusada entre otros motivos por el uso de la fractura hidráulica (fracking) y la violación de múltiples derechos a su paso, con la generación de su “gas natural” se exhibe como la alternativa energética para desplazar combustibles con alto contenido de carbono. La promoción de la empresa no queda ahí, también destaca su capacidad de negociación y la contribución a la soberanía energética nacional, al crecimiento económico y, en particular, al desarrollo de los proyectos de infraestructura promovidos por la actual administración.

Los derechos de los pueblos quedan así subsumidos a las políticas energéticas de los gobiernos en turno y, sobre todo, a los intereses de las corporaciones que son transexenales y a largo plazo. Como se dejó ver en el encuentro en Toronto y Ottawa, tanto en México como en Canadá es patente la violación de los derechos de los pueblos, si bien en la Sierra de Puebla e Hidalgo donde habitan comunidades nahuas, otomíes, tepehuas, totonacas y mestizas, y en territorio de los wet’suwet’en en Columbia Británica, estas poblaciones originarias han evitado que los gasoductos crucen por su territorio. Pero los proyectos de inversión continúan y los gasoductos no se han cancelado.

En México el titular del Ejecutivo se comprometió en 2020 a que no pasaría el gasoducto Tuxpán-Tula por un cerro sagrado de la comunidad otomí de San Pablito y a principios de 2022 se hizo público un cambio de trazo. Además de que se diera a conocer una lista de comunidades en los municipios poblanos de Xicotepec y Huauchinango en la cual destaca el no reconocimiento de comunidades indígenas de la mayor parte de las localidades enlistadas, hasta la fecha es escasa la información pública y los actos de autoridad, en particular, la convocatoria a consultas y los estudios de manifestación de impacto ambiental y social. El Consejo Regional por la Defensa del Territorio Puebla e Hidalgo en el proceso de defensa del territorio y la lucha legal enfrentó ese proceso y se vio orillado a demostrar en los tribunales el origen indígena de sus comunidades y garantizar el derecho a la autodeterminación. Entre las suspensiones ganadas por los amparos interpuestos y la incertidumbre del nuevo trazo, para el Consejo Regional además de garantizar que en efecto no pasará el gasoducto en su territorio, está por verse el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y el derecho a la información, a la salud y a un ambiente sano en la Sierra Noroccidental de Puebla en tiempos electorales y de un cambio de administración en puerta en los tres niveles de gobierno.

La violación de los derechos de los pueblos indígenas es patente también en Canadá; así como en México, se han creado estructuras paralelas de gobierno integrando a población originaria alineada al Estado. Es así que “gobernadores indígenas” han dado entrada a los “proyectos de desarrollo” sin el consentimiento de los jefes legítimos, quienes mantienen su liderazgo a partir de una estructura clánica hereditaria que a lo largo de la historia ha organizado social y territorialmente a los pueblos originarios en Canadá.7 Además de la falta de consentimiento, no se ha reconocido el derecho al territorio consignado en los títulos de tierras de las “primeras naciones”. El territorio es nombrado por los wet’suwet’en como yintah, término que nombra la tierra, el agua, los animales y el aire, que sería afectado en 190 kilómetros del territorio, del total de 670 kilómetros del gasoducto que se empezó a construir en 2014.

A la par que se ha desconocido la titularidad sobre sus tierras, se ha permitido la ocupación del territorio por la corporación. Frente a ello, como estrategia de lucha, se han mantenido campamentos de reapropiación territorial, que son usados como puestos de control y espacios comunitarios, pero que el Estado ha violentado con incursiones por parte de la policía militarizada para reanudar las obras del oleoducto, con opositores arrestados y levantamiento de cargos a los defensores. Desde 2019 la nación wet´suwet´ten ha vivido un proceso de hostigamiento y atentados en contra de su derecho a la autodeterminación sobre su territorio. Hasta la fecha la resistencia continúa y ha dado lugar a una alianza entre las primeras naciones de Canadá y otros sectores de la población canadiense con diversas movilizaciones y acciones, incluido el encuentro en Toronto y Ottawa en octubre pasado.

Este encuentro no sólo permitió conocer y compartir los procesos de lucha y resistencia entre defensores de ambos países, sino también multiplicar y extender la alianza desde Canadá hasta México recuperando la perspectiva sobre la Isla Tortuga: en especial, rememorar y afirmar los principios fundamentales trazados en la narración de este territorio mítico con sus diversas implicaciones ontológicas. Ahí donde se encuentra la sustancia del sueño y la materialidad de la vida, el encuentro permitió entrever las razones por las que históricamente han resistido y luchado los pueblos en ambos países con el agua y la tierra como origen y destino.

Notas:

1. https://www.ceccam.org/territorios-agua/

2. https://mininginjustice.org/unitedagainsttc/

3.https://www.gob.mx/inpi/articulos/firma-la-cdi-memorandumde-entendimiento-con-el-ministerio-de-asuntos-indigenas-y-desarrollo- del-norte-de-canada

4.https://www.gob.mx/inpi/articulos/mexico-y-canada-renuevan-alianza-para-fortalecer-derechos-de-pueblos-indigenas- 323490?idiom=es

5. https://imco.org.mx/sin-gas-natural-no-hay-nearshoring/

6. “AMLO elogia inversión canadiense y ofrece diálogo ante controversias”, https://www.jornada.com.mx/2023/01/12/politica/003n1pol; https://www.eleconomista.com.mx/empresas/Mexico-comenzaraexportacion- de-gas-natural-licuado-en-el-2025-20230725-0117.html

7. Tienen un sistema de gobernanza ancestral a través de cinco clanes con sus figuras totémicas Gil_Seyhu (gran rana), Laksilyu (pequeña rana), Tsayu (castor), Laksamshu (hierba de fuego y buho), Gitdumden (lobo y oso).

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